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Estrategias de mierda para regatear en Wallapop

¿De verdad piensan que pueden comprar así?
Collage hecho con imágenes de Pixabay

Wallapop. Ese “mercadillo online” que desde hace unos años nos acompaña y que ha hecho de nosotros unos incipientes e intratables negociadores de la compra-venta de segunda mano. Porque no nos engañemos: de nuestro estrato cultural español emana una especie de epifanía regateadora con la picaresca por bandera.

Y nos vale casi todo. Aun más después de tragarnos varios programas en el Discovery Channel de la peña que va cazando tesoros y reliquias por Estados Unidos. Todos hemos querido ser alguna vez esa persona que comienza a regatear con un abuelito en algún pueblo remoto de Luisiana y termina obteniendo una nevera de Coca Cola de los años 40 a un precio inmejorable gracias a su perspicacia encomiable.

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Pero claro: this is Spain, my friend. Ni vamos a encontrar esos “tesoros” así como así, ni vamos a cautivar al comprador con nuestro ingenio para que acceda sin protestar a una oferta seguramente injusta.

Aquí, aunque lo intentemos, estamos hechos de otra guisa. Por eso mismo he hablado con compradores acérrimos de Wallapop para que me cuenten una serie de estrategias de mierda que usa la peña para regatear por ese chat que tanto nos gusta y que muchas veces roza lo absurdo.

Tengo que admitir que yo he usado alguna.

El trueque

Esta forma de intercambio que tuvo su auge en la Edad Media ha vuelto para hacer de las suyas en pleno siglo XXI. Eso mismo me cuenta Sara (22 años) cuando vendía unas estanterías que no usaba.

“Una chica me abrió y me dijo que estaba interesada en comprar las estanterías e intercambiamos un par de frases sin que me hiciera una oferta. A los pocos segundos me dijo que me lo cambiaba por un set de champús y mascarillas capilares de no sé qué marca valorados en más de 100 €, según ella. ¿Estamos en el feudalismo y no me he enterado?

Perdona, pero quiero mi pasta porque por eso lo pongo a la venta. Y, es más, si quisiera un trueque, ¿crees que lo cambiaría por jabón? Es como si cambiara una vaca por una gallina. Mira, no, lo siento. ¡Aquí tu champú no vale nada!”.


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Hacerte un Rick de 'La Casa de Empeños'

Pones a la venta una lámpara vintage para la que no has encontrado hueco en tu nuevo piso de alquiler y, después de un par de días, te abre el chat un tipo que quiere rebajar el precio con supuestos datos del valor de tu producto. Ya sabes quién es, ¿verdad? Todos odiamos a los listillos.

Comienza a avasallarte con preguntas sobre la composición de metales y plásticos, los vatios de potencia, dónde la compraste y te pide alguna foto más para asegurarse de que no haya óxido en la rosca de la bombilla. Te hace parecer estúpido, pero aguantas al tipo porque necesitas esos 50 pavos para pagar el maldito alquiler.

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Después del tercer grado, te suelta un “le pregunto a un amigo que entiende y te hago una oferta, que me parece algo cara para lo que es”. Es ahí cuando tu corazón bombea una especie de ponzoña perniciosa, pero vuelves a respirar hondo, le pegas un par de puñetazos al peluche antiestrés y le contestas amablemente pensando en la pasta. Al cabo del rato, lo inevitable. Te dice que su colega le ha dicho que vale 15 €, pero que te da 20 porque le gusta mucho el color. Hasta luego.

Collage hecho con imágenes de Pixabay

El sociópata despiadado

Los vendedores tampoco se escapan a querer sacar su lado de mercader como si estuvieran en una especie de zoco cibernético. Lo chungo es que les miras el perfil y, a priori, parece gente normal con su foto de postureo frente al mar. Hasta aquí, todo bien, pero cuando hablas con ellos un rato, son personas despiadadas sin ningún tipo de escrúpulo.

