El arte de los asesinos

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El número de la reencarnación

El arte de los asesinos

¿Cuánto se valoriza una obra cuando las manos de su autor están manchadas de sangre?

Pogo el payaso. Por John Wayne Garcy. Es La Mona Lisa de la murderbilia. Cortesía de William Harder/ Murder Auction.

Esta no es la historia de un asesinato, no es la historia de un crimen pasional ni de una muerte violenta a navajazos. Es la historia que aparece después. Después de que la sangre se seca y se borra, del juicio y la condena; después de que los tabloides cuentan lo suyo.

"Ey… supongo que tú eres … emm… el de la revista… emm… lo siento pero estoy jodido".

Esa fue su carta de presentación. Horas después me mandaría por Facebook fotos de la noche anterior, de su jornada de desenfreno. En ellas aparecía con varias mujeres y una camiseta negra que rezaba "Free Manson" (liberen a Manson).

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Así se presentó William Harder, uno de los coleccionistas de murderabilia más importantes de Estados Unidos. Lo había contactado días antes para que me hablara de su página web murderauction.com y de su pasión por coleccionar objetos, obras de arte y todo lo relacionado con asesinos en serie. Tuve que esperar tres o cuatro días a que se le bajara la cruda—o eso me pidió— para poder entrevistarlo.

* * *

Murderabilia

Del inglés murder.

1. f. Práctica de coleccionar objetos pertenecientes o relativos a los asesinos en serie y criminales.

2. f. Juego de palabras que combina los términos murder (asesino) y memorabilia (colección de objetos de interés histórico relacionados con eventos o sujetos memorables).

3. f. Colección de dibujos, pinturas, acuarelas, esculturas hechos por asesinos en serie.

¿Arte? ¿Pasatiempo? ¿Negocio?

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La compra y venta de objetos de asesinos seriales, en especial dibujos, pinturas y otras manualidades, sigue siendo un fenómeno gringo, como sigue siendo Estados Unidos el país que mayor cubrimiento mediático da a sus asesinos en serie. Cada tanto, aparece alguno nuevo en televisión nacional. Cada tanto, la opinión pública se vuelca sobre ese tema: el criminal en turno, convertido en foto de prontuario y registro policial, y las víctimas en turno, que en cuestión de días se transforman en una cifra más.

La última novela la protagonizó Jodi Arias, una mujer de 34 años acusada de matar a Travis Alexander, su novio, cuyo cuerpo fue encontrado con cerca de 30 heridas de puñal, una raja en la garganta y un tiro en la cabeza. Los jurados no pudieron ponerse de acuerdo en la pena a dictarse: la ejecución o la cadena perpetua. Como lo estipula la ley de Arizona en caso de indecisión, optaron por la segunda.

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El juicio de Arias, que comenzó a finales de 2011 y terminó a inicios de 2015, cooptó la franja estelar en los noticieros del país; inspiró una película, Jodi Arias: Dirty Little Secret, e incluso motivó a sus defensores —familiares, amigos y algunos desconocidos que consideraban el proceso injusto— a la creación de grupos de apoyo a la joven mujer. Fue un gran espectáculo mediático, no sólo por la extraña belleza de Arias, sino porque la convicta abrió un sitio en Internet donde vendía pinturas suyas mientras se decidía su suerte en los tribunales. El proyecto causó indignación. Arias recibió el apelativo de la Reina de la Murderabilia.

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Retomé la conversación con Harder tres días después de su primer mensaje, ya cuando la cruda se le había diluido en la sangre. Como no tenía Skype, me pidió que hiciéramos la video llamada por Facebook. La conversación inició con una descripción suya: sus pasiones, sus pasatiempos y hasta su vida familiar.

Descubrí que Harder es un vegetariano consumado que a veces coquetea con el veganismo: dice que no soporta el maltrato animal porque va en contra de su "naturaleza de amor interior". Es, además, satanista (no cree en el diablo sino en el potencial de la vida humana) y líder espiritual de algunos reos a los que visita en las cárceles más importantes de Estados Unidos: no les ofrece la redención, sino compañía y consejo.

