El feminicidio en México es un problema que nos debe importar a todos. Del 1 de enero de 2017 al 31 de diciembre se reportaron 1756 Feminicidios, ocurridos principalmente en el Estado de México con 204, Veracruz 143, Chihuahua 117, Puebla 100 y 96 en la Ciudad de México. Ésta es una columna para visibilizar este grave problema.
“Le arrancaron la vida a Patricia Mora, mi hermana de 43 años de edad, madre de dos hijos que apenas pueden continuar; esposa, por 26 años, de un hombre que exige nuestra justicia”, me escribió Jacobo Mora, el hermano menor de Patricia. Desde entonces hemos mantenido contacto para tratar de esclarecer el feminicidio de su hermana.
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Patricia nació el 7 de febrero de 1974. Estudió la carrera de Ingeniera Industrial y durante diez años fue profesora de Matemáticas y Física en una preparatoria en Tetelilla de Islas, en Puebla. Con el ímpetu de formar buenos hombres y mujeres, fundó el equipo de ajedrez y la escuela llegó a ganar varias competencias a nivel local y estatal. También organizó los equipos femenil y varonil de basquetbol y futbol, respectivamente, y creó la escolta escolar. Además daba cursos extraescolares para los aspirantes a ingresar al IPN, la UNAM o a la BUAP.
El 10 de noviembre de 2017, después de asistir a un curso impartido por la SEP en Teziutlán, Puebla, Patricia tomó un taxi para volver a su casa en Zacapoaxtla, el municipio vecino. El taxi la dejó a 80 metros de su hogar, y a 30 de la base de la policía estatal. Sin embargo, Patricia nunca llegó a su casa. Horas más tarde, tras notar su ausencia, Jacobo reportó a su hermana como desaparecida. Esa misma noche, su cuerpo fue encontrado por el comité vecinal de Totoltepec —una comunidad cercana que ha sido rebasada por la delincuencia organizada—. La necropsia reveló que la causa de muerte fue estrangulamiento; y aunque el cadáver fue encontrado sin ropa, las autoridades le han dicho a Jacobo que su hermana no fue violada.
“El mismo 10 de noviembre, por la noche, el comité vecinal de Totoltepec encontró sin vida y desnuda a mi hermana”, cuenta Jacobo. “Tres horas después de que yo mismo reportara a mi hermana en calidad de desaparecida, llegó al hallazgo la policía municipal”, recuerda Jacobo. “Llegaron también el comandante Fito y el policía judicial Julio Cruz, ambos del ministerio público. Aún puedo escuchar a Cruz preguntarme a quemarropa: ‘¿por qué crees que estaba en cueros?’ Luego me mostró tres fotografías en su celular diciéndome ‘mira, así quedó, mira’”.
A las siete de la mañana del sábado 11 de noviembre, Jacobo fue al anfiteatro de Zacapoaxtla, que se encuentra en el panteón municipal. Cinco horas más tarde, a las 12 del día, llegó el médico forense Arturo Ortuño Pérez, quien le pidió a Jacobo que fuera rápido a comprar, con dinero de su propio bolsillo, los materiales para la autopsia de Patricia. La justificación que le dio fue que se habían quedado sin material tras hacer ocho autopsias previas a la de su hermana. En un pedazo de hoja anotó necesario: tres tubos tapa roja Vacutainer, cuatro recolectores de orina Dacryl, un litro de formol, un litro de alcohol, algunos metros de franela color gris, un metro y medio de nylon grueso color negro, y dos jeringas de diez mililitros.
“Al traerle las cosas toqué a la puerta, salió por ellas, y volvió a internarse a la morgue”, recuerda Jacobo. Una hora y media después, el médico forense salió para comunicarle la situación. Jacobo recuerda sus palabras: “Mis cuatro alumnos del bachillerato y yo ya te la dejamos bien limpiecita. En un ratito te voy a decir los tres pasos para que te la lleves a tu casita”. Media hora más tarde, tanto el médico como sus alumnos abandonaron el anfiteatro.
Dos horas después, un policía con las manos enfundadas en guantes de látex metió el cuerpo de Patricia en una bolsa negra de plástico y luego se retiró. La familia de Patricia permaneció en el panteón municipal esperando a los peritos. “Pasaron las horas. Ya en la noche, sabríamos que ni la Fiscalía ni los peritos llegarían”, me contó Jacobo.
Hasta las nueve de la noche salió del anfiteatro. “Llevamos a velar a mi hermana Patricia rumbo al museo de su esposo. Nos acompañó mucha gente a quererla de cuerpo presente en su ataúd de madera roja atestada de flores de marquetería”, recordó.
“Días después, el edil, Guillermo Lobato Toral, llamó por teléfono a mi papá para pedirle que se presentara en su oficina. Mi papá me contó de las advertencias que le hizo aquel edil: ‘dígale a su hijo Jacobo que no haga marchas. Dígale que no declare nada y que no busque a sus cuates de los medios’. ¡Intimidó a mi padre! ¡Actuó con total vileza sobre un hombre de la tercera edad quien sobrevive, como Dios le da a entender, al feminicidio de su propia hija!”, aseguró Jacobo.
El pasado 22 de noviembre, la Fiscalía General del estado de Puebla dio a conocer que fue esclarecido el caso a través de su cuenta de Facebook y Twitter. Mediante un comunicado aseguraron: “La Fiscalía Esclareció El Feminicidio De La Maestra De Zacapoaxtla“. De acuerdo con éste, el móvil fue el robo, y hay dos probables responsables asegurados: Fernando N. de 37 años de edad y un menor de 16 años de edad. Adicionalmente se tiene orden de aprehensión en contra de Baldomero, un tercer implicado.
Hasta el momento la familia de Patricia se encuentra sin acompañamiento psicológico ni asesoría legal, como asegura la Fiscalía del Estado de Puebla. Además, por las irregularidades en el caso —como la manera en que se realizó la necropsia y que los protocolos de feminicidio no se llevaron a cabo— Jacobo dice no poder estar seguro de que las dos personas que fueron detenidas sean los responsables, por eso pide “justicia y paz para mi hermana Patricia Mora, porque necesito calmar la sed de justicia y de paz que exige ella dentro de mí”.
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@FridaGuerrera
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