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el inolvidable 'henke'

Soy Leyenda: Henrik Larsson

Los aficionados españoles le conocen por su paso por el FC Barcelona, pero el Henrik Larsson más auténtico fue el delantero con rastas que deslumbró con los colores del Celtic de Glasgow. Esta es su historia.
Illustration by Dan Evans

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El mito de Glasgow

Sed honestos: ¿qué es lo primero que pensáis cuando oís las palabras "futbol escocés"? ¿Sois de los que creen que se trata de un oxímoron? ¿O pensáis en campos embarrados, aficiones alocadas y patadones a seguir? ¿Tal vez en una nación que vive de los éxitos del pasado, o en 'hooligans' bebiendo cerveza con gorras tipo 'See You Jimmy'?

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Muchas veces se olvida que el fútbol escocés era muy distinto del actual en los años 90 y principios de los 2000. En esa época, el Glasgow Rangers, por ejemplo, era un equipazo —ayudado, eso sí, por una evasión de impuestos masiva— capaz de fichar a jugadores como el gran Paul Gascoigne o el ex capitán de Holanda Gio van Bronckhorst.

Su vecino ciudadano, el Celtic, estaba muy por debajo en aquellos tiempos. El club verdiblanco intentaba sacudirse la mala gestión de mediados de los noventa por todos los medios: los 'bhoys' invirtieron cantidades jamás confesadas en Andreas Thom (que salió bastante bien) y en Ľubomír Moravčík (que salió genial). Así que cuando el club firmó al sueco Henrik Larsson no hubo ni demasiada expectación ni un gran escándalo: la gente no pareció apasionarse en exceso.

Las rastas de Henrik Larsson tenían una personalidad irresistible: normal que los defensas —aquí, los del Durnfemline— cayeran de culo ante su majestad. Imagen vía Reuters.

Cuando en uno de sus primeros partidos con el Celtic el joven delantero de 'look' rastafari cometió un error de bulto que costó un gol absurdo a su nuevo equipo, nadie imaginó que siete años después ese mismo futbolista se iría entre las lágrimas de los aficionados con la vitola de último jugador de clase mundial del club.

Siendo realistas, era prácticamente imposible que se quedara durante toda su carrera: otros delanteros como Pierre van Hooijdonk y Paolo Di Canio ya habían hecho las maletas para irse a la Premier League, así que nadie echó en cara a Larsson que dejara Celtic Park cuando el FC Barcelona llamó a su puerta.

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Centrémonos ahora en su fútbol en Glasgow. Para los aficionados del Celtic, no había nada como verlo jugar a tope. Tomemos el siguiente gol como ejemplo.

Este es el tipo de cosas que hacía 'Henke' en Escocia, particularmente en los años del entrenador Martin O'Neill, cuando el sueco parecía sencillamente imparable. Hat-tricks en finales de copa, goles valiosos en partidos de competiciones europeas, chicharros históricos en el 'Old Firm' frente al Rangers… de todo.

Con Larsson en el campo y O'Neill en el banquillo, el Celtic se aupó a la cima del fútbol escocés. Chris Sutton, John Mjallby, Didier Agathe y Steve Guppy —precioso nombre— acompañaron a 'Henke' a la gloria: los 'hoops' ofrecieron brillantes tardes de fútbol y llegaron a deslumbrar a Europa con victorias como el 4-3 de 2001 frente a la Juventus de Turín.

Días grandes en Celtic Park.

Tan y tan cerca: la Copa de la UEFA de 2003

Hablando desde mi subjetividad, hay muy pocos jugadores, tal vez ninguno, que puedan jugar como lo hizo Henrik Larsson. La variedad de goles, la forma en que colocaba su cuerpo para disparar, su habilidad en los tiros libres y penaltis, tiros de larga distancia y de un toque… Larsson era colosal.

En Glasgow, el sueco ganó cuatro Scottish Premier Leagues, dos Copas y dos Copas de la Liga: en 221 partidos oficiales con el Celtic, Henrik anotó 180 goles, una cifra absolutamente sensacional. En los tiempos de Ronaldo Nazário, Raúl González, Thierry Henry y Andriy Shevchenko, un delantero sueco que jugaba en Escocia logró llevarse la Bota de Oro: Larsson metió 35 goles en una sola temporada y ganó el preciado trofeo en 2001.

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Larsson manda el balón al fondo de las mallas de Vítor Baía en la final de la Copa de la UEFA de 2003 frente al FC Porto. Foto de Jeff J. Mitchell, Reuters.

En Escocia, todo el mundo sabía que Larsson podría haberse ido en cualquier momento a un candidato a la Champions League, pero el sueco no lo hizo: se quedó en Celtic Park para dar allí sus mejores años, y encima lo hizo evitando la vida nocturna de Glasgow, un terreno pantanoso donde todo el mundo espera a que cometas un error.

