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el deporte más peligroso

Hablamos con saltadores BASE sobre el arte de volar y no morir en el intento

Para un humano, emular a un pájaro o un avión es posible... pero hacerlo es sinónimo de enfrentarse a la muerte en el día a día: así lo viven los protagonistas.
Imagen vía Reuters

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Las estadísticas son claras, el salto BASE es uno de los deportes extremos más letales del mundo. Desde 1981, más de 300 personas han fallecido practicando esta modalidad de paracaidismo según el único registro pseudo-oficial que existe. Lo preocupante es que el ritmo ha incrementado exponencialmente.

En 2016 ya han fallecido 31 personas, el peor año para lo que desde fuera —y según la estadística pura— parece ser el deporte más peligroso del planeta. ¿Y es eso cierto? Sí, aunque las probabilidades exactas no se pueden determinar ya que no hay un registro de saltos preciso al 100%.

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La pregunta que se hace todo el mundo es, ¿por qué mueren tantos saltadores BASE últimamente? "Este boom de muertes está directamente relacionado con el uso del traje de alas [o wingsuit]", explica a VICE Sports Éder Navacerrada, un sevillano de 32 años que lleva más de media vida surcando los cielos.

Salto BASE con wingsuit o traje de alas. Imagen cedida por Éder Navacerrada

Hay más factores: cada vez hay más gente que practica el deporte, no hay ninguna regulación ni registros oficiales del mismo y la atracción mediática por las tragedias ha aumentado significativamente el aura de fatalidad que rodea este tipo de saltos —se llegó a decir que uno de cada 60 saltadores murió en 2002, pero es una cifra sin bases fundadas.

Dentro del salto BASE —acrónimo inglés de Building (Edificio), Antenna (Antena), Span (Puente) y Earth (Tierra), los lugares desde que los practicantes se lanzan al vacío— hay un gran abanico de modalidades, pero últimamente hay dos que destacan sobre el resto: la más conocida ahora es la del wingsuit o traje de alas, que de hecho es la más peligrosa; la tradicional, que se empezó a practicar en los ochenta, consiste en saltar desde una superficie fija y conlleva un riesgo menos pronunciado.

"Después de probar muchas disciplinas, el salto BASE se me presentó como la forma de vuelo más pura. Hay una relación muy directa con el viento, manejas el cuerpo como un avión, es la mejor manera de relacionarte con el aire", describe Éder, que en su día a día es piloto de extinción de incendios. El traje de alas, en su opinión, convierte al humano en un caza de combate.

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Salto con wingsuit desde un avión, un entrenamiento necesario según los expertosa pesar de la falta de regulación. Imagen cedida por Laura Fernández.

"Al principio te dicen que eres una loca, pero por simple desconocimiento, no saben ni lo que haces ni cómo", reconoce a VICE Sports Laura Fernández, una leonesa de 36 años que ha saltado más de 500 veces en avión y ya va por los 100 saltos BASE. "Las personas que te quieren lo respetan, a veces es difícil de entender, pero con el paso del tiempo ven lo que haces y saben que es lo que te hace feliz y te gusta".

"Cuando nadie muere ningún medio quiere saber nada del salto BASE, pero si alguien palma de repente tenemos 40 llamadas", se queja —y con razón— Álex, un bilbaíno de 39 años que es miembro de la Asociación Española de Salto BASE. Es la única organización de esta disciplina en nuestro país y, según los cálculos de la misma, en España hay un total de 60 saltadores.

La muerte es algo con lo que conviven la mayoría de ellos, ¿pero saben dónde se están metiendo? "Cuando muere un compañero no me tira para atrás, pero me hace planteármelo como una disciplina muy compleja que requiere mucho entrenamiento y mucha cabeza. No estamos haciendo algo a lo que se le pueda perder el respeto", asegura Éder.

El contacto con la naturaleza y la sensación de control absoluto y libertad atraen a los paracaidistas hasta esta disciplina. Imagen cedida a VICE Sports

"El que piense que nunca le puede pasar nada está equivocado, es igual que tener un coche y pensar que jamás vas a tener un accidente", añade Laura. La última muerte española —Abraham Cubo, un madrileño de 38 años— se produjo hace dos años en Brento, Italia, pero todavía resuena el eco mediático de los decesos del aventurero Álvaro Bulto y el cocinero Darío Barrio.

