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Cultură

El éxtasis ya no es lo que era

En menos de diez años la forma de consumir éxtasis ha cambiado totalmente y se ha convertido en la quinta droga más consumida en el mundo.
Foto vía Wikimedia

En 2012, Madonna publicó su álbum MDNA, un patético guiño con el que dio notoriedad mundial a la MDMA. Sin embargo, la M ya era la droga por excelencia de la noche antes de que estrellas del pop y raperos empezaran a mencionarla en sus letras, y su uso va estrechamente ligado al resurgimiento de la música dance que vivió Norteamérica a finales de la década de 2000. Pero en aquel entonces la sustancia no venía presentada como en la actualidad, en polvo o cristal: en las raves de finales de los noventa, la MDMA tenía la forma de unas reconocibles, clásicas y coloridas pastillitas con logos llamativos, como el conejito de Playboy o el emblema de Mercedes Benz. Los nuevos tiempos han dado paso, al menos en los EUA y Canadá, a un nuevo formato para el éxtasis: cápsulas de gel rellenas con el polvo que están desplazando a las pastillas de colores.

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Una noche de otoño de 2008, justo después de haber retirado los últimos 20 dólares de mi cuenta, me dirigí con dos amigos a una callejuela del centro de Pittsburgh en la que tenía que encontrarme con un camello. Cuando volvimos a la residencia de estudiantes, los tres nos tomamos a la vez una pastilla de color melocotón con la silueta de una mujer en relieve. Cuando empezamos a notar el subidón, fuimos a un parque y, aunque la temperatura rondaba el punto de congelación, me quité los zapatos y me puse a retozar descalza en una fuente. Todavía me sorprende que fuera capaz de conseguir unas pastillas decentes pese a ser una niñata sin luces comprando a un completo desconocido en un callejón. Fue cuestión de suerte y aquella fue la última vez que encontré esa pastilla concreta en años.

Tras recordar con nostalgia los días en los que podía encontrar fácilmente pastillas de éxtasis de todos los colores y bailar con la mandíbula desencajada toda la noche, me asaltó la duda de por qué se había pasado a vender MDMA en cápsulas y, en cambio, todas las menciones actuales de la droga en los medios principales siguen estado acompañadas por imágenes de las pastillas de colores típicas de los noventa. Movida por estas inquietudes, me dispuse a averiguar adónde habían ido a parar esas pequeñas.

En una de las referencias a la MDMA más detestables de la cultura pop, el rapero Tyga preguntaba al mundo entero dónde estaba Molly

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En 2010, y pese a que consumía muchas drogas, no conocí a nadie en ninguna ciudad del noreste de EUA ni de Canadá que tomara las clásicas pastillas de colores o que supiera dónde conseguirlas. De repente, todo el mundo buscaba otra cosa: cápsulas de MDMA. La aparición de nuevos géneros como el deep house contribuyó a modificar la cultura de la música dance en general y, con ello, también la forma en que se consumían las drogas.

Las cápsulas de MDMA difieren de las pastillas de éxtasis en varios aspectos. La diferencia más obvia es su apariencia: las pastillas prensadas suelen presentarse en colores vivos y con formas y logos variados. Lo que la gente suele llamar M es un polvo blanco o amarronado contenido en una cápsula de gel transparente. El proceso de fabricación del primer formato es un poco más complicado y requiere de una prensa, algo que no era tan fácil de conseguir en aquella época, cuando comprar por internet no era tan común. Sin embargo, si ya has conseguido hacerte con MDMA, es mucho más sencillo encontrar cápsulas de gel en tiendas de productos de cannabis o en droguerías. Supuestamente, ambos formatos contienen MDMA, aunque no siempre es así. No obstante, las pastillas de éxtasis no se venden como MDMA puro (digamos que todo el mundo asume que contienen como mínimo otro tipo de droga, como el speed), mientras que las cápsulas sí. En 2014, la MDMA (en cualquiera de sus formas) fue la quinta droga más consumida del mundo —por detrás del alcohol, el tabaco, el cannabis y las bebidas energéticas—, según la encuesta mundial sobre drogas.