Carlos (21 años) se cruzó con uno el año pasado. “Era la víspera de Navidad y tenía que comprarle el regalo a mi hermano. Llevaba meses esperando un juego de la Play Station, pero en la tienda costaba 70 eurazos y se iba de mi presupuesto. Miré en Wallapop y, efectivamente, había uno a la venta por 55 €.

Le conté la urgencia de mi cometido y estuvimos charlando sobre videojuegos. Era muy majo y parecía comprensivo hasta que le dije que por la urgencia solo podía conseguir 52 €, pero que esa misma tarde iba a por él. Ni se inmutó. Olió mi desesperación y soltó un ‘tengo a otros dos preguntando que me pagan su precio, así que no me cuentes tus problemas’. Terminé regalando a mi hermano una camiseta porque no me rebajó los 3 €”.

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'Numineitors'

Es bastante común que uno de esos días que te envalentonas a hacer limpieza de armario, subas a Wallapop la ropa que no te pones desde 2013. Llenas el perfil de camisetas de Los Ramones, shorts con tachuelas y toda esa moda que ya no se lleva a un precio más que razonable.

Es cuando te habla uno de los muchos numineitors que conviven entre nosotros sin que nos demos cuenta. Esa especie de cíborg sin el menor apego a las relaciones humanas que va directo al grano y que piensa que vuestra corta relación es un escollo en su camino porque siente desprecio hacia los demás mortales.

Naiara (29 años) ha desarrollado una animadversión hacia los numineitors que da bastante miedo: “Ni te saludan ni nada. Tienes unos zapatos por 10 € y te suelta: ‘3’. No te preguntan si están usados o un ‘Hola, ¿qué tal?’. Simplemente ellos ponen el numerito como si fueran máquinas. Obviamente paso de contestar a este tipo de malnacidos que suelen volver a escribirte bien simpáticos”.


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El conjuro pagano

La gente es adicta a las gangas. Seguramente alguna vez no te has podido resistir a pillarte algo que no necesitas, pero su precio tan bajo ha hecho que acabes sucumbiendo. ¿Pero qué pasa si en vez de encontrar ese chollo, lo quieres provocar? ¿Surrealista? No lo creo.

“Si lo bajas a un precio ridículo, avísame”, me dice Javi (23 años) riéndose del tipo que le puso esa frase sin comerlo ni beberlo. “Le dije que no lo iba a bajar y me soltó varias veces: ‘Quieres venderlo y yo comprarlo. Piénsalo y dime algo’. No es que busque una oferta, sino que quiere meterse en mi cerebro como si fuera un hechicero.

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Claro, yo pongo un sillón a la venta por 120 € y esperas que me entre una especie de enajenación transitoria que me haga venderlo por 30 € y, por si fuera poco, la primera persona que me viene a la cabeza eres tú porque velo por tu estabilidad emocional y económica”.

Ultimátum a la Tierra

Como si de una película de ciencia ficción se tratara, existen personas que intentan imponer su ley por las bravas perdonándote la vida. Dejan la amabilidad en algún recóndito lugar de su oscuro corazón y comienza una lucha despiadada del regateo.

Sheila (27 años), que lleva varios años vendiendo por Wallapop artesanías y objetos que ha dejado de usar, me explica que es bastante común que “comiencen a regatear por un precio irrisorio. Tú le dices que no y van subiendo euro a euro para que vayas cediendo. Es una jodida guerra psicológica.

Lo bueno es que si el objeto lo tienes a 50 € y te hace una segunda oferta por 15, se siente insultado. Después de un rato, tú bajas a 40 €, pero él no sube de 20. La mejor parte es cuando te da el ultimátum con cierto desdén por 25 €, que es la mitad de lo que tú pedías, como si fuera una oferta irrechazable. Es bonito ver cómo se indigna cuando te mantienes firme y pasas de él”.

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Estas son las estrategias más curiosas que he ido encontrando, aunque la creatividad humana da para tanto que seguramente puedas toparte con algún que otro atropello más a la inteligencia para ahorrar un par de euros. En España somos así y no conozco ninguna solución para remediarlo.