Medio Ambiente

Escasez de agua, asesinatos y caos: el sombrío futuro de las olas de calor

El cambio climático implica un planeta más caliente y más violento.
Indios en la ciudad de Chennai hacen fila para llenar jarras de agua de una cisterna
Indios en la ciudad de Chennai hacen fila para llenar jarras de agua de una cisterna durante la escasez de agua en junio. Foto AP/R. Parthibhan, File

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

Las temperaturas abrasadoras experimentadas por más de 150 millones de estadounidenses el pasado fin de semana fueron un factor en la muerte de seis personas y llevaron a una mala calidad del aire en algunas partes de Los Ángeles. Pero más allá de la cancelación de algunos eventos deportivos y cortes de electricidad, la vida continuó como siempre, incluso con temperaturas que ascendieron a los tres dígitos.

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Sin embargo, no se compara con la ola de calor y la sequía en la India a principios de este verano, durante las cuales la policía tuvo que proteger las entregas de agua de los manifestantes. El conductor de una cisterna de agua fue golpeado, un hombre apuñaló a seis personas y un joven de 33 años llamado D Anand Babu murió luego de ser atacado con troncos y "cortado con armas mortales". Según los informes, se enfrentó a un hombre mayor y sus tres hijos por tomar grandes cantidades de agua de un grifo público.

Esa brutalidad relacionada con el calor parece impactante, pero el cambio climático podría hacerla cada vez más común. VICE contactó al investigador de violencia, Andreas Miles-Novelo de la Universidad Estatal de Iowa, quien sugiere que la diferencia entre los resultados de cada ola de calor se reduce a que Estados Unidos se encuentre en un clima templado y tenga recursos naturales más abundantes. Advierte que mientras las temperaturas globales sigan aumentando, los eventos y las condiciones extremas serán cada vez más comunes y ni siquiera el vasto privilegio ambiental de Estados Unidos hará que sus ciudadanos sean inmunes a la violencia.



"No se trata de ser civilizado o incivilizado", dijo Miles-Novelo, quien es coautor de un artículo, publicado a principios de este año, que analizó años de investigación académica sobre el vínculo entre el clima severo y el comportamiento agresivo. "Estamos acostumbrados a sacar tanta agua de la llave como queramos. Probablemente en 20 años ese no sea el caso".

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Los veranos ya son mucho más intensos que hace años. En la década de 1960, Estados Unidos experimentaba aproximadamente dos olas de calor por año. Para el 2010, había aumentado a seis por año. El fin de semana pasado, los récords de calor se rompieron en al menos seis lugares en todo EE. UU. Esta semana, Bélgica y los Países Bajos registraron sus temperaturas más altas; el jueves París llegó hasta los 42 grados centígrados.

Eventos como este muestran cómo la crisis climática está rompiendo el punto de partida que usamos para evaluar lo que es normal y lo que es extremo. "Esto significa que lo que solía ser extraordinario puede convertirse en una rutina, en algo habitual", dijo Scott Power, jefe de investigación climática del Bureau de Meteorología del Gobierno de Australia.

Recientemente, Power coeditó un artículo en Nature Climate Change que calcula que si los humanos siguen destruyendo la atmósfera a las tasas actuales, el 58 por ciento de la superficie de la Tierra podría experimentar nuevos registros de calor cada año. Estas temperaturas sofocantes no se distribuirán de manera uniforme o justa. La frecuencia con la que se rompen los registros aumenta a 67 por ciento en los países pobres y vulnerables, lugares como la India que ya están expuestos a un calor peligrosamente alto.

"La mayoría de los países menos desarrollados y casi todos los pequeños estados insulares en desarrollo residen en latitudes más bajas que los países desarrollados", dijo Power. "Proyectamos que experimentarán condiciones sin precedentes con más frecuencia".

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Su artículo predice que "mientras más extremos sean estos eventos, mayor será el potencial para empujar a los ecosistemas y las comunidades más allá de su capacidad para adaptarse".

Pero sería erróneo decir que las áreas menos desarrolladas del mundo, las más golpeadas por el cambio climático también son especialmente aptas para la violencia. Numerosos estudios a lo largo de los años han demostrado un vínculo entre las altas temperaturas y el comportamiento agresivo en los países ricos, ya sean ataques armados contra conductores de autobuses en Vancouver, los cuales aumentan en los meses más calurosos de verano o tasas más altas de ataques físicos durante el clima caluroso en Minneapolis –aunque no hay evidencia, al menos por ahora, de que la reciente ola de calor haya contribuido a un aumento en el crimen o la violencia de Estados Unidos.

Miles-Novelo compara el efecto del calor en el cerebro humano con la experiencia de estar "hambriento". "Estás irritable y tu cuerpo está tratando de responder a su incomodidad. Esa es una forma de conceptualizarlo", dijo.

"Imagina que la ciudad de Miami se hunde. Más de 2 millones de personas viven en el condado de Miami-Dade. Eso no funcionará si no están preparados".

Sin embargo, dice que el problema más grande por el que todos debemos preocuparnos es que las condiciones ambientales severas pueden forzar a las personas o grupos a tener conflictos violentos por los escasos recursos. Esto fue evidente en las peleas mortales por el agua durante la reciente ola de calor y la sequía de la India, y también en la frontera oriental de la India, donde cientos de bengalíes que huyen de los impactos de la pobreza y el cambio climático han sido etiquetados como "intrusos" por los medios de comunicación y asesinados por guardias armados en los últimos años.

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Son estas macrotendencias –no los aumentos de violencia relacionados con el calor– lo que realmente debería preocuparnos. Miles-Novelo cree que la escasez de recursos causada por el cambio climático es, al menos parcialmente, responsable de lo que está sucediendo en este momento en la frontera de Estados Unidos, donde los inmigrantes centroamericanos que han sido afectados por las sequías implacables y la violencia urbana están encerrados en centros de detención superpoblados.

Y a medida que nuestro planeta continúa ardiendo, Estados Unidos podría comenzar a sentir el impacto dentro de sus propias fronteras. "Esto no son solo personas de otros países", dijo Miles-Novelo. "Imagina que la ciudad de Miami se hunde. Más de 2 millones de personas viven en el condado de Miami-Dade. Eso no funcionará si no están preparados".

De acuerdo con la investigación de Power, debido al calentamiento en el que ya estamos atrapados, la frecuencia e intensidad de los eventos de calor extremo seguirán creciendo durante la próxima década o dos, sin importar el éxito que tengamos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Incluso si tenemos éxito en el logro de los objetivos climáticos acordados en la conferencia climática de París, esos eventos podrían no estabilizarse a un nivel más predecible hasta más adelante en el siglo.

Este es solo un ejemplo de por qué es probable que el mundo se vuelva más caliente, menos estable y cada vez más violento en el futuro previsible.

"¿Cómo lidiamos con el daño que hemos causado, incluso con el daño que no podemos ver en este momento?" Dijo Miles-Novelo. "Creo que esa es la próxima gran conversación que necesitamos tener".

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