Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Después de transformar a Timon y Pumbaa en aterradoras bestias infernales para el nuevo Lion King y convertir al Genio de la lampara en una monstruosidad azul con la cara de Will Smith para el Aladdin de 2019, Disney continúa su incesante e implacable intento de arruinar nuestros recuerdos de la infancia con otro nuevo ataque: esos monstruos piensan hacer una nueva versión de Mi pobre angelito.
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Según CNN, el CEO de Disney, Bob Iger, anunció esta afrenta contra la decencia común el martes pasado, al decirles a los inversores en un correo electrónico que la compañía resucitaría a Mi pobre angelito de entre los muertos para su nuevo servicio de streaming, Disney+. No hay información sobre quién podría ser el protagonista, o cómo se verá tal “reinvención”, pero nada de eso importa: Mi pobre angelito no necesita una nueva versión, porque ya es perfecta en sí.
La película original de 1990 es impecable, de principio a fin, una de las únicas películas navideñas que puedes ver mil veces sin cansarte jamás. La escena de la fiesta, cuando Kevin McCallister (Macaulay Culkin) tira de un elaborado conjunto de cuerdas para hacer de titiritero y aparentar que hay una fiesta en su casa, todo al ritmo de “Rockin ‘Around the Christmas Tree”: es perfecta. Las torpes y ridículas acciones de Joe Pesci y Daniel Stern como los Bandidos mojados, que logran encontrar el equilibrio justo entre profundamente tontas y gravemente amenazantes: son estupendas. Aquel viejo de la pala que presuntamente asesinó a su familia: es legítimamente aterrador.
¿Cómo demonios podría alguien intentar mejorar todo eso? Es imposible vencer a Culkin en el papel de Kevin; solo debemos recordar el fracaso que fue Mi pobre angelito 3. No es posible superar la banda sonora de John Williams. Ninguna madre podría ser tan irritante y digna de compasión como lo fue Catherine O’Hara. Esta lista podría continuar para siempre, pero el punto es este: nadie podría tomar una película tan magnífica, tan digna de verla infinitamente, tan increíblemente divertida, pura y sana como Mi pobre angelito, y mejorarla.
Sin embargo, Disney lo intentará de cualquier forma, porque hay que ganar dinero, y debido a ello, a la compañía no le importa que sea prácticamente seguro que la gente odiará la nueva versión. “Feliz Navidad, inmundos animales”. Felicidades por arruinar otra pieza imborrable de nuestra infancia.
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