
Pero la oportuna desaparición de Escobar le legó un nuevo problema al gobierno, que se hizo cargo de sus bienes tras su muerte. Los dinosaurios podrían sobrevivir a la extinción del capo, pero alguien tenía que hacerse cargo de los animales vivos.Muchos fueron trasladados a zoológicos locales, otros murieron de inanición. Los hipopótamos, sin embargo, se volvieron salvajes. Lo que comenzó como una pequeña familia de hervívoros —un macho y tres hembras, comprados en el zoológico de San Diego en 1981—, se convirtió en una manada de entre 50 y 60 hipopótamos, muchos de los cuales aún viven en los lagos artificiales de la Hacienda Nápoles.Pero al menos doce más se fugaron de la Nápoles, rompieron las cercas y han recorrido más de 250 kilómetros. A su paso estropearon algunos cultivos y aplastaron uno que otro ternerito.No ayuda mucho el hecho de que algunos niños colombianos piensen que son lindos e inofensivos, porque a diferencia de sus pares africanos, no crecieron sabiendo que los hipopótamos son uno de los animales más peligrosos de ese continente. Un reportaje publicado por El Colombiano, apunta que los niños están nadando con los hipopótamos y alimentando a las crías.Acorralar a los hipopótamos salvajes y darles una estocada es una opción, pero una muy costosa estimada en 500,000 dólares. El Instituto Humboldt simplemente sugiere la eutanasia, pero eso encendería nuevamente las protestas que ya se han presentado en el pasado.
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