Identidad

¿Se podría considerar a los violadores de San Fermín como un grupo criminal?

En las últimas semanas han sido difundidos diferentes mensajes de los presuntos violadores de San Fermín procedentes de sus conversaciones de WhatApp. En grupos como “Veranito” o “Manada” compartían todas sus fechorías con aparente impunidad. A ninguno de los amigos les parecía extraño que hablaran de violaciones o de comprar drogas o cuerdas para llevar a cabo sus planes. Cada uno la dejaba caer más gorda ante la impasividad y las risotadas del resto. Como si todo fuera una gran broma.

Los primeros mensajes que aparecieron fueron aquellos que se dieron a conocer al poco tiempo de que el juez de instrucción ordenara el ingreso en prisión de los cinco hombres. “Follándonos a una entre 5. Puta pasada de viaje”, señalaba uno de esos mensajes en alusión a la joven de 19 años violada la misma noche del 7 de julio coincidiendo con el inicio de las fiestas de San Fermín.

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Pero los mensajes se han ido repitiendo a lo largo de las semanas. “Hay que empezar a buscar el cloroformo, los reinoles, las cuerdas… para no cogernos los dedos porque después queremos violar todos”, escribía también uno de los imputados en un otro grupo paralelo de WhatsApp en el que planificaban otro escapada a un festival en Cádiz.

Se podría llegar a considerar que los autores forman parte de algún tipo de entramado criminal, lo que supondría un delito en sí mismo además del delito de violación

Laia Serra, abogada penalista y especialista en temas de género, apunta en primer lugar a que la obtención de estos mensaje de WhatsApp sería perfectamente lícita al provenir de una decisión judicial. “Todo delito se conforma por una conducta unida a una intencionalidad y estos WhatsApp refuerzan la prueba del elemento intencional”, razona. “Estos mensajes sugieren que estas personas actuaban con un modus operandi bien definido y que planificaba sus agresiones con antelación. Había un consenso sostenido acerca del plan delictivo. Para la aplicación del Derecho no hay una fórmula única, hay que encontrar las combinaciones que se ajusten al máximo a los hechos cometidos y a la proporcionalidad del castigo”, sugiere.

A raíz de la investigación de los hechos de San Fermín, el juez también está investigando la posible violación de una joven en Pozoblanco (Córdoba) hace unos meses por parte de cuatro de los imputados. Esto probaría que la violación de San Fermín no fue un caso aislado.

Además, la definición de grupo criminal en el código penal presta atención a que el grupo disponga de los medios necesarios para cometer el delito o que disponga de armas o instrumentos peligrosos. En algunos de los mensajes de WhatsApp también se refieren a esto: “Yo llevo la pistola, no quiero mamoneos cuando estemos borrachos se saca la pistola”, apuntaba el imputado guardia civil.

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Se podría plantear si su manera de actuar encaja en el delito de pertenencia a “grupo criminal”. Des del 2010, el Código Penal prevé en su artículo 570 diversas formas de delincuencia organizada, des de entramados muy sofisticados con un largo recorrido delincuencial hasta simples uniones de personas, sin jerarquías, pero que de manera reiterada se dedican a cometer delitos. El artículo 570 del código penal habla de “grupo criminal” y prevé para este delito una modalidad específica para aquellos grupos que se dedican a cometer delitos contra la libertad e indemnidad sexuales. Sin embargo, no hay jurisprudencia al respecto. Sólo hay precedentes de condena en casos de grupos dedicados al tráfico de drogas, robos, falsificaciones, prostitución forzada y trata.

Maria Gavilán, magistrada de un juzgado de primera instancia e instrucción con competencias en el ámbito de violencia sobre la mujer, subraya especialmente esta distinción clave entre coautoría y grupo criminal.

“En ambos casos tiene que existir un acuerdo previo de cometer un delito entre dos o más personas. Pero para que se de un grupo criminal tiene que existir un reparto de roles, ello no significa necesariamente que tenga que existir una figura de un líder. Además debemos tener cierta estabilidad, es decir, que la acción delictiva se repita en el tiempo” explica Gavilán, quien insiste en que no es tan sencillo determinar la existencia de un “entramado criminal”. También destaca que el código penal prevé un tipo especial agravado cuando se trata de una violación múltiple, así como cuando se da con alevosía, en aquellos casos en los que, por ejemplo, se droga a la víctima (sumisión química) para violarla.

“Sea como fuera, tanto si se diera un grupo criminal o no, en el caso de los imputados de San Fermín estamos hablando de penas muy altas”, recalca la abogada Serra. Según el código penal, cuando se realiza una violación conjunta (art. 180) las penas de prisión pueden ir de doce a quince años.