También es familiar de una asesina en serie: Dorothea Puente, una anciana que cobraba los cheques del seguro social de sus inquilinos; envenenaba a quienes se quejaban, y los enterraba en el jardín. Fue condenada a cadena perpetua en 1993 y murió de vieja. Harder la recuerda como una "dulce anciana con un muy buen sentido del humor". Hoy en día la casa de Dorothea Puente es un sitio de atracción turística en Sacramento, California.

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Tras hablarme de los crímenes de la anciana, Harder comenzó a ilustrarme sobre aquellos elementos que explican la fascinación estadounidense por los asesinos en serie:

—De este país han salido más asesinos seriales que de todo el resto del mundo. Es algo muy americano.

—¿Por qué?

—Los convertimos en celebridades, en buena parte gracias a los medios: producimos documentales y películas; hay bandas de música que hablan de ellos. Es parte de nuestra cultura. Hay series de televisión, reportajes de A&E, todos los libros sobre crimen son best sellers, por una sencilla razón: a la gente le interesa. Alguien que colecciona estampillas no necesariamente tiene que amar al cartero, simplemente colecciona estampas. Yo colecciono murderabilia. Es algo que me gusta hacer.

Pero Harder no sólo colecciona objetos de asesinos en serie, también los vende. Es dueño de murderacution.com, un sitio de subastas en línea en el que se ofertan desde retratos de Charles Manson, el jipi icónico de la cultura popular estadounidense al que se le acusó del asesinato de la actriz y modelo Sharon Tate, hasta las uñas de Issei Sagawa, el asesino japonés que se comió a una estudiante holandesa luego de dispararle en la nuca.

Murderauction.com fue creada en enero de 2005 por Tod Bohannon, un coleccionista de murderabilia de Georgia y uno de los primeros que empezó a comercializar por internet con este tipo de objetos. Su pasión por la murderabilia, según los artículos de prensa de la época, inició de joven mientras acompañaba a su papá durante sus labores como sheriff del condado.

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En ese entonces, las redes sociales apenas estaban en el panorama: MySpace era un lugar rudimentario para que los coleccionistas pudieran interactuar entre ellos. Ni qué hablar de Facebook. Cuatro años atrás, eBay, el sitio de subastas más importante de Estados Unidos, había prohibido la venta de artículos relacionados o pertenecientes a criminales o asesinos en serie. Murderauction se convirtió rápidamente en un referente para los versados del crimen.

Harder descubrió la página un año después y se puso en contacto con Bohannon. Le mostró su interés y logró que le vendiera parte de la empresa. En agosto de 2009, tras una pelea entre socios —me cuenta que Bohannon lo trataba "como un culo"— Harder adquirió la totalidad de las acciones de la sociedad. Según Harder, Bohannon decidió vender su participación por cuestiones familiares y cuando quiso volver, él mismo le negó la entrada porque no confiaba en él y no quería volver a los maltratos. Así que Bohannon no tuvo de otra que montar rancho a parte: un sitio web de murderabilia llamado Ghouls Like Us (le escribí a Bohannon repetidamente para conocer su versión de la historia, pero nunca obtuve respuesta).

Desde la partida de Bohannon, Harder es el único dueño de murderauction.com. Sin embargo, a pesar de ser el administrador de la página, no es el único que transa en ella. Él vende poco menos de la mitad de artículos que allí se ofrecen y en el resto participan dealers de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia y Japón. La página tiene, en promedio, un tráfico diario de 3.500 subastas en vivo y su cuenta en Facebook ostenta más de 3.000 personas.

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William Harder en una visita a Charles Manson. Cortesía de William Harder/Murder Auction.

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En diciembre pasado exploré la página de subastas. Le di clic a la categoría "Artwork" y de inmediato la página desplegó todas las piezas de arte relacionadas con los más grandes asesinos en serie de la historia reciente.

