Vladimir Putin ama muchas cosas —el judo, a Steven Seagal, hacer ejercicio en los lagos y los cursos de verano donde enseñan a los niños a jugar con armas—, pero nada acaricia su corazón Kremliniano más que los perritos. El tipo tiene muchos perros como mascota, juega con ellos luchitas y ocasionalmente los utiliza para intimidar líderes políticos extranjeros, muy casual.
El miércoles de la semana pasada, Putin se reunió con el presidente de Turkmenistán, Gurbanguly Berdimuhamedov, y tomando en cuenta que el hombre está loco por los caninos, Berdimuhamedov le llevó el regalo de cumpleaños (atrasado) perfecto: un hermoso cachorro turcomano.
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Sacó al perrito de su jaula, lo levantó por los aires como a Simba para una fotografía de protocolo y luego se lo ofreció a Putin, momento en que las cosas se pusieron extrañas. Contempla las pruebas por ti mismo:
¿Por qué Putin sostiene al perro entre sus brazos mientras le sujeta las patas traseras? ¿Alguna vez sostuvo a un cachorro? ¿Querrá hacerlo bailar o algo así? ¿Cómo es posible que el sostener a un perrito se vuelva tan incómodo?