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Los inmigrantes irlandeses, judíos y africanos de la edad de oro del boxeo

Durante el Periodo de la Regencia, los inmigrantes judíos, irlandeses y africanos permanecieron al margen de la sociedad inglesa, excepto en el pugilismo.

La batalla entre Crib y Molienaux (Wikimedia commons)

El boxeo era, sin duda, una actividad popular en Gran Bretaña desde hace cientos de años, cuando aparecieron los primeros registros escritos acerca del deporte. La práctica y el estudio de las actividades deportivas se volvió popular en occidente en el siglo dieciocho, pero el boxeo en particular no siempre era bien visto por la sociedad inglesa. La Restauración levantó algunas restricciones puritanas que pesaban sobre el entretenimiento público desde la Edad Media, y permitió que distintos tipos de espectáculos fueran exhibidos en zonas designadas alrededor de Londres y otras ciudades. El boxeo era un espectáculo popular en el Renacimiento junto con las peleas de gallos, la cebo de osos y el teatro. El periódico inglés The Protestant Mercury fue el primero en publicar una nota sobre una pelea de boxeo en 1681, a la que asistió el Duque de Albemarle. El apoyo aristocrático que recibía este deporte llegó a su punto más alto en 1732, cuando el Rey Jorge I ordenó la construcción de un cuadrilátero en Hyde Park. El apoyo del rey al boxeo creó un entorno en el que los peleadores recibían apoyo económico de parte de nobles acaudalados quienes cubrían sus gastos de entrenamiento y realizaban fuertes apuestas.

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En 1801, Joseph Strutt publicó su historia del deporte en Gran Bretaña, bajo el extenso título, típico para la época, de The Sports and Pastimes of the People of England, Including the Rural and Domestic Recreations, May-Games, Mummeries, Pageants, Processions and Pompous Spectacles, From the Earliest Period to the Present Time. Este tomo con título épico categorizaba las prácticas deportivas en Inglaterra según la clase de persona que los practicaba o los veía. El pugilismo estaba enlistado como un animada actividad para las espectadores tanto de la aristocracia como del pueblo común. 1813 fue un año crucial para el estudio del pugilismo; Pierce Egan publicó sus famosos volúmenes, Boxiana, y un escritor anónimo publicó el menos conocido pero no por eso menos interesante, Pancratia: A history of Pugilism. Consiste principalmente de historias de varios encuentros pugilísticos y es una fuente enorme de información acerca del modo en el que ocurrían las peleas en el siglo dieciocho. A Boxiana se le considera por lo genera una de las fuentes primarias principales de relatos de encuentros pugilísticos del Periodo de la Regencia, y Egan es un especialista particularmente atento y detallado, en especial en sus retratos de los peleadores, excluidos de prácticamente todas las facetas de la vida británica.

El final del siglo dieciocho y el inicio del diecinueve representaron la época dorada del boxeo británico; el momento en el que el deporte se convirtió tanto en una "ciencia" como en un arte viril. La época dorada coincidió con el Periodo de la Regencia, una época famosa por su moda elaborada entre las clases altas y una acentuada pobreza entre las clases bajas. Mientras que Egan y demás hombres educadados celebraban el renovado vigor presente en la masculinidad en Inglaterra, la verdadera labor de poner en práctica el pugilismo británico era realizada por hombres de clase baja a quienes, técnicamente, ni siquiera eran británicos. No, las grandes estrellas de la época dorada del boxeo británico eran inmigrantes —específicamente judíos, irlandeses y africanos, marginados y con frecuencia ignorados por los mismos hombres que elogiaban al deporte en el que destacaban.

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La población de inmigrantes pobres en Inglaterra quizá eran considerados los despojos de la sociedad, pero los golpeadores con potencial pugilístico no tardaban mucho en hallar un patrocinador acaudalado. John Ford explica en su libro, Prizefighting, que a pesar de la marginalización cultural normativa alrededor de los migrantes —y las poblaciones judía, irlandesa y africana se contaban entre las más discriminadas de la época—, los hombres podían alcanzar un mayor estatus económico y social a través del cuadrilátero que mediante cualquier otra profesión.

