Han huido de la violencia, la pobreza y el terrorismo, realizando el peligroso viaje a través del Mediterráneo, dejando atrás su vida en África u Oriente Medio. Sin embargo, la vida para los más de 100.000 migrantes que han llegado a Italia este año podría resultar igualmente peligrosa.
Esto podría ser especialmente difícil para los migrantes que no tienen el mismo estatus legal que los refugiados, ya que no reciben los mismos permisos de trabajo o ayuda financiera para ayudarlos a sobrevivir. Excluidos de la mano de obra legal, y con pocas opciones financieras, muchos son atacados por bandas criminales, con el apoyo de la mafia italiana, y empujados a una vida de esclavitud sexual y tráfico de drogas.
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Esto es lo que VICE News descubrió al visitar Ballarò, una pequeña zona mercantil y bastión de la mafia tradicional cerca de Palermo, Sicilia, donde la mafia de Cosa Nostra continúa ejerciendo su poder.
Sin embargo, la mafia ha comenzado a compartir poder en el territorio con Black Axe, una pandilla criminal nigeriana que ha establecido una lucrativa red de narcotráfico y trata de personas.
Lejos de luchar por el control territorial, la situación en Ballarò se ha vuelto lucrativa para la mafia italiana, que en esencia permite al grupo Black Axe vender drogas, siempre que paguen un “impuesto” —conocido como “pizzo”— para alquilar espacios en burdeles y beneficiarse del narcotráfico.
La situación se ha agravado tanto que la policía italiana ha utilizado las duras leyes pensadas para combatir a la mafia en contra de estos nuevos grupos por primera vez, lo que permitiría acelerar los procesos legales y enjuiciar a los miembros de Black Axe.
Se trata de un intento de evitar que otras pandillas recurran a medios similares de explotación en el país, mientras que el gobierno italiano continúa lidiando con la afluencia de personas a sus costas. VICE News fue hasta Sicilia, para escuchar a los inmigrantes atrapados en medio de esta situación.
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