Una "obra" llamó mi atención. Parecía el trabajo final hecho por una niña de quinto de primaria en un taller de arte. En la acuarela figuraba un campo de golf, la bandera bien puesta en el hoyo y una palmera con sus cocos. La pintura es de Dana Grey, capturada en 1994 por haber asesinado ese mismo año a tres ancianas: el fiscal la acusó de dos de los tres asesinatos, por falta de evidencia del tercer homicidio. Gray ahorcaba a sus víctimas con el cordón del teléfono fijo. Una vez muertas, se robaba sus tarjetas de crédito y salía de compras. En su defensa, Grey alegó que lo había hecho para "cubrir gastos personales". La subasta de la acuarela iniciaba en 25 dólares. El cuadro se llama Tropical Golf y lleva la firma de la autora, la asesina, en su respaldo.

Seguí buscando. Filtré el listado por precios: del más caro al más barato.

En el primer renglón apareció lo siguiente: EJECUTADO —Caryl Chessman 11x15 cuadro al óleo firmado en 1954— Extremadamente raro.

La pintura se llama Old Serenity y es de mucho mejor trazo que la acuarela de Grey. Hay una cabaña frente a un bosque y un niño que cruza un puente sobre el lago. El paisaje evoca la vida campestre. Su autor, Chessman, fue un criminal, secuestrador y violador de finales de la década de los cuarenta en el área de Los Ángeles. Sus memorias, que luego serían adaptadas al cine interpretadas por el actor William Campbell, las escribió en la cárcel. Chessman fue ejecutado en la cámara de gas en la prisión de San Quentin en 1960.

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Una pieza cuyo autor haya sido condenado a pena de muerte aumenta en varios dígitos su cifra comercial: el cadalso eleva la puja.

La puja arrancaba en 17.500 dólares.

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Cuando Harder era muy joven leyó la historia de un chico que dijo que el diablo lo había poseído. El muchacho terminó matando a un dependiente de una tienda y más tarde mató a su mamá y a su padrastro: era Sean Sellers, una de las pocas personas en Estados Unidos que ha sido condenada a muerte por haber cometido un crimen siendo menor de 18 años. Los Electric Hellfire Club, una banda que Harder oía por esa época, escribieron una canción sobre Sellers, "Mr.44" (Sean Sellers Mix), que impulsó su interés por el tema. Luego empezaría a leer sobre Jeffrey Dahmer, el caníbal, y sobre las vidas de muchos otros asesinos.

A los 20 años, Harder fue condenado por venta de drogas. Su paso por la cárcel le dio una perspectiva única. "Los criminales no son nada diferentes al resto de personas. Cualquiera que haya tratado con un ser humano sabrá que somos bastantes cretinos, se esté en la cárcel o no", me dice.

Años después, luego de ver una obra suya circulando en internet, decidió localizar a Richard Ramírez, uno de los asesinos más representativos del país (así como en el béisbol o en el básquet, el mundo de los criminales y de los asesinos seriales tiene sus íconos, sus estrellas y sus dioses, y Ramírez es uno de esos). Sin esperar una respuesta de vuelta, le escribió. Para su sorpresa, Ramírez le respondió la carta y aceptó que lo visitara en la cárcel.

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—Me di cuenta de que si Ramírez me respondía, yo podía hacer lo mismo con otras personas. Y antes de darme cuenta le estaba escribiendo a un centenar de prisioneros. Al día de hoy he visitado a unos 70 en las cárceles.

—¿Les escribes para que ellos te manden pinturas o dibujos para tu negocio?

—No. Lo que ellos me mandan yo lo guardo, es para mí. Si quiero vender algo de Ramírez, se lo compro a alguien más y lo revendo para obtener una ganancia.

—¿Les pagas?

—No. Si el prisionero me manda sus obras, lo hace como un regalo. Antes les mandaba los materiales (pinceles, pinturas) para que pudieran trabajar, pero ahora no lo hago, pues dos prisiones me lo han prohibido: Ohio y Texas.

Harder ya no puede volver a visitar las prisiones de Texas y Ohio debido a una restricción emitida por ambas prisiones, como respuesta a una petición de Andy Kahan, representante de las víctimas de asesinos seriales en Estados Unidos —el mismo que logró que eBay prohibiera la venta de artículos relacionados con criminales luego de una batalla legal que duró cerca de dos años—.

