El mensaje de Sara hizo que me doliese el corazón. Sus palabras estaban tintadas de una gran tristeza por una injusticia brutal: un sentimiento que conozco muy bien, incluso en mi país, Canadá."Durante años la FIFA me prohibió jugar al fútbol, tanto a mí como a millones de personas. Conservar esta prohibición fue tan doloroso como innecesario, y me mantuvo lejos de disfrutar completamente el deporte que había jugado durante décadas", me dijo Sara. "Este bonito deporte es una parte muy importante de mi identidad, y me ha inspirado y dado mucha energía y vigor, pero se me impidió volverlo a jugar. Ni siquiera tenía la libertad de poder ir a los partidos en persona".Sara vive en Irán, que desde el el 1979 —el año de la revolución islámica— ha prohibido a las mujeres que asistan a eventos deportivos en los estadios en todo el país. Los religiosos más ortodoxos insisten que es inapropiado que las mujeres asistan a los partidos, donde se mezclarían innecesariamente con hombres que no son de su familia, donde los jugadores masculinos llevan pantalones cortos, y donde los clérigos aseguran que se producen comportamientos y lenguajes vulgares.Sin embargo, las mujeres no iraníes pueden ir a estos estadios, visitar a los equipos y también pueden asistir sin ningún problema a todos los partidos. Y esta es una de las cosas que ha logrado que la ley sobre la prohibición parezca incluso aún más dura para quienes la sufren.Más deportes: El skate ayuda a las niñas afganas a sentirse libres
Las jugadoras de la selección de Irán estiran tras un entrenamiento en Teherán en 2011. Foto de Caren Firouz, Reuters.
Una fan iraní del fútbol mirando un partido en 2006. No mucho ha cambiado desde entonces. Foto de Abedin Taherkenareh, EPA.
Las jugadoras de la selección de Irán justo antes de un partido contra Jordania del cual se tuvieron que retirar debido a la prohibición de la FIFA de jugar con velo. Foto de Ali Jarekji, Reuters.
Las jugadoras de la selección iraní rezan tras retirarse del partido frente a Jordania en 2011. Foto de Ali Jarekji, Reuters.
Niloufar Ardalan celebrando un gol en 2012. Este año no le fue permitido seguir a su equipo porque su marido se lo prohibió. Foto de Jose Coelho, EPA.
La iraní Maryam Rahimi intenta regatear a la portera de Tadjikistán, Rakhmonova Saida. Foto de Muhammad Hamed, Reuters.