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Tetas y chistes machistas: los asquerosos grupos de WhatsApp de tíos

Este artículo se publicó originalmente en Broadly en español, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.

Todas conocemos algún hombre que, sin ser necesariamente el más gañán, forma parte de algún grupo de WhatsApp machista que le satura el móvil con cientos de imágenes de culos y tetas. Es viernes y sin moverse de su silla de oficina, ya ha podido ver un gif de unas tetas enormes, un chiste de estos en los que aparece una mujer cocinando y una chica que no conoce de nada con una corrida en la cara. No tiene pinta de actriz porno. Son las 10:15 h y Pepe contesta: “¡Espectacular! ¡Menudas berzas! ¡Qué paséis buen día!”.

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“Pertenezco a cuatro o cinco de estos grupos: el de los colegas del curro, el del equipo de fútbol y el de los amigos de toda la vida. En todos ellos nos enviamos vídeos e imágenes de tías de forma más o menos frecuente”, me explica Ricardo*, de 27 años y ocupado en el sector audiovisual. Él dice que es de los que nunca envía material, pero tampoco hace nada por dejar de recibirlo. “De repente, te llegan fotos de una tía en pelotas que ni siquiera querías ver y en seguida todo el mundo empieza a ofenderla remarcando lo guarra que es. Es todo muy mecánico, al cabo de unos minutos se olvida”, señala Ricardo.

Una captura de unos de los grupos al que pertenece Ricardo

“Hay personas que pierden más la vergüenza chateando a través de WhatsApp. Algunas personas se atreven a decir y publicar cosas que no dirían en otro contexto. Así que de algún modo sienten como si estuvieran menos expuestos”, indica el psicólogo clínico y sexólogo Dr. Héctor Galván, director clínico del Instituto de Psicología de Madrid.

De esta forma, los grupos de WhatsApp son también una forma de entender cómo se articulan determinados roles y se perpetúan estereotipos dentro de los mismos. “Además del sentimiento de identidad, existe una especie de identidad grupal y de sentimiento de pertenencia. El problema es cuando en determinadas situaciones grupales el individuo deja de pensar por sí mismo y se deja arrastrar por las ideas del grupo”; recalca Galván.

Te llegan fotos de una tía en pelotas que ni siquiera querías ver y en seguida todo el mundo empieza a ofenderla remarcando lo guarra que es

“Lógicamente, hay roles. Unos saturan y otros recibimos. Muchos de los que reciben, siempre aplauden y ríen las gracias. No hay actitud hostil ni reproches hacia los participantes. Todo es muy decadente, primario y garrulo”, explica Manu*, de 32 años, comercial. Él pertenece a tres o cuatro grupos de hombres, aunque admite que no todos son igual. “Solo dos de los grupos en los que estoy son de contenido excesivamente sexista: el del equipo de fútbol y el de excolegas de curro”, reconoce.

Manu me muestra una captura sacada de su móvil. El nombre del grupo es premonitorio: incluye la palabra “perras”. La tónica del grupo es muy parecida al del otro: alguien felicita el viernes con una foto de una mujer en bikini en una piscina; otro pasa un vídeo porno con cinco mujeres en una cocina y a ese archivo le siguen algunos más en los que simplemente aparecen culos. Entre imagen e imagen, el grupo va contándose sus cosas.

“La Manada” ―el grupo de WhatsApp de los presuntos violadores de San Fermín en el que escribieron cosas como “Follándonos a una entre cinco. Puta pasada de viaje. Hay vídeo― es una muestra del machismo latente en muchos de estos grupos. “En ese contexto claramente se dejaron llevar por los valores de grupo a modo de borregos. Con la premisa del todo vale, ninguno cuestionó lo que habían hecho”, analiza el experto Galván. Casos extremos como el de “La Manada” ponen de manifiesto esta cultura del “todo vale”. Nadie se plantea nada. ¿Es sexo consentido? ¿La chica sabe que estás pasando esta foto a tu grupo de amigos? Este hombre relató en su blog la salida de uno de estos grupos al sentirse incómodamente identificado, salvando diferencias obvias, con algunos comportamientos de “La Manada”.

