Queridos haters: tenemos que hablar de esto, no porque sea trap, no porque sea mainstream y no porque sea Bad Bunny. Tenemos que hablar de esto porque es político. Y porque además es político en un género que poco o nada se esfuerza por serlo.
Bad Bunny acaba de lanzar su video para “Caro”, canción que se desprende de su disco x100Pre y cuyo discurso es básicamente “vive tu vida, yo vivo la mía. Si yo tengo o no tengo, eso no te importa”, y que puede resultar entre narcisista y autoestimativo. Vanaglorioso.
Pero lo realmente rescatable es el cambio de narrativa que está proponiendo, al menos desde lo visual. En el video dirigido por Fernando Lugo y Benito Martinez aka Bad Bunny, se rompen las marcadas líneas estéticas que han acompañado al trap y al reggaetón y cuyas historias, en la mayoría de los casos, no salen de su zona de confort de lujos, excesos, mujeres y malandreo. A veces mezclados, a veces enfocados solo en una de esas líneas, pero casi siempre aterrizados en alguno de esos clichés.
Aquí hay algo que vale la pena resaltar y es el discurso y lo que está transmitiendo un artista que puede, para muchos, ser parte de ese mismo cliché, de hacer música fácil y sin sentido y bueno, esta lucha por defender un género más criticado que validado ya sabemos dónde va a acabar. Sin embargo, el video de “Caro” evidencia un discurso que puede interpretarse como político, desde lo que el cuerpo y lo que lo rodea comunica.
Arranca con colores pastel y una pasarela breve que sucede dentro de un televisor y pasa a un Bad Bunny haciéndose el manicure en bata, cuyo cuerpo en cuestión de segundos pasa a habitar, durante casi todo el resto del video, una mujer cuya postura no va hacia el discurso del empoderamiento. Acá el conejo malo rompe los muros de género, y es ella quien es la matrona de su crew, la que comanda un carro de lujo desde el capó y se convierte en protagonista sin resultar condescendiente, ni mucho menos. Paralelo a esto también hay un discurso de la belleza representado en una pasarela en la cual las supermodelos han sido relegadas y las dueñas pasan a ser mujeres de talla grande, ancianas, trans e incluso con síndrome de down.
Algo que, bueno, resulta valioso y a la vez revolucionario dentro de una industria heteropatriarcal, en un género con una alta carga machista y con una estética visual donde generalmente la mujer es objeto.
Juzguen ustedes mismos viendo el video al comienzo de la nota.
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