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Todos coinciden en que la falta de educación y organización es un problema crítico. "Hay poca educación incluso para los cursos de parapente o submarinismo, no solo en lo nuestro", dice Éder. De hecho, el problema es que no hay cursos de salto BASE, es algo que se hace en comunidad, sin instructores oficiales. La disciplina no está regulada como deporte y no hay federación, así que se basa mucho en la autogestión.

"Se trata de una práctica que no fomentamos y creemos no debe ser considerada ni paracaidismo por el alto nivel de riesgo que implica", apuntan desde Skydive Madrid, una empresa especializada del sector. Nadie puede impedir que vayas a una tienda a comprar un traje y un paracaídas —aunque el precio no bajará de los 6 000 euros—, ni tampoco que vayas a un acantilado y te tires sin más.

El Proximity es una de las modalidades de salto BASE con wingsuit más peligrosas, ya que trata de acercarse al máximo a la pared de la montaña u otros objetos naturales. Imagen cedida por Éder Navacerrada

"Nadie quiere matarse, sino lo más fácil sería tirarse sin paracaídas", apunta Alex. "Hay muchas formas de hacer BASE, puedes guardar los márgenes o no". Se puede ser 'conservador' y minimizar los riesgos, pero siempre hay gente que lo lleva al límite.

Agosto es el mes negro del salto BASE, y este año han muerto 15 saltadores. El motivo es sencillo: en invierno no se puede practicar y, tras prepararse y acumular saltos de menor riesgo durante la primavera, el verano es la mejor época para buscar nuevos horizontes. El incremento de la mortalidad se debe, además de la cantidad, a la calidad de los saltadores.

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En primer lugar, con YouTube y la moda de "ser el héroe" hay mucha gente que ni practica ni se interesa lo suficiente antes del salto para poder responder a situaciones peliagudas. Sin duda, es un deporte en que el margen de error es mínimo y solo se aumenta a base de mucho entrenamiento. Por otro lado, hay las muertes más desconcertantes, las de los auténticos expertos.

"Al igual que pasó hace muchos años con el paracaidismo o años atrás cuando se invento el avión, muchos saltadores experimentados están intentando innovar con el riesgo que ello conlleva. Hacen saltos increíbles que jamás el ser humano pudo pensar que se podrían hacer, se abren nuevas vías y nuevos caminos", afirma Laura.

Imagen cedida por Éder Navacerrada

Alexander Polli, por ejemplo, encontró el límite. "Intentó hacer un tonel a tres metros del suelo y ese día no le salió bien", comenta Alex. A velocidades que superan los 150 km/h cualquier detalle importa. La comunidad, aseguran los saltadores, estudia a través de las redes cada caso para determinar los motivos de los accidentes y aprender de los errores de los demás.

Internet, sin embargo, también ha hecho daño a la disciplina. "Esos saltos que luego ves en un vídeo de dos o tres minutos tienen una preparación de meses, a lo mejor pasan 20 o 40 veces por la misma línea. Es como las motos. Los pilotos echan muchas vueltas antes de pisar a fondo en la curva crítica del circuito", compara Alex.

Por supuesto, hay quienes se han retirado "a tiempo". El prestigioso alpinista Chris McNamara dejó el salto BASE porqué entendió que era demasiado arriesgado. "Quizás no haya nada igual a un salto BASE con wingsuit, pero hay muchas cosas ahí fuera", explicó a través de su blog.

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Sin escuelas ni licencias se trata de tener sentido común, saber lo que está en juego y sentir una atracción irresistible, ya que en el fondo saltar al vacío requiere altas dosis de pasión y seguridad en uno mismo. ¿Por qué, a pesar de todos los peligros, siguen saltando?

"Me gusta el contacto con la naturaleza", apunta Alex. "No puedes dejar de hacer lo que te define como persona", añade Éder. Laura remacha con algo que también han mencionado sus compañeros, el control total: "Es una sensación de libertad única".

El siguiente paso para ellos es hacer llegar el deporte y su verdadera esencia a más personas, que entiendan que no todo son muertes y tragedias, aunque tampoco puedan negar que eso también forma una parte relevante de su disciplina.

Los saltadores conocen los riesgos, pero piden que les dejen saltar en paz.

Sigue al autor en Twitter: @GuilleAlvarez41