Artículo publicado originalmente por VICE Canadá.
Voy a decir algo. Y si quieren, pueden pelear conmigo si eso es lo que les gusta hacer. Pero si deciden rechazarlo —y realmente preferiría que no fuera así— no va a hacer que la declaración que estoy a punto de hacer sea menos cierta.
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Superman ya no debería ser blanco.
Dije lo que dije. Ya tuvimos muchísimos momentos de despertar de consciencia como para poder admitir esto. Claro, todos conocemos la historia de origen del héroe, sacada directamente de la anticuada era de los 30, el mismo período que presentó a Jesús como un caminante del desierto con deficiencia de melanina. Pero ya pasamos por eso, ¿no? ¿No creen que es momento de que dejemos de hacer todo lo posible por conservar un canon de más o menos 80 años de historia de DC? Nadie debería ser tan ingenuo como para creer que un maldito intruso de otro mundo sería un tipo blanco de ojos azules, ¿cierto? Claro que no.
Entonces, ¿por qué escribo esto ahora? Como han reportado Variety, Deadline, y otros, Warner Bros. ya no se quedará con Henry Cavill para interpretar a Superman/Clark Kent. Los rumores hablan de problemas de salario, y falta de dirección, pero el gran nombre que ahora circula por el alboroto rojo y azul resulta ser Michael B. Jordan, para asumir el papel a continuación. Un hombre negro. Y mierda, tiene mucho más sentido.
Pensemos en verdad lo que el hombre en mallas personifica hoy en día: la presencia física blanca, fuerte, apuesta, masculina y joven —ejemplar a lo que es realmente— un ideal americano. Un héroe romántico para los siglos XX/XXI que se muestra incorruptible. Aterrizó en un mundo en una nave espacial fuera de su control. Fue obligado a integrarse en una sociedad mientras hacía su mejor intento para no ser visto como alguien amenazante. Y dentro del contexto de su historia de origen, eso no suena para nada como un tipo blanco promedio.
Los creadores originales de Superman, Joe Shuster y Jerry Siegel, ambos hijos de inmigrantes judíos, pintaron una imagen diferente. La meta, claramente, no era únicamente crear a un héroe pálido, cristianizado. Era crear un hebreo como Moisés que habría sido etiquetado como un extranjero en su época dentro de un contexto americano. La caracterización de Superman era un ideal envuelto en una posibilidad; que cualquiera podría convertirse en algo grande en Estados Unidos.
Ser cualquier tipo de inmigrante significa estar atascado entre la felicidad de ser recibido y el estigma duradero de ser diferente a los que lo rodean. No podría nunca creerle a un alien que tuviera el beneficio de esconder su aspecto alienígena simplemente poniéndose unos lentes. El hombre podía ser un periodista, lucir espectacular en un traje, y simplemente tener gente amándolo sin ser visto como una amenaza por el pueblo —su blancura, sus ojos azules, y sus pómulos de hierro esculpidos, le concedían ese privilegio de consideración. Un Superman negro nunca sería así de bien recibido. Él encajaría más en la línea de la visión original de Shuster y Siegal de ascender más allá del estatus de “alien” para convertirse en algo grande —una esperanza que Estados Unido ha afirmado promover desde su fundación. Y con algo que no sea “blanco”, dicho ideal se vuelve mucho más certero.
El pretexto, contexto, y cualquier maldita excusa racial para esos que se oponen a un Superman negro debería ser jodidamente obvia en este punto (sesgo racial). Digo, por supuesto, en el lado válido de las cosas, entiendo el problema común del intercambio de razas. Si alguien decidiera levantarse y quitarle el sabor a Black Panther y convertirlo en un tipo blanco, eso quitaría todo lo que hacía que el personaje fuera extraordinario gracias al canon. Su reino fue construido sobre una base de excelencia negra que escupió en la cara de la colonización blanca. Esa era la idea. También entiendo por qué las audiencias preferirían a un hombre negro apropiarse de un personaje originalmente negro, en lugar de tomar ventaja de la historia de un tipo blanco (de hecho sí tuvimos un Superman negro de otro universo y había Kryptonianos negros).
El súper hombre “blanco”, sin embargo, es tan solo un hombre hecho cada vez más blanco y más mesiánico con el tiempo. No tiene ninguna conexión con la intención original. En cambio, se ha convertido progresivamente en un modelo de lo desgastado y lo anticuado: una propaganda ficticia diseñada para prolongar la creencia de que la blancura se combina con la grandeza, la bondad, la inocencia y la fortuna.
En conclusión —dejando de lado la ciencia de absorber energía de sol y la melanina—, lo único que quiero es lo que se siente real en esta historia de origen. Quiero ver al arte reflejando a la vida a través de nuestra naturaleza humana de tener miedo a las personas que no entendemos. Quiero que el Lex Luthor skinhead (villano principal) sea el más real al decirle a un Superman negro que él tiene miedo de esa misma cosa que tampoco entiende.
Sin importar el color del próximo Superman, no podría importarme menos. Solo estoy cansado de pretender que es mejor siendo blanco.
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