Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
En 1929, el economista británico John Maynard Keynes dio una conferencia ahora famosa en la que predijo que las generaciones futuras trabajarían solo 15 horas por semana debido al avance de la tecnología. En el año 2000, el biofísico y ecologista teórico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Erik Rauch, dijo que podríamos trabajar aún menos horas: que un empleado promedio solo necesita 11 horas por semana para completar el trabajo que haría en 40 horas en el año 1950.
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Por supuesto, trabajar tan pocas horas no es posible en el sistema actual, por razones que tiene que ver con los ingresos, y también por la forma en que nuestra identidad, estatus y bienestar tienden a estar relacionados directamente con nuestras carreras. Cuando asistes a un centro de trabajo, conoces gente, socializas y sientes que estás contribuyendo a la sociedad. El desempleo regularmente está asociado con consecuencias negativas para la salud mental y física.
Sabemos que trabajar demasiado es malo para ti, pero ¿cuál es la cantidad mínima de trabajo que necesitamos realizar para obtener todas las recompensas anteriormente mencionadas? Hasta ahora, nadie había intentado responder esa pregunta: un nuevo estudio en la revista académica Social Science and Medicine descubrió que solo necesitamos trabajar ocho horas a la semana en total — mucho menos del promedio de 8,5 horas diarias que solemos trabajar— para obtener los beneficios psicológicos del trabajo. Después de ocho horas, alcanzamos estabilidad en nuestro bienestar.
“Es como tomar vitamina C: todos necesitamos una cierta dosis, pero tomarla más de lo necesario no trae ningún beneficio adicional para la salud, y tomarla en cantidades demasiado grandes en realidad puede tener efectos perjudiciales”, dijo Daiga Kamerade, autora principal y socióloga de la Universidad de Salford en Inglaterra. En un cierto punto, el exceso de trabajo conduce al síndrome de agotamiento y a una mala salud mental.
El estudio empleó datos del Estudio longitudinal de Hogares del Reino Unido, que contiene observaciones de más de 80,000 personas. Los investigadores observaron cómo los cambios en la cantidad de horas que las personas trabajan afecta su salud mental a lo largo del tiempo y preguntaron en qué punto mejoraba el bienestar de una persona. Para la mayoría, el cambio a un bienestar positivo ocurre trabajando remuneradamente entre una y ocho horas semanales, mucho menos de los dos o tres días que habían anticipado, dijo Kamerade.
Ante el hecho de que las máquinas podrían hacer que muchos trabajos sean redundantes, los autores sugirieron una nueva forma de conceptualizar nuestro futuro laboral. Podría haber una redistribución de las horas laborales, escribieron, de modo que las personas aún tengan acceso al empleo, pero con una semana laboral considerablemente reducida, mucho más de lo que postulaba el proyecto de una semana laboral de cuatro días.
Kamerade dijo que todavía nadie había preguntado cuál era el número mínimo de horas de trabajo requeridas para lograr una salud mental positiva, y había una pieza faltante en la discusión sobre por qué trabajamos tanto, especialmente cuando entre el 9 y el 47 por ciento de los puestos de trabajo en los países desarrollados podría ser cubierto mediante la automatización.
Sin embargo, una observación importante para el estudio es que controló el ingreso. Eso significa que el hallazgo de los investigadores sobre el bienestar solo aplica si las personas que trabajan un día a la semana ganan la misma cantidad de dinero que las personas que trabaja más horas. Si realmente quisiéramos semanas laborales de ocho horas, se requeriría hacer cambios en las políticas, como impuestos, un ingreso universal o la redistribución de la riqueza, para no “aumentar las dificultades materiales de quienes se encuentran en el fondo del mercado laboral “, dijo Alex Wood, investigador de la Universidad de Oxford, quien estudia el impacto de la tecnología en las condiciones y las relaciones laborales, pero no participó en esta nueva investigación.
Wood dijo que los hallazgos se producen en un momento crucial, cuando los legisladores están pensando en la interacción de los trabajos, la automatización y el efecto del trabajo en la salud y el planeta. Varios empleadores en Suecia probaron recientemente el tener días laborales de seis horas. La BBC informó que en los primeros 18 meses, las enfermeras que participaron tuvieron menos días de incapacidad por enfermedad, sintieron que su salud era mejor y aumentaron su productividad.
Cambiar a un modelo de menos horas laborales tendría que significar realmente que trabajemos menos, no que condensemos una semana entera de trabajo en ocho horas, dijo Wood. En última instancia, eso significaría replantear nuestras ideas en torno al consumo —con menos horas laborales podría haber menos que consumir—, y tomar la decisión de centrarnos más en el tiempo de esparcimiento. Si podemos manejar eso, en lugar de temer al aumento de la automatización, podríamos intentar verlo como una oportunidad para alejarnos de nuestra cultura centrada en el trabajo.
“Los seres humanos no están diseñados para estar subordinados a otros para trabajar”, dijo Ewan McGaughey, profesor titular en el King’s College de Londres e investigador asociado en el Centro de Investigación de Negocios de la Universidad de Cambridge. “Somos animales sociales que valoramos el contribuir a la sociedad, pero también valoramos el ocio, la familia y la comunidad. Todas estas cosas requieren menos tiempo de trabajo”.
McGaughey cree que la tecnología solo tendrá un impacto negativo en nuestra relación con el trabajo si lo permitimos. Sin embargo, las políticas y leyes sociales podrían proporcionar capital para los trabajos, las garantías laborales y los empleos plenos con salarios justos, todo con menos horas.
Menos horas de trabajo también podrían permitirnos obtener algunos beneficios de bienestar derivados de nuestro tiempo libre, dijo Brendan Burchell, investigador en sociología de la Universidad de Cambridge y coautor del estudio. Ahora, todo lo que la mayoría de la gente realmente hace en su tiempo libre es prepararse para volver al trabajo. Lavamos nuestra ropa, compramos comestibles, limpiamos nuestras casas.
“Si vamos a avanzar hacia este momento en el futuro cuando tengamos más tiempo libre porque los robots y las máquinas inteligentes podrán desempeñar más actividades relacionados con nuestros trabajos”, dijo Burchell, “deberíamos tomar con seriedad el educar en las escuelas a las personas lo mismo para disfrutar y tener buenos momentos de ocio que para ser buenos empleados”.