Kahan se opone a la comercialización de murderabilia, y en especial a que los prisioneros lucren con la venta de sus pertenencias y de sus obras. Lidera la Oficina para la Atención de Víctimas de Criminales de la ciudad de Houston, una organización que ya logró que los estados de Texas, California, Florida, Michigan, Utah, Alabama y Nueva Jersey prohibieran la comercialización de este tipo de objetos. Sin embargo, la prohibición es un saludo a la bandera —me lo dice Kahan desde su casa en una conversación vía Skype— mientras no haya una ley federal que prohíba en todo el territorio la venta y compra de murderabilia.

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Los defensores de las víctimas rechazan que los presos lucren con la venta de sus objetos personales. Un beneficio que no siempre viene acompañado por el signo de dólares. "Muchos prisioneros reciben beneficios monetarios", me dice Kahan, "pero muchas veces les pagan con otro tipo de cosas: con propiedades, suscripciones a revistas, insumos de arte para que puedan trabajar con eso".

—¿Qué prisioneros lucran con la venta de artículos?

—No te podría decir exactamente quiénes. Pero hemos detectado a algunos dealers —no a Harder— depositando dinero en sus cuentas bancarias.

Sin embargo, tanto Kahan como Harder me dicen que no todos los criminales participan en este negocio. Muchos de ellos ni se enteran de que existe este mercado. Siguen en la cárcel sin saber que afuera hay alguien comprando la postal de cumpleaños que le mandaron a su novia por sumas que pueden llegar a los 3.000 dólares.

—¿Por qué crees que este mercado tiene que acabarse?— le pregunto a Andy.

—Porque es muy repugnante y desagradable darte cuenta de que la persona que mató a tu ser querido está vendiendo, a través de un tercero, artículos suyos para obtener una ganancia económica. Yo creo en la libre empresa y el capitalismo, no me mal interpretes, pero esta actividad tiene que parar. No está bien que robes, violes y asesines para luego ganarte unos dólares con eso.

Revictimización y libre empresa.

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Imaginemos lo siguiente: un artista de medio pelo trata de sobrevivir vendiendo sus cuadros a dos pesos cada cuadro en un mercado de pulgas. No le va bien, por supuesto: vende arte en un pulguero. Gana lo justo para costear el arriendo del local. Sus cuadros apenas se venden y su arte no es valorado por la crítica. Hasta que, una noche, mata a su esposa y lo descubren. Al ser condenado, sus obras se valorizan estrepitosamente. Los mismos cuadros. Las mismas pinturas mediocres que exponía en el bazar de domingo, se han convertido en la obra de un preso, la obra de un asesino. ¿Y entonces? ¿Cuánto cuesta el horror? ¿Qué variables trazan el sutil (y potencialmente lucrativo) límite entre aquel que pinta como artista y el que dibuja como asesino?

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Retrato por Anthony Allen Shore, conocido como 'El Asesino del Torniquete'. Cortesía de William Harder/Muder Auction.

Hablé con los dueños de otros sitios en los que subastan murderabilia. Eric Holler, dueño de serialkillersink.net, otro sitio donde se comercian objetos relacionados con criminales, me aseguró que es imposible que les cierren el negocio. Hacerlo significaría ir en contra de sus derechos como ciudadanos estadounidenses, en especial la Primera Enmienda (que protege la libertad de expresión y la libertad de prensa).

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—Eso es una tontería— me dice Andy Kahan, el defensor de víctimas—. Esto no tiene nada que ver con la libertad de expresión. Yo estoy hablando de lucro. Que hablen todo lo que quieran, pero que no hagan dinero.

William Harder, en cambio, echa mano del máximo cliché liberal para defender su negocio: la libertad del otro termina donde empieza la propia.

—Si las víctimas me dicen que no les gusta mi página, yo les respondo "no la visiten". Sería como si un miembro del Ku Klux Klan visitara un sitio de porno interracial. Obviamente no le va a gustar. Nadie tiene el derecho en Estados Unidos a decirme que no puedo vender esto sólo porque no les gusta que lo haga.

