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mito

Una C que no fue: un recuerdo de aquella final Cruz Azul - América

La leyenda cuenta que al trofeo ya le habían comenzado a grabar el nombre del Cruz Azul; así de cerca estaban de alzarlo, dicen.
Foto: Liga Bancomer MX

Una pequeña puerta de metal se abre. El ruido de la cadena y del candado aseguran el lugar en el que a lo lejos se escuchan unas lijas intensas, violentas. Agudas. Hay aserrín en el suelo. Huele a metal fundido. A campeonato.

En el taller de José Juan Marmolejo nacen los sueños. Ahí se fabrica el trofeo de Campeón del futbol mexicano. Y ahí se aclaran también uno de los más grandes mitos de las Finales de la Liga MX.

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Aquella leyenda urbana que refiere que el trofeo ganado por el América en penales a Cruz Azul, en el Clausura 2013, ya tenía grabada la "C" a causa del inminente triunfo celeste, es mentira. Como la mitología requiere de exageraciones, se contó tal historia como pretexto para darle más relieve a una de las últimas instancias más dramáticas de los libros del futbol nacional.

Marmolejo desmiente y explica lo que sucedió aquella noche de lluvia torrencial, que le aceleró el pulso y le desvió la puntería cuando grababa en plata el nombre del Campeón.

"Me puse nervioso y se me fue para abajo el taladro. Era como de película, con la lluvia en el Estadio Azteca. Muchos creen que fue porque había puesto la 'C' de Cruz Azul, porque ya iba a coronarse, pero con la adrenalina y todo fue cosa mía".

Así lo recordaba José Juan, con la Virgen de Guadalupe como testigo, mientras elaboraba el trofeo de cara a la Final de Gallos vs. Querétaro. En el taller se mezclan los olores. Se funden los anhelos y se le dan forma a los escudos de los equipos que han de ser contendientes para levantar la dama de plata.

Marmolejo recordaba en aquella sesión que lejos de enfadarse, la directiva del América, comandada por Ricardo Peláez, quiso que tal yerro permaneciera en el trofeo, como recuerdo épico del triunfo obtenido aquella noche del 26 de mayo de 2013.

Tal situación le sorprendió, porque él consideraba que su trabajo tenía una cuota de error. Pero no. A veces los errores son oportunidades, y en este caso, fue una plagada de memorias exageradas.

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Con este antecedente, aquella Final se reedita este sábado. Gerardo Torrado la define como algo "increíble".

En entrevista, se le vienen los recuerdos amargos de aquel partido propio de guión cinematográfico.

¿Cómo sufriste aquella Final perdida contra las Águilas?

"Son partidos que cuando los recuerdas dices: 'Es inexplicable lo que pasó. ¡Cómo pudo haber sucedido! Aficionados y jugadores sufrimos mucho ese partido, pero también se aprendió mucho: No puedes dar un partido por terminado hasta que el árbitro no lo pite", rememora.

Cruz Azul ganaba 2-0 en el marcador global; incluso pudo ampliar la cuota, pero Teófilo Gutiérrez envió el balón al poste dos veces, en una décima de segundos. Las Águilas jugaban con diez hombres por la expulsión tempranera de Jesús Molina.

Todo era esperanza para la causa celeste, que, en ese entonces, acumulaba 15 años sin alzar un trofeo de Liga.

Después todo confluyó para que aquella Final tuviera proporciones bíblicas. El América hizo lo imposible, comandado por un cabezazo agónico de Aquivaldo Mosquera. A falta de dos minutos por jugarse, ese gol serviría como catapulta anímica. Y entonces apareció Moisés Muñoz: el héroe inesperado. El arquero azulcrema cabeceó una pelota, que después fue ligeramente desviada por Alejandro Castro. Jesús Corona era vencido y, en medio de la euforia, las Águilas forzaban así a los improbables tiempos extra.

En los 30 minutos prevaleció la paridad y fue en la serie de penaltis donde se definió todo. Miguel Layún fue el encargado de dictar condena celeste y de darle el onceavo campeonato a los de Coapa, con un penalti dramáticamente atinado. El trofeo reposa en la vitrina del América, al lado del estacionamiento en Coapa. La "C" falsa es un juego del destino. Una memoria de lo que se quiere que sea, aunque no haya sido. Una prueba de que las hazañas reclaman anécdotas maximizadas por el orgullo.