Infecciones de orina, cortes y huesos rotos: el dopaje en los Juegos Paralímpicos
Ilustración de Lucile Lissandre

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Rio 2016

Infecciones de orina, cortes y huesos rotos: el dopaje en los Juegos Paralímpicos

El 'boosting' es el dopaje más común y difícil de detectar entre los deportistas con discapacidades. ¿Vale realmente la pena romperse un pie o ponerse enfermo para ganar un oro?

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En los meses previos a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, los escándalos de dopaje se han ido acumulando: el equipo de atletismo ruso se hinchó a pastillas, los jugadores algerianos tiraron de cocaína y la tenista Maria Sharapova reconoció haber usado meldonium. Vaya, que estamos preparados para cualquier cosa.

Los atletas paralímpicos, por ejemplo, tampoco se libran de los casos de dopaje. Hay, eso sí, una diferencia importante, y es que la mayoría no usan ni drogas ni fármacos para mejorar su rendimiento. Hay métodos más naturales y difíciles de detectar: un corte en la pierna, un hueso roto, una descarga eléctrica… todo vale para mejorar el rendimiento.

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En el equipo de silla de ruedas del club de atletismo Revival de Saint-Cyr-sur-Loire (RCSS), el asunto da mucho que hablar. "El dopaje no escapa el handisport [atletas con discapacidades físicas o sensoriales], está presente en todas las disciplinas y en cualquier edad", explica Gwenaël, entrenador del equipo juvenil. El rendimiento deportivo, al fin y al cabo, es el mismo concepto para los deportistas con o sin discapacidad.

Un atleta en silla de ruedas entrena en el club de atletismo de Saint-Cyr-sur-Loire (RSSC). Foto de Sophie Lamberts.

Autolesionarse para ganar

A pesar de que el EPO y las hormonas de crecimiento estén prohibidas como en el resto de deportes, hay vías alternativas como el boosting. Esta técnica, que aplican los deportistas con parálisis, consiste en autolesionarse voluntariamente para conseguir mayor flexibilidad en distintas partes del cuerpo. La respuesta física del organismo a las heridas es la autodefensa, que implica que el ritmo cardiaco aumenta, la circulación sanguínea sube y la mente nota un pico de adrenalina. Los tiempos por vuelta, en consecuencia, también mejoran.

"Las técnicas son muy variadas, desde hacerse un pinchazo en el muslo hasta fracturarse el dedo pequeño del pie", confiesa Gwéanël mientras entrena a un par de sus pupilos. Philippe Ghestem conoce bien el fenómeno y ha intentado combatirlo desde su puesto de director de prevención y lucha contra el dopaje de la Federación Francesa de Handisport (FFH). Según él las prácticas más comunes son las heridas, las fracturas y, sobre todo, la saturación de la vejiga.

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Esta última práctica es común entre los atletas que usan sondas urinarias y consiste en beber hasta la saciedad justo antes de la competición, bloquear la evacuación de líquidos del catéter y contraer una infección urinaria. El resultado de todo esto, por increíble que parezca, es una mejora del rendimiento atlético. Thomas, un jugador de rugby tetraplégico, lo explica: "Es un método doloroso e incómodo para los tetrapléjicos, pero los parapléjicos no sienten nada, igual que al romperse los huesos.

Un campeón paralímpico de natación, que prefiere mantener el anonimato, asegura que muchos deportistas de alto nivel han recurrido al boosting. "Me parece más sencillo engañar a través de la discapacidad que arriesgar la vida con el dopaje", comenta. Otra estrategia es fingir o exagerar la discapacidad, como el caso del equipo de baloncesto paralímpico español que ganó el oro en Sydney 2000.

"Lo que importa es el resultado"

Según Philippe Godin, psicólogo deportivo, la principal motivación de los atletas discapacitados que se dopan es obtener reconocimiento. "Es en cierta manera una competición y mimetización con los deportistas válidos, que son ultramediatizados, financiados y valorados", afirma. Es cierto que una medalla olímpica, cualquiera, no es lo mismo que un oro paralímpico. "Una medalla de oro en los Juegos Paralímpicos no tiene el mismo efecto que un oro, una plata o incluso un bronce en los Juegos Olímpicos. En general, los deportistas discapacitados nos dan igual", se enfada Gwéanël.

Lo curioso es que nunca faltan ejemplos de superación en los medios, con la condición de que sean historias épicas: Jamie Andrew escala las montañas más altas del mundo a pesar de no tener ni pies ni manos; Philippe Croizon, sin brazos ni piernas, atravesó el canal de la Mancha (33 km.) nadando… Para salir del anonimato, ciertos deportistas válidos e inválidos están dispuestos a todo. "Para algunos discapacitados, un brazo o una pierna ya no representan gran cosa. Lo que cuenta es el resultado", asegura Godin.

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"El 'boosting' tiene un precio"

Por supuesto, autolesionarse presenta riesgos para la salud. Desde dolores de cabeza hasta nauseas, pasando por un accidente cardiovascular, el boosting puede resultar letal. "Tiene un precio. El proceso de curación de un atleta con discapacidad es mayor que la de los capacitados. Igual que cualquier forma de dopaje, también puedes perder la vida", sentencia Gwéanël.

Según una encuesta del Comité Paralímpico Internacional (IPC) en 2008, un 17% de los atletas handisport recurrieron a técnicas para aumentar el rendimiento. Entre el colectivo más afectado, según Ghestem, están los profesionales del atletismo. Igual que resto de deportistas, los atletas paralímpicos pasan controles antidopaje de todo tipo y están sometidos a un seguimiento anual.

Atletas ciegos durante los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro. Foto de Ricardo Moraes, Reuters

En Londres 2012 se hicieron 1 200 controles entre los 4 200 atletas que formaron la competición paralímpica. El boosting, sin embargo, es una técnica muy difícil de detectar. "Tenemos que tomar la tensión antes de las pruebas, y aun así es poco fiable", comenta Ghestem. Otro recurso no explorado sería obligar a los deportistas a orinar antes de cada prueba.

A pesar de todo, un 40% de deportistas paralímpicos, según la encuesta oficial del IPC, desconocen estas técnicas. "Cuando dicen que un 30% de los atletas paralímpicos van dopados rio por no llorar", explica Thomas. Las infecciones de orina y otros problemas, de hecho, son algo de lo más natural en estos deportistas. "El resultado es que a veces tienes picos y a veces bajones, pero no es algo comparable al dopaje", sentencia este jugador de rugby.

La última tendencia, como en el ciclismo profesional, es la del dopaje tecnológico. "¿Falta mucho para que pillen al primero con silla de ruedas eléctrica?", se resigna Gwénaël.

Sigue a la autora en Twitter: @lamberts_sophie