Los coleccionistas y dealers hacen un símil entre la murderabilia y la memorabilia de guerra (la colección de objetos provenientes de algún conflicto armado importante): medallas, pistolas, cascos, uniformes. Para Eric Holler, de serialkillersink.net , "son industrias que van de la mano porque ofrecen artículos que están directamente relacionados con algunas de las acciones más brutales en la historia".

Pero a Kahan el argumento le parece débil, por la sencilla razón de que los objetos de guerra fueron hechos para la guerra y no para venderlos, años después, a algún coleccionista con interés histórico. Por eso, con la ayuda del senador republicano del estado de Texas John Cornyn, presentaron el año pasado en el Senado un proyecto de ley que tiene como objetivo prohibir el mercado de la murderabilia en todo el país.

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La gran diferencia entre la murderabilia y la memorabilia de guerra es que los dealers consiguen artículos de los asesinos que ellos mismos producen con el único fin de obtener una ganancia económica. La industria de la murderabilia es eso: una industria. Con sus mercaderes, con sus compradores y su mano de obra calificada: los presos.

En el país de la pena de muerte, de las masacres de rutina en colegios y universidades; en el país de los canales de Discovery Channel transmitiendo 24 horas al día programas de asesinos que irrumpen en la casa del vecino y le cortan la garganta a la familia entera; en el país de la libre empresa y el libre mercado, de ese mercado que gira alrededor de los asesinos en serie, Harder y otros dealers se llevan su tajada.

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Harder dice que lo que vende en su página de subastas es porque se lo ha comprado a otros dealers, nunca a los presos. Los cuadros que Charles Manson le manda son para él, para colgarlos en las paredes de su casa. Y no están en venta. Incluso quisieron comprarle las cenizas de su parienta, Dorothea Puente, pero él fue enfático y dijo que no, que era algo personal y no estaban a la venta. Por eso las tiene guardadas en un jarrón en la sala de su casa.

—¿Cuál es la pieza favorita de tu colección?

—Mi pieza favorita no es tangible. Lo que más me gusta es la experiencia misma: ir a las prisiones, visitar a los presos. Eso vale mas que cualquier elemento que pueda tener colgado en la pared. La experiencia de ir y comprarles un sándwich, un refresco, un helado o una cerveza de raíz.

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—¿Y hay algún artículo que se destaque sobre los demás? ¿En la colección?

—Es difícil escoger una sola obra de arte. Algunas son excepcionales, como el trabajo en lápiz de Anthony Shore; es el mejor. Las acuarelas de Charles Ng son fantásticas, no conozco a nadie que haga mejores acuarelas que él. Pero es difícil escoger una sola porque el archivo de cada uno es único.

(Anthony Allen Shore: asesino en serie y pedófilo. Se lo conoce como el Asesino del Torniquete. Violó a cuatro de las cinco mujeres que asesinó. Está condenado a muerte en el estado de Texas. Dibuja con lápiz.

Charles Ng: asesino en serie y violador. Nació en Hong Kong, se le acusa de haber asesinado a 11 personas: seis hombres, tres mujeres y dos bebés. Ng grababa en video a algunas de sus víctimas mientras las torturaba. Está condenado a muerte en la prisión de San Quentin, en California. Pinta acuarelas).

No todos los asesinos tienen talento artístico, me dice William.

—El trabajo de (John Wayne) Gacy es terrible. Tengo dos de sus obras colgadas en mi pared, pero no son buenas. Sin embargo, es Gacy. Incluso algunas piezas de Charles Manson son malas. Richard Ramírez igual: su arte es terrible, pero el hecho de que sea él quien las hace… ¡no puedes ir a Walmart y comprar estas cosas!

(John Wayne Gacy: conocido como el Payaso Asesino. Fue sentenciado a pena de muerte por el asesinato de 33 personas entre los años de 1972 y 1978. En su prontuario, además de los homicidios, se hallan la sodomía y la violación a menores de edad. En mayo de 1994 fue ejecutado con la inyección letal en Illinois.