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El prensado de las pastillas no es precisamente el proceso más sencillo del mundo

En 2009, yo misma viví la transición de las pastillas a las cápsulas en plena fiebre de electro house que había afectado prácticamente a todos los jóvenes en sus veinte. En aquella época empecé a pasar los fines de semana asistiendo a sesiones de DJ pinchando música horrible con sonidos robóticos. A veces incluso viajaba a Toronto para ir de fiesta. Finalmente me mudé a esa ciudad, donde empecé a tomar M con mucha más frecuencia que antes cuando salía. A lo largo de todos los años en los que acudí casi cada fin de semana a todos los eventos de música electrónica que se celebraran, fueron muy pocas las veces que me encontré las esquivas pastillas en contadísimas ocasiones.

Desde luego, no soy la única que se ha dado cuenta del cambio en el consumo de MDMA en algunas zonas de Norteamérica. Hablé con una chica de 26 años que de adolescente estaba muy metida en la floreciente escena rave de Toronto y que había estado consumiendo pastillas entre 2004 y 2006 (sus favoritas eran los delfines azules y los omegas verdes). Me dijo que nunca había oído hablar de las cápsulas de M hasta 2008, cuando una de sus amigas le dijo que eran "como las pastillas de éxtasis pero más limpias, sin toda la mierda añadida". Según ella, teniendo en cuenta que era muy fácil que te vendieran pastillas de dudosa calidad, con mucho speed, el hecho de que hubiera una opción más pura era genial. Durante los años siguientes, solo tomó M con el nuevo formato en todas las fiestas de drum 'n' bass a las que iba. Me explica que durante los últimos años ha visto muy pocas pastillas de éxtasis y que las veces que las tomó, eran mucho menos potentes que las que conseguía de adolescente.

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MDMA en forma de polvo cristalino. Foto vía Wikimedia

Reducción del daño y reconocimiento de la evolución del éxtasis

Trip! Project, una organización para la reducción del daño basada en Toronto y activa desde 1995, también ha observado este cambio. Aunque ellos centran su trabajo en una sola ciudad, se mantienen en contacto con otras organizaciones canadienses y de los EUA para estar al corriente de las tendencias y el consumo de drogas. La coordinadora del proyecto, Lori Kufner, señala que la transición de un formato a otro se produjo entre 2007 y 2009. "Antes había muchas más pastillas prensadas y a la gente le interesaba más comprarlas, con sus colores y sus relieves, porque así al menos podían decir que las píldoras rosas con las caritas sonrientes hacen esto o que las estrellas amarillas provocan esto otro", nos explicó. "Y de repente nadie quería saber nada de las pastillas prensadas y el interés pasó a los cristales, las piedras o los polvos blanquecinos o de tonos marrón".

El detective John Margetson, integrante de la unidad especial de lucha contra la droga de la policía de Toronto, también se ha percatado del cambio. Según Margetson, entre mediados y finales de la década de 1990, "el éxtasis se parecía a los SweeTarts, en forma de pastillas de colores con impresiones, y estaba muy generalizado". En 2010, observa, "se empezó a vender lo que la gente llamaba molly, que es MDMA granulada… Sería muy raro comprar pastillas ahora; actualmente, o se compra en polvo a peso o en cápsulas de gel". También mencionó que, a lo largo de su experiencia en operaciones secretas, ha visto cómo muchas veces lo que los camellos vendían pensando que era MDMA, realmente era otra sustancia.

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Kufner señala que el cambio puede haberse debido a muchos factores, entre ellos el repentino auge de la música dance electrónica (EDM por sus siglas en inglés) en Norteamérica durante ese periodo de tiempo, que coincide también con una mayor disponibilidad de los kits de análisis de drogas. Por otro lado, el acceso constante a internet ha contribuido a cambiar nuestra percepción sobre las drogas ( Erowid o EcstasyData) y, para bien o para mal, ha posibilitado que cualquiera pueda comprar en la red todo tipo de sustancias, incluso algunas de las que la mayoría ni siquiera ha oído hablar. Todas esas sustancias psicoactivas suelen producirse en cantidades industriales en países como China y se venden en internet a precios muy asequibles (en algunos casos pueden comprarse alijos para su reventa por menos de 10 euros), por lo que los traficantes de EUA y Canadá han encontrado una forma excelente de obtener un margen de beneficios altísimo.

Hablamos con un excamello de éxtasis de la Columbia Británica, quien también es consciente del cambio: "El paso a las cápsulas con polvo les ha permitido deshacerse de las marcas, lo que implica que se venda M de peor calidad… El prensado de las pastillas requiere de demasiado tiempo y energía. Si el productor puede hacer lo mismo con el polvo en cápsulas, ¿para qué perder tiempo prensando pastillas?". Nuestro contacto ya no se dedica a la venta y, aunque a veces toma MDMA, ya no tiene acceso a las clásicas pastillas y asegura que no las ve desde hace años.

