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ecología

En España generamos 300.000 toneladas de neumáticos al año

Basta de asociar la contaminación producida por los coches únicamente al tubo de escape: las ruedas también contaminan, incluso cuando ya no las utilizamos.

Da igual cuál sea tu modelo. Da igual si enchufas todas las noches tu coche a la red eléctrica o si te has comprado un Hummer solo para ir al supermercado. Todos los coches contaminan. Todos. Los eléctricos también. Y lo siguen haciendo incluso después de dejar de rodar.

Cuando pensamos en un coche contaminando, pensamos casi inmediatamente en su tubo de escape, sin caer en la cuenta de que la inmensa mayoría de los componentes de un vehículo son altamente contaminantes. Y la palma se la llevan las ruedas.

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Porque en una sola rueda hay más de 100 compuestos químicos. "Una rueda es un producto de alta tecnología, y sus componentes son muy difíciles de reintegrar en la cadena natural", explica Félix López, un investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que lleva años indagando en como poder dar una segunda vida a los elementos más tóxicos de los neumáticos. Cada rueda lleva goma galvanizada, acero, una parte textil, pero también cosas como azufre, óxido de zinc y negro de carbono. "El problema está en que producimos una enorme cantidad de neumáticos y no somos capaces de absorber toda esa producción".

La verdad es que los datos son mareantes: cada año 1.000 millones de neumáticos llegan al final de su vida útil en todo el mundo. Solo en España, anualmente generamos unas 300.000 toneladas de neumáticos usados. Unas cifras estratosféricas que sirven para alimentar un oscuro mercado negro.

Las asociaciones ecologistas calculan que el 20 por ciento de las ruedas que son sacadas de circulación en el país acaban en vertederos ilegales. En España tomamos conciencia de la existencia de estos vertederos de una forma bastante espectacular. El 13 de mayo de 2016 se declaró un gigantesco incendio en Seseña, en la frontera entre las provincias de Madrid y Toledo. Los bomberos tardaron 20 días en conseguir controlar las llamas. El incendio se había producido en el mayor cementerio de neumáticos de toda Europa. Desde el año 2006, en España están totalmente prohibidos los depósitos de neumáticos a cielo abierto.

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"Todavía quedan cerca de una veintena de estos vertederos repartidos por la geografía", nos cuenta Manuel Sánchez, miembro de Ecologistas en Acción en Castilla-La Mancha. Sánchez nos lleva a uno de estos cementerios ilegales. En el término municipal de Argamasilla de Alba (Ciudad Real), se levanta un escenario donde bien se podría rodar una película post apocalíptica. En medio de la estepa manchega, miles de neumáticos apilados dan forma a uno de los vertederos más grandes de España. "Calculamos que hay algo así como 15.000 toneladas de neumáticos aquí", señala el ecologista.

El de Argamasilla de Alba es un ejemplo más de que las autoridades no están haciendo el esfuerzo que deberían para controlar y atajar este fenómeno. El cementerio ha sido denunciado varias veces, se le ha abierto numerosos expedientes, pero aquí sigue. El precinto que debería impedir que más desaprensivos viniesen para arrojar sus ruedas, que debería evitar que el vertedero siguiese creciendo, yace roto y ajado en el barro. "Claro que sí, perfectamente", contesta Sánchez cuando le preguntamos si en Argamasilla de Alba podría producirse un incendio como el de Seseña.

El mosquito tigre, que puede producir enfermedades como el dengue o la fiebre amarilla, fue introducido en España en una de estas remesas de ruedas.

A todo el poder contaminante de los componentes de las ruedas hay que sumar otro factor peligroso para el medio ambiente: los neumáticos son un caldo de cultivo perfecto para la aparición y propagación de patógenos. El mercado negro en el que acaban parte de nuestras ruedas está formado por hombres que hacen negocio trapicheando con los neumáticos, que los apilan en camiones o en barcos para llevarlos a Rumanía, China o Brasil. O para traerlos de vuelta a España. El mosquito tigre, que puede producir enfermedades como el dengue o la fiebre amarilla, fue introducido en España en una de estas remesas de ruedas. Fue detectado por primera vez en una empresa de reciclaje de neumáticos de Cataluña.

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Desde el año 2006 se supone que todas las ruedas de España, ya sean de tractores, de camiones o de coches, deben acabar cuando son puestas fuera de circulación en manos de SIGNUS o de TNU. Son las dos únicas entidades autorizadas para retirar, procesar y reciclar las ruedas en el país. Un proceso que se financia con una ecotasa que se cobra directamente al consumir. Cuando compramos una rueda, una pequeña parte del precio va destinada a financiar este sistema de control estatal que tampoco gusta a los ecologistas.

Parte de los componentes de las ruedas que son retiradas por SIGNUS o por TNU sirven una vez procesadas para fabricar suelas de zapatos, tartanes de atletismo o los suelos de los parques infantiles. Pero la gran mayoría acaba como combustible para las cementeras, que encuentran de esta forma una fuente de energía a precios imbatibles. El problema es que, de esta forma, los elementos tóxicos de los neumáticos no son procesados, son quemados y acaban en la atmósfera.

Mientras tanto en el CSIC, en el departamento de Investigaciones Metalúrgicas, siguen investigando para poder dar salida a todos los componentes de los neumáticos, incluso a los más tóxicos. Y se han hecho grandes progresos. El grupo liderado por Félix López ha logrado obtener combustible con los elementos que forma una rueda. "Se podría utilizar perfectamente en tu coche como un diésel", señala. ¿Por qué no se utiliza este proceso a gran escala en el reciclaje de neumáticos? El problema, según nos cuentan, es de dinero. "Faltan inversiones industriales, muchas veces el reto no es solo tecnológico y científico, si no sobre todo económico", señala el investigador del CSIC.

El argumento, por lo tanto, no es solo ecológico. La clave está en hacer ver a las empresas y a las autoridades que los procesos son rentables, que van a conseguir dinero con todo esto. Un triste ejemplo de esta realidad está en la empresa Enreco 2000, en Sant Andreu de la Barca (Barcelona). Aquí se desarrolló un proyecto puntero que conseguía producir energía limpia con los neumáticos y que fue seleccionado en el año 2013 en el Foro Económico de Astaná como una de las mejores tecnologías de Europa. El futuro era prometedor pero hoy la nave en la que se encontraba Enreco 200 está abandonada. Su fundador, Josep Grau, tuvo que echar el cierre a la empresa. No encontró financiación.

"No creo que lleguemos nunca a ser capaces de dar salida a la ingente cantidad de neumáticos que se producen cada año", indica el investigador Félix López. Y nosotros seguiremos circulando, rodando con nuestro coches de aquí para allá. Dejando nuestra irreversible huella ecológica. Aunque todos los coches sean eléctricos.

Este jueves 23 se emitirá el reportaje 'La rueda tóxica' en #0, el canal exclusivo de Movistar+ (dial 7).