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Richard Ramírez: conocido como el Night Stalker. Cometió sus homicidios a mediados de la década de 1980, en el área de Los Ángeles. Fue sentenciado a pena de muerte por el asesinato de 13 personas —pero también se lo acusó de violación y asalto a la propiedad privada—. En 2013 murió de un linfoma en el Hospital General de Greenbrae. Llevaba 23 años esperando su ejecución.

Charles Manson: el líder de la Familia Manson en los sesenta. Fue acusado de orquestar el asesinato múltiple de Sharon Tate, esposa del cineasta Roman Polanski, en Beverly Hills en agosto de 1969. Manson se convirtió rápidamente en un ícono de la contracultura gringa y posteriormente en un ícono de los años sesenta en Estados Unidos).

Sus obras son valiosas para los coleccionistas por ser quienes son, no porque las obras tengan un valor estético. Son valiosas por la figura detrás del cuadro y no por el cuadro mismo. ¿No será la misma razón por la que nos fascinamos con la obra de otros artistas? ¿Por el genio detrás de la obra y no por la obra misma? ¿El genio de Pollock y no sus cuadros colgados en el MoMa?

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¿Por qué colecciona objetos de asesinos el coleccionista? ¿Por dinero? ¿Por gusto? ¿Por locura, también?

Fernando Díaz Colorado, profesor de psicología en la Universidad Javeriana y experto en psicología criminal y forense, dice que los que coleccionan murderabilia "pueden presentar un trastorno de la personalidad cuya característica es la de comportarse de una manera antisocial, retraída y fantasiosa, de tal manera que el objeto satisface la necesidad de afecto o apego sincero".

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Pero ellos no piensan lo mismo. "Nosotros los coleccionistas nos interesamos por esa gente que cruzó la raya. Ya sea un asaltador de bancos o un asesino serial, —me dice Serial Killers Talk, un coleccionista que prefiere irse con ese nombre— estas personas cruzaron el límite por alguna razón". Sin embargo, Serial Killers Talk no me dice cuál es esa razón.

Hoy en día los investigadores y fiscales compran este tipo de artículos para entender la mente del criminal.

Para el defensor de víctimas Andy Kahan, el mercado lo atizan los medios de comunicación y entretenimiento cada vez que sacan nuevos documentales, series de televisión o libros que hablan sobre asesinos. Para él, la industria cultural promueve la murderabilia.

Kahan cree que los coleccionistas se interesan por objetos de criminales porque "cuando coleccionas o compras algo que fue producido por un asesino en serie te sientes más cercano a esa persona. Prácticamente estás adueñándote de un pedazo de su alma".

Izquierda: Tarjeta de regalo por Cleophus Prince Jr., violador y asesino de seis mujeres. Cortesía de Serial Killers Talk. Derecha: Dibujo de Joseph Nissensohn. Cortesía de Serial Killers Talk.

Yo, entre tanto, sigo pensando en el cuadro esbozado por el profesor de psicología: "Generalmente son personas extrañas y poco sociables con dificultades para establecer relaciones afectivas auténticas y duraderas".

La pienso sobre todo cuando descubro a Melissa Partridge.

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Melissa es coleccionista desde 2003. Desde pequeña, cuando veía programas de televisión como Los más buscados de América (un clásico de la televisión gringa, emitido por la cadena Fox entre 1988 y 2012, que narraba las historias de los fugitivos más buscados del país), comenzó a fascinarse por los asesinos en serie y quiso hablar con los autores de esos crímenes. Como William, ella también suele hoy visitar a presos en las cárceles, mantiene correspondencia con ellos y guarda todo lo que le mandan.

—Cuando comencé a escribirles a los presos no tenía hijos, ahora tengo dos. Ellos han recibido obras de arte y stickers. La navidad pasada un asesino que está preso les mandó regalos y ropa a través de un programa de la cárcel.

—¿Sientes alguna relación con el asesino por tener un artículo suyo?