A través de estos mensajes que se han ido difundiendo nos hemos ido aproximando a la lógica de estos cinco hombres, todos ultras del Sevilla, y entre los que encuentra un guardia civil y un militar. Entre ellos ha destacado la figura de José Ángel Prenda Martínez, alias “El Prenda”, cuyo tatuaje en el torso fue clave para la detención de los cinco imputados.

Recientemente se ha sabido, además, que El Prenda ha escrito una carta desde la cárcel en la que acusa a la víctima de “mentir” y le pide que diga la verdad y deje de hacer sufrir a cinco familias. En cuanto a los mensajes de WhatsApp ha dicho que “son de niñato, pero iban en broma, no pasan de ahí y por eso no me pueden poner de violador”.

“Con toda la información de la que se dispone es muy poco creíble argumentar que se trataba de bromas de mal gusto. El resto de pruebas de las que se tiene conocimiento indican todo lo contrario. La maniobra de redactar una carta pidiendo a la víctima que desmienta los hechos es muy grave. Incrementa el daño emocional a la víctima, y pretende transformar el agresor en víctima, una estrategia clásica en las agresiones sexuales”, recalca Serra.

Cuando se actúa en masa, el grupo nos influye a nosotros y nosotros influimos al grupo. Se tiende a instalar un pensamiento global más primario e instintivo

Otro de los imputados, Alfonso Jesús Cabezuelo Entrena, lucía otro tatuaje en el tobillo derecho en el que ponía “El poder del lobo reside en la manada”, un término recurrente entre ellos y que hace alusión igualmente al nombre del grupo de WhatsApp, “Manada”, del que formaban parte todos los imputados.

“Cuando se actúa en masa, el grupo nos influye a nosotros y nosotros influimos al grupo. La individualidad se disuelve y predomina un pensamiento global que, en general, tiende a ser más primario e instintivo”, explica Soledad Calle, psicóloga colegiada experta en temas de género, y que nos sirve para entender ese pensamiento único que parecía primar en la “manada”. “Evidentemente esto no exime de responsabilidad a cada uno de estos individuos porque cada uno elige con quien desea agruparse”, argumenta Calle.

“Estas vacaciones son la prueba de fuego para ser un lobo“, le enviaba antes del viaje el guardia civil Antonio Manuel G.E. a Ángel B.F, otro de los imputados, a lo que el aludido respondía con un “Jaja, no que aún no he hecho méritos para ser un lobo”.

“Yo no creo que estas personas que escriben esto sean personas enfermas o con una afectación mental, saben perfectamente lo que están haciendo. Pero lo hacen desde un código en el que no pueden conectar con sus sentimientos ni con los de nadie, no conectan con el miedo, ni con el dolor, ni con nada. Son objetos. El toro es un objeto, la mujer es otro más”, explica Calle.

“Estos individuos de San Fermín se sentían orgullos y legitimados para ello. Y, tal y como se desprende en algunos de estos mensajes, se reunían para transgredir la norma. Esto apoyaría la tesis de que se organizaban como banda criminal para cometer delitos”, argumenta Calle.

El día que el rechazo sea unánime no se sentirán amparados para seguir delinquiendo

Para Calle, la mayor parte de agresores sexuales que actúan en grupo tienden a cumplir con determinados “rasgos psicopáticos”, los cuales son un simple rasgo de personalidad, no son por si mismos una patología. “Hay muchos ejemplos de psicópatas integrados en nuestra sociedad, incluso en las instituciones, lo hemos visto en este caso con el guardia civil”, explica. “Los psicópatas son personas que utilizan al resto para conseguir sus fines. Pero no siempre tienen por qué acabar delinquiendo”, razona.

Existen investigaciones al respecto con personas con rasgos psicopáticos que demuestran que trabajando la empatía e invirtiendo en tratamientos a largo plazo se pueden conseguir resultados. “Aunque no sabemos su efectividad al cien por cien”, recuerda Calle. “Para mí está claro que hay que invertir en investigación, hay que tratar a las víctimas, pero también a los agresores, porque sino la violencia continuará con otras mujeres”, resalta.

¿Y sirve la cárcel a estas personas como medida de corrección? “La cárcel es una medida de castigo y de momento es lo que tenemos. Sí que hay personas que han cambiado, aunque esto es un proceso largo, que implica modificar la forma de ser y estar en el mundo. Y sobre todo necesitamos mucha investigación para encontrar terapias efectivas, especialmente en chicos jóvenes”, indica.

Laia Serra apostilla, y concluye: “Para evitar violencias futuras el mejor remedio es que se acabe la tolerancia social respecto a los agresores. El día que el rechazo sea unánime no se sentirán amparados para seguir delinquiendo”.