Mujeres y 'metal': una lucha contra todo
Feli Gutierres

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Noisey

Mujeres y 'metal': una lucha contra todo

Dentro del metal el azul y el rosa no existen. O no deberían.

Si alguna vez os habéis preocupado por entender el significado de la palabra "género", seguro que sabréis que el mundo es más complejo de lo que creemos, o de lo que nos venden. Resulta que durante muchísimos años a la gente le han dicho que la vida, básicamente, se divide en dos colores: azul si eres niño y rosa si eres niña. Dependiendo de qué órgano sexual tengas entre las piernas, tu realidad y las cosas que debes hacer, usar, decir y pensar se limitan al color de tus primeros patucos. Y esta limitación define los papeles que debes asumir como hombre o como mujer. Esto define tu ropa, tu forma de hablar y hasta los juguetes con los que juegas durante tu infancia. Y posteriormente definirá la forma en que trates, entiendas y concibas al sexo opuesto.

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La teoría de género, en cambio, nos dice que entre el azul y el rosa hay miles de matices que no sólo redefinen nuestra sexualidad y lo que entendemos como masculino y femenino, sino que también transgreden esos papeles que nos imponen desde pequeños. Nos dice que la vida no es tan simple y, sobre todo, que no debemos limitarnos a lo que se espera de nosotros como "hembras" o "machos". Y la cosa es mucho más compleja que esta breve explicación. Pero me imagino que en este punto ya os debéis estar preguntando ¿Qué narices tiene que ver todo esto con el metal y el rock? Es muy simple.

Los roles que dictaminan que el macho es el fuerte, el rudo, el dominador, el que penetra todo lo que se cruza por su camino y la hembra es la débil, la sumisa, la fiel, cuyo único talento es ser un hermoso accesorio; se replican en todos los aspectos de la sociedad. La casa, el trabajo, la calle y por supuesto la cultura.

Durante años, el metal ha sido cosa de machos. En un principio por su carácter oscuro, rudo y prohibido. Después, con la explosión del glam, se popularizó la imagen de la estrella de rock. El amo de una vida de excesos y el macho alfa de nuestra sexualizada sociedad. Las mujeres rockeras se convirtieron en una especie de niña mala que se escapa de casa y busca refugio en los brazos de un hombre de pelo en pecho. Se volvieron la grupies, las que van al backstage a hacer cosas malas y las que van colgadas en el borde de la parte de traseras de las motos.

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Nefasta y errónea imagen, teniendo en cuenta que desde el principio las mujeres rockeras han tenido que luchar contra todo. Desde Rosetta Tharpe y su magistral guitarra que a inicios del siglo pasado fue fundamental para la creación del rock, pasando por Patti Smith y el movimiento de las Riot Girls de los 90, hasta llegar a grupos como Nervosa.

El ejemplo más simple que puedo usar es este: si a ti, amigo amante del metal, te pareció que fue difícil lograr que tus padres aceptaran tu forma de vestir, imagínate por lo que tiene que pasar una amante del metal que nació para ser la viva imagen de la belleza, la delicadeza y la finura. Entonces a todas las tonterías que debes soportar de esta sociedad, súmale todas las tonterías que las mujeres tienen que soportar sólo por ser mujeres.

Y digamos que a esta compañera de la noche, el vino y el ruido, también le gusta tocar. Más jodido aún, porque existe la absurda noción de que las mujeres no tocan bien, solo cantan o le dan al piano.

Desde hace algunos años hemos podido ver una mayor participación de las mujeres en la música, ya sea como integrantes de un grupo mixto o como una banda netamente de mujeres. Lo cual es positivo y demuestra que los tiempos y los estereotipos también cambian. El problema es que si ponéis en internet "mujer" y "metal", lo primero que sale es el ya cansino "ranking de las mujeres más bellas del metal". Es como que la visibilidad y la calidad de la banda se limitara a cuanto de buenas están las integrantes y no a si la música que hacen es o no buena.

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Al hablar con las integrantes de bandas de solo mujeres, una de las mayores luchas que enfrentan es demostrar su talento. Que las escuchen no porque sean bonitas sino porque tocan bien. Porque su sonido es igual de brutal al de cualquier otro grupo, que no son menos y que el verse y sonar duras no significa que tienen que dejar su feminidad a un lado.

Muy probablemente, mientras muchos de nosotros estábamos en nuestra etapa formativa como músicos de metal nos dijeron y dijimos que tal banda o tal género es música de chicas. Muchas veces el rock es igual de cerrado, prejuicioso e intolerante como la sociedad que intenta combatir y a todos los seguidores del metal se nos olvida una palabra llamada "empatía".

¿Por qué es importante hablar de esto desde la música?

Vivimos en una sociedad que sistemáticamente pone en riesgo la salud física y mental de las mujeres, sólo porque son mujeres. Cada día hay una noticia que habla de este problema: ya sean unas declaraciones imbéciles o ya sea la terrorífica cuenta siempre en aumento de asesinatos en actos de violencia de género. Y por más que lloremos en Facebook y la gente critique a las "feminazis", los crímenes contra las mujeres siguen estando ahí debido a que desde el momento que nos vistieron de rosa o de azul, el sistema del cual tanto nos quejamos, nos enseñó que la mujeres son objetos.

Si la ruidosa cultura rebelde que tanto amamos y que nos enseñó a combatir los falsos valores de esta porquería de sociedad, sigue denigrando y objetivizando a sus propias integrantes, no seremos más que unos conservadores mojigatos disfrazados de "rebeldes satánicos". No nos diferenciaremos más que en la apariencia.