Luis*, de 35 años, también forma parte de alguno de estos grupos (en Navidad, me explica, le han añadido a unos cuantos más). Él asume que entre ese chaparrón de fotos de calendario y memes, hay otras tantas no consentidas, sacadas directamente de Facebook o fotos privadas que la chica en cuestión ha enviado a alguien de su confianza. Me muestra una selección sacada de su móvil y me pide que no las publique porque hay algunas chicas de su barrio. “En estos casos el consentimiento brilla por su ausencia, ni se plantea que se haya solicitado. Alguna vez le he dicho a alguno que imagina que esa chica es su hermana o su amiga. Y, claro, mosqueo al canto. Pero al margen de eso, poco más. Es bastante fácil que cualquier cosa que se diga caiga en saco roto”, argumenta.

Grupos mixtos y grupos “solo de chicas”

“También habrá algún grupo de chicas en el que se pasen fotos de pollas, ¡eh!”, me sugiere un amigo al que explico la idea de este artículo. Y puede que los haya. Pero haciendo una encuesta rápida en una tertulia de bar ―con un grupo de seis chicas de perfiles muy variados― encuentro algunas diferencias: primero, la mayor parte de ellas interviene sobre todo en grupos mixtos; y segundo, todas coinciden en que su grupo de WhatsApp “solo de chicas” es para hablar de sus cotilleos o problemas. El contenido de archivos multimedia compartidos no se parece en nada a lo que había visto hasta ahora. Se pasan contenidos variados y, tal vez, sí, eventualmente, el cuerpo de algún tío cachas. No hay rastro de sexismo ni chistes denigrantes para el hombre. El estudio Sexismo en Línea de la investigadora experta en género Margarita Ruiz Fernández llegó a conclusiones similares.

Este informe analiza el comportamiento en línea de 17 mujeres con estudios universitarios de entre 20 y 30 años y cómo estas se desenvuelven en grupos mixtos de WhatsApp. “Contemplamos que muchas entrevistadas detectan el sexismo directo, pero se les escapa la idea de que existe un nuevo sexismo aparentemente benévolo muy peligroso. Estas formas de nuevo sexismo, a partir de imágenes, vídeos, chistes, aseguran el mantenimiento de un sistema patriarcal”, explica Ruiz. “Sigue prevaleciendo, también entre las chicas, ese papel de sumisión o esa actitud de pasar de largo o lavarse las manos a no ser que sea algo muy grave o que esté dañando una persona que yo conozco”, apunta la investigadora.

Muchas veces las mujeres se aferran a pensar que el humor sexista puede ser legítimo y que debemos ser tolerantes

La mayor parte de los testimonios recabados aseguran que en estos grupos mixtos se vigila más los contenidos sexistas que se cuelgan por respeto a la mujer, aunque siempre se acaba filtrando algo. Siempre, claro, compartido por los chicos. “Muchas veces las mujeres entrevistadas se aferran a pensar que el humor sexista puede ser legítimo y que debemos ser tolerantes”, subraya la investigadora. Para ella, eso es un síntoma de que aún no somos conscientes de la potente arma socializadora que son las redes sociales y como estas contribuyen a mantener el statu-quo.

Un testimonio aportado en el informe apunta algo en esta línea:

“Carmen: si, si totalmente, muchos, muchos al cabo del día recibo chistes, imágenes, (…) aunque dependa de las personas que lo reciben, que yo no me lo tomo mal, pero algunas personas sí, y puede ocasionar que lo vea hasta normal ya (…) ¿sabes? Que normalice la situación sexista [sic]”

O este otro:

“Noelia : hombre, pues es que antes a lo mejor no se mandaban tantas fotos de mujeres barriendo, en cueros (…) ahora con el WhatsApp, muchísimo más, con las redes sociales muchísimo más

El informe muestra que las mujeres, por lo general, adoptan una actitud pasiva frente a este tipo de comportamientos y que “no es lo habitual” que una mujer envíe fotos de un hombre desnudo de forma tan gratuita. Como respuesta cuando arremeten frente alguno de estos comportamientos reciben el silencio o la risa. Muchas de las chicas entrevistadas también tienen grupos de solo chicas con amigas de la universidad, amigos de toda la vida o del trabajo. Lo usan para hablar de sus cosas, sus problemas, cotilleos y también de sexo, según el informe. Pero no se manifiesta ―o no de forma tan evidente― este tipo de bromas jocosas, chistes denigrantes o contenido pornográfico de dudosa procedencia.

“Es necesario que las mujeres conquisten los espacios públicos, pero también los virtuales, así como educar en materia de género a hombres y mujeres, para que seamos capaces de reconocer y detectar este tipo sexismo en línea igualmente nocivo”, remarca Ruiz.


* Los nombres han sido cambiados