—Sí. Mi colección consiste en artículos que los presos me han mandado personalmente. Poder establecer cierto nivel de confianza con esta gente y lograr entablar una amistad toma mucho tiempo y esfuerzo. Es además muy emocionante abrir tu buzón y encontrarte con algo que viene de una persona que ha hecho cosas inimaginables.

* * *

Harder insiste en que lo más importante de su colección no es algo tangible. Insiste en que lo más importante y de lo que más se siente orgulloso es de la experiencia de visitar y hablar con los reos. Por ejemplo, haber estado presente durante la ejecución de Michael Yowell —ejecutado en 2013 en Huntsville, Texas, con la inyección letal, después de haber sido condenado por el asesinato de su madre, de su padre y de su abuela—.

—Ver la ejecución fue aterrador, es lo único que puedo decir: aterrador. Pero nada puede reemplazar la recompensa de haber acompañado a la familia cuando todo terminó: estar con ellos, abrazarlos y estar a sus órdenes hasta donde pudiera, eso vale mucho más que cualquier pieza que tenga. Nada reemplaza eso.

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—¿Qué hablas con los presos cuando los visitas?

—Por lo general, con la mayoría suelo hablar de mujeres, de mis viajes, de lo que ellos hacían para divertirse antes de estar en la cárcel, si tenían mascotas, si tienen hermanos o familia que los apoyan.

—¿Qué hablas con Manson?

—Hablamos de chicas y de las cosas que pasan en la sociedad moderna: de cultivo hidropónico de mariguana, de celulares, de internet, cosas de ese estilo.

—¿Y no hablan de las subastas?

—Las visitas que yo hago son personales, lo hago porque me gusta hacerlo y eso es totalmente separado del tema de las subastas. Bueno… van de la mano porque visito a prisioneros y vendo cosas de prisioneros, pero no los visito para luego ir a vender.

—¿A quiénes más visitas?

—Es feo decirlo, pero muchos de ellos son don nadies. Es gente que en un momento de su vida tomó una mala decisión y fue matar a alguien. Luego fueron a prisión por el resto de sus vidas, y no quedó registró de ellos.

(Silencio)

—Yo sé muy bien que no estoy frente a un jugador de beisbol ni nada parecido, es gente que ha tenido una vida muy dura. Ellos aprecian mucho la amistad. Muchos no han tenido nunca un amigo. He visitado a reclusos a los que no los han visitado en 30 años.

(Silencio)

—Muchos de ellos se sienten terrible en las fechas navideñas porque saben que les han arruinado esas fiestas a muchas personas. Y no hay nada que puedan hacer para devolverles a sus seres queridos. Para algunos reclusos, esas fechas son muy duras.

—¿Qué opinas de la pena de muerte?

—La pena de muerte no funciona. Es arcaica y se aplica de manera injusta. Y se supone que somos una nación muy progresista; pero no hay justicia en eso, es sólo asesinato. Es la venganza hablando. Si alguien matara a mi mamá, quisiera que fuera la cárcel por mucho tiempo.

Acuarela de Charles Ng, asesino, violador y torturador. Cortesía de William Harder / Murder Auction.

* * *

Yo ya estaba saturado del tema. Había pasado la navidad y el año nuevo investigando sobre asesinos, masacres, torturas y violaciones. Había pasado las fiestas repasando los dibujos más escabrosos y extraños que el mundo de las subastas tenía para ofrecer. Al terminar ambas entrevistas, la de Harder y la de Kahan, sólo quería un descanso.

Cuando me despedí del dueño del sitio de subastas, me habló de un viaje que planeaba hacer este año por Europa y me recordó nuevamente su dieta libre de crueldad animal.

—Será fácil alimentarme, yo como comida de conejo.

El defensor de las víctimas, por su parte, me dijo que estaba ilusionado por la ley federal que su organización impulsó para prohibir la murderabilia.

—Nadie esperaba que le ganáramos a eBay y lo hicimos. Soy como un boxeador, sigo peleando y voy a ganar esta pelea de 15 rounds.

Según un informe del FBI, en 2014 hubo 13.472 homicidios violentos en Estados Unidos.