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Otra persona con la que hablamos, que afirma que solía tomar éxtasis en raves de Toronto cuando era adolescente, entre 1993 y 1998, nos dijo que "para hacer pastillas necesitas una prensa y no era fácil conseguir una. Además, si te pillaban, corrías el riesgo de que te atribuyeran la fabricación de todas las pastillas que la policía hubiera confiscado con el mismo logo, por lo que al final se decidió pasar a las cápsulas". Nos explica que recuerda haber visto también cápsulas con polvo circulando, pero que la gente no se fiaba de ellas y pensaba que las pastillas prensadas eran más "seguras". Recuerda que una vez se tomó una de esas cápsulas y resultó que el polvo de su interior era heroína, lo que reforzó la desconfianza en torno a este formato. Sin embargo, hoy en día ocurre justamente lo contrario: la gente suele creer que, en lo que respecta a calidad y pureza, las cápsulas de gel son más fiables. Si bien hubo un tiempo en que quizá esta afirmación fuera cierta, actualmente no siempre es así.

Kufner también cree que este cambio está relacionado con los géneros musicales y los tipos de fiesta a los que la gente iba antes y a los que va ahora. "Pero ya vengan de China o de India, lo que es seguro es que no fabrican estas pastillas en pequeños laboratorios de química, sino que las producen en cantidades industriales y no necesariamente por personas que luego vayan a consumirlas o que formen parte de esta cultura: solo son meros fabricantes de drogas".

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Las clásicas cápsulas de gel en las que se comercializa la MDMA hoy. Foto vía usuario de Flickr Bit Boy

Cada vez más lejos de la pureza

Esa producción masiva a la que Kufner hacía referencia es, cuando menos, una de las razones por las que en las cápsulas que se consumen actualmente se cuelan sustancias que no son MDMA. Personalmente, he podido confirmar la existencia de las siguientes sustancias psicoactivas en cápsulas que me han vendido como de MDMA, ya sea mediante kits de análisis o confirmación del propio camello al ser preguntado: PMA, mefedrona y MDA. Aunque molecularmente algunas de esas sustancias son similares a la MDMA, otras, como la mefedrona, pueden ser peligrosas. Las fuentes consultadas para este artículo también confirmaron la presencia de las sustancias mencionadas, y dos de ellas afirmaron haber encontrado metilona en sus cápsulas. De hecho, según las estadísticas recogidas por EcstasyData, un programa de análisis de sustancias llevado a cabo por un laboratorio independiente y que forma parte de Erowid, de todas las muestras analizadas, tanto de pastillas prensadas como de cápsulas con polvo, la pureza de la sustancia ha ido disminuyendo con los años. En 2001, menos de la mitad de las muestras analizadas contenían únicamente MDMA, mientras que el año pasado, ese porcentaje era del 33 por ciento.

Un traficante de MDMA, que lleva vendiendo la sustancia casi exclusivamente en cápsulas en Toronto desde principios de esta década, nos explicó que "la gente quiere tener garantías, por lo que hacen sus cálculos para tener una sensación de control, pero realmente también están consumiendo PMA u otras sustancias".

De los consumidores y usuarios entrevistados, solo uno dijo poder conseguir pastillas prensadas si quería.

Pese a que las pastillas prensadas no están exentas del riesgo de imitaciones, presentan una ventaja respecto a las cápsulas de MDMA: su apariencia característica permite distinguirlas fácilmente y saber qué te vas a meter en el cuerpo antes de lanzarte a darlo todo en la pista de baile. Si hubiera dos camellos en una fiesta y uno de ellos vendiera pastillas naranjas con el símbolo de la paz y el otro ofreciera unas de color lila con el emblema de Superman, los asistentes posiblemente te podrían decir que las del símbolo de la paz son bastante buenas mientras que las de Superman te dan un subidón demasiado rápido.

Hoy, todo lo que se puede hacer es intentar describir el polvo de la cápsula que te está vendiendo el tipo de la esquina. Obviamente, con las pastillas prensadas también existía el riesgo de que contuvieran otras sustancias, pero comprar cápsulas genéricas en una época en la que existe la posibilidad de adquirir sustancias psicoactivas similares en internet supone un peligro mayor. Es muy probable que cada vez hayas comprado una cápsula de MDMA "pura" durante la última década, el polvo estuviera compuesto por algo más que MDMA.

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Traducción por Mario Abad