El pálido y larguirucho programador Caleb Smith (Domhnall Gleeson) ha de afrontar la mayor prueba de su vida y, probablemente, de la historia de la humanidad: el test de Turing que acabará con todos los test de Turing. Su trabajo es determinar si la femenina y elegante Ava (Alicia Vikander), un androide diseñado por el magnate de los medios y jefe de Caleb, Nathan (Oscar Isaac), es un ser sensible o simplemente una máquina que parece ser sensible. La respuesta de Ava será el primer movimiento en un largo juego de ajedrez mental cuyo ganador podría cambiar lo que significa ser humano.
Esto es lo que hay en juego en Ex Machina, el debut como director de Alex Garland, guionista de Sunshine y 28 días después, que se estrenó en España el pasado mes de febrero. Sin embargo, Ava no es ni HAL, ni Skynet y Garland tiene una visión de la inteligencia artificial diferente a la de otros futuristas como Stephen Hawking y Elon Musk. “La intención de la película está lejos de querer presentar una moraleja sobre la inteligencia artificial”, dice Garland en nuestro nuevo documental sobre la película, que puedes ver arriba. “La precaución, desde mi punto de vista, solo va dirigida hacia los humanos”.
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La habilidad de la película para acercar los límites entre el drama de los personajes y la fábula de ciencia ficción se consigue gracias a la elegante y extrahumana actuación de Vikander. Según Garland: “Ava entra en el valle inquietante con su comportamiento físico, sus acciones y movimientos. Así que no hay nada que resulte obviamente robótico en la forma en que se mueve. De algún modo, todo lo que hace es una versión perfecta de lo que hacemos los humanos”.
La respuesta de Gleeson y Isaac ante la mujer fatal del siglo XXI que representa Vikander marca el hilo conductor de la historia, en contraste con las acostumbradas naves espaciales y explosiones de las películas de ciencia ficción modernas. “Teníamos 14 millones de euros de presupuesto, un buen puñado de dinero. Puede ser un presupuesto bajo para los estándares de películas como Avengers, pero es una cantidad alta para otros estándares”, explica Garland. Los recursos le dieron la libertad de crear una película del calibre de Hollywood construida con efectos especiales realistas y cinematográficos y un guion magistralmente elaborado.
La experiencia de Garland como guionista fue esencial en la producción de Ex Machina. “Todo se reduce a tres papeles que se desarrollan en un espacio muy reducido… únicamente con las palabras y el diálogo se crea la acción, el thriller, la ciencia ficción, el drama”, cuenta Vikander. La tensión que se concentra en ese espacio reducido hace que la narración avance más rápidamente que si tubiera cualquier otro impulsor. “No es muy común que tengas que representar un personaje en una película donde las escenas de acción son escenas de diálogo “, añade Isaac.
Otro aspecto tan importante para el presupuesto de Garland como el hecho de que los propios personajes fueran el motor de la historia, es que estuviera ambientada en un futuro muy cercano. “No tuvimos que reinventar las tazas con las que los personajes beben su té o los teléfonos que utilizan”, explica. “Eldiseño se adaptó a una película de bajo presupuesto, que es de lo que se trataba”.
Ava se encuentra con Kyoko (
La única excepción a esta regla fue Ava, cuyo cuerpo CGI concentra la mayor parte de los conceptos de ciencia ficción de la película, creando un fuerte contraste con los acostumbrados smartphones y ordenadores de mesa que vemos en el resto de la cinta. “Uno de los conceptos es que esta inteligencia artificial existe en forma de mente y el otro que ese nivel de robótica existe como algo físico”, explica Garland. “Ambos son completas fantasías y estamos muy lejos de ellos”.
Fantasía es una buena forma de describir lo que Garland crea con Ava. “Por la forma en que la presentamos y por todo lo que rodea a este robot, puede ver que estoy obsesionado con él”, confiesa Garland. “Siempre estoy del lado del robot, es algo que se puede ver en la película. La historia de amor es entre el robot y yo”.
Traducción de Rosa Gregori.
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