Aunque el cenit goleador de Larsson llegase en la temporada 2000-01 —el sueco metió 53 goles entre todas las competiciones—, el gran legado de Henke siempre será la mayor alegría (y decepción a la vez) reciente de los aficionados del Celtic: la final de la Copa de la UEFA de 2003 frente al FC Porto de José Mourinho, Deco y compañía.

Qué campañón de Larsson ese año en Europa. El Porto se terminó imponiendo por 3-2, pero Henrik les puso dos veces en el alambre: cada vez que los 'dragões' se adelantaban, el sueco aparecía para devolverlos a la vida real. En esa inolvidable tarde de mayo en Sevilla, Larsson respondió a cada gol del Porto: si Derlei marcaba en el 45, ahí estaba Henke para empatar en el 47; si Dmitri Alenichev volvía a poner a los lusos por delante, ahí llegaba Larsson para nivelar de nuevo el encuentro.

El gol definitivo de Derlei en la prórroga permitió que Mourinho levantara su primer gran título europeo, pero los dos cabezazos inapelables de Larsson quedaron grabados a fuego en el imaginario popular del Celtic… y me atrevería a decir que del fútbol europeo.

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Por su inquebrantable lealtad, irresistible personalidad y exquisito talento, el nombre de Larsson aún se corea en los partidos del Celtic. Los 'bhoys' trataron de reemplazarlo —Robbie Keane, Maciej Zurawski, Gary Hooper, Morten Rasmussen, Henri Camara, Leigh Griffiths y muchos más lo intentaron con diferentes grados de éxito—, pero era imposible: como Henrik Larsson solo había uno.

Barcelona y la gloria europea

Tras la inolvidable Eurocopa de 2004 —el torneo internacional de fútbol con un final más sorprendente en décadas—, Larsson finalmente abandonó Celtic Park. Cabe decir que Henrik tuvo buen gusto: escogió la Liga española, un campeonato en claro ascenso. 'Henke', además, eligió particularmente el FC Barcelona, que tras su paso por el desierto en los primeros años del tercer milenio salía por fin de la oscuridad gracias a la sonrisa de Ronaldinho.

(Paréntesis: por cosas de la vida, precisamente el Celtic había sido el verdugo del Barça en la Copa de la UEFA 2003-04… y Larsson fue el autor de la asistencia de gol que decidió la eliminatoria).

El verano de 2004 fue muy movido en Barcelona. En esa ventana de traspasos se marcharon futbolistas históricos del club, como Phillip Cocu y Patrick Kluivert, y llegaron nuevas figuras como Samuel Eto'o, Deco o Giuly: la revolución que había iniciado el equipo azulgrana un año antes empezaba a cristalizar —y Larsson iba a formar parte de la misma.

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Una nueva generación: Deco, Eto'o, Larsson y Ronaldinho cambiaron el panorama en una Barcelona deprimida tras los tristes años de Joan Gaspart. Foto de Albert Gea, Reuters.

Por alguna razón imposible de explicar que pertenece a los estratos más profundos del subconsciente humano, el Camp Nou amó a Larsson desde el primer día. No sé si por su profesionalidad, por su rictus siempre serio, por no quejarse nunca o por su exótica sonrisa, pero el caso es que el coliseo barcelonés, tan frío y reacio a premiar a sus jugadores, enseguida coreó el nombre del sueco y le convirtió en uno de sus favoritos… y eso que en su primer año Larsson no tuvo suerte: en su primer partido frente al Real Madrid, el sueco se rompió el ligamento cruzado de la rodilla derecha y tuvo que pasar por el quirófano.

El Barça consiguió ganar la Liga 2004-05 —su primer título en casi cinco años— prácticamente sin el concurso de Larsson, que estuvo ausente durante seis meses. De cara al año 2005-06, sin embargo, el panorama cambió: esa sería la gran temporada de Larsson en el Barcelona. El sueco marcó 15 goles en 42 partidos… y además, fue decisivo en el mayor triunfo azulgrana desde 1992.

Declaración final

El 17 de mayo de 2006, el Arsenal FC y el FC Barcelona se enfrentaron en el estadio de Saint-Denis, en París. Los 'gunners', que se habían quedado con diez en el minuto 18 tras la expulsión de Jens Lehmann, lograron no obstante adelantarse gracias a un gol a balón parado de Sol Campbell.

El Barça sufrió lo indecible por remontar y tuvo que usar su banquillo para intentar revertir la situación: con ese objetivo saltaron al campo Juliano Belletti, un jovencísimo Andrés Iniesta…

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…y Henrik Larsson.

Tras el partido, la gran estrella del Arsenal fue el primero en rendir pleitesía a Larsson. Aún abatido por su derrota, Thierry Henry aseguró lo siguiente frente a los periodistas:

La gente habla mucho de Ronaldinho, pero yo no le he visto hoy: he visto a Henrik Larsson. Él cambió este partido, lo mató.

Sigue al autor en Twitter: @tweeteuan