Los irlandeses quizá eran los más despresiados en Inglaterra, debido al enorme influjo de inmigrantes que arribaban a Inglaterra desde el inicio del siglo diecisiete, mucho antes de que comenzara la hambruna de las patatas en 1845. Los irlandeses eran considerados una amenaza al sustento de los ingleses porque los irlandeses, tan numerosos, le quitaban el trabajo al inglés porque hacían el trabajo por cualquier salario, incluso un magro, con tal de ganar algo de dinero para alimentar a sus enormes familias.

Los irlandeses también eran conocidos, coloquialmente, por sus pleitos de bar y sus batallas plenas de machismo; sus temperamentos luchones y la necesidad de empleo hacía que el boxeo profesional fuera una carrera ideal para los jóvenes irlandeses. Hubo una gran cantidad de peleadores irlandeses exitosos, pero uno de los más famosos, elogiado por Pierce Egan en Boxiana, era Jack Power, un fontanero y campeón pugilista.

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Celebrado como boxeador científico, Jack Power, de padres irlandeses, nació en Inglaterra en 1790, y comenzó su carrera como peleador a los 14 años. Muchas de sus peleas fueron contra otros pugilistas irlandeses de clase trabajadora, incluyendo a un carnicero, un sastre, un talabartero (un fabricante de sillas de montar) y un herrero, todos, cuando no estaban trabajando, buscaban ganar plata y fama. Power, según Egan, "era uno de los boxeadores más completos de su época; se le veía tanto como un peleador práctico o como un setter-to elegante".

Power laboraba como fontanero, un empleo que en esa época era muy peligroso y a la larga puso en peligro su desempeño en el cuadrilátero. Se dice que los fontaneros de esa época bebían grandes cantidades de aceite de ricino para mitigar los efectos de los vapores de plomo, aunque quizá esto solo incrementaba sus niveles de deshidratación dada la tremenda propiedad purgante del aceite de ricino. El 16 de noviembre de 1812, Power se enfrentó a Jack Carter por un premio de 100 guineas. Ya sea por el estado de sus pulmones, por una vena reventada o por el acto de pelear en la helada lluvia inglesa vestido únicamente con un par de pantalones, a Power no le fue bien en su pelea con Carter. Su constitución, debilitada por la inhalación de plomo, tuvo un impacto en su desempeño general en el cuadrilátero, y aunque perdió, muchos consideraron que fue una pelea cerebral.

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Como muchos otros hombres de clase baja, Power llevaba una vida dura en las calles de Londres. Su carrera doble como pugilista y como plomero fueron suficiente para provocarle una disminución de salud, pero, según Egan, Power también vivía una vida dura. Según Egan,

¡Ay! Tenía un disposición alegre que no conocía líites: los encantos fascinantes de la compañía, y el vaso tonificador fueron demasiado poderosos para su mente juvenil e inexperta; y se adentró prematuramente en excesos que le produjeron debilidad y un mal estado de salud.

Pero, dadas sus elecciones y las perspectivas que le planteaba su vida de pobreza, parece que Jack Power disfrutó de su vida plena de peleas, mujeres, bebida y fiesta; estaba dispuesto, después de todo, a sacrificar su salud a cambio de la vida de un célebre boxeador del Periodo de la Regencia. Su éxito motivó a otros boxeadores irlandeses a probar suerte en el boxeo profesional e intentar asegurar algo de reputación en una época en la que, casi de manera unánime, se les despreciaba.

Al final del siglo dieciocho, había entre 15,000 y 20,000 inmigrantes judíos en la ciudad de Londres. Daniel Mendoza fue uno de los primeros peleadores judíos en ser famoso, tanto como boxeador y como entrenador. Mendoza era pequeño de estatura y rápido de pies y manos que traería a una nueva época de boxeo que se distanciaba bastante de los peleadores de la Regencia, de puños pesados y cuerpos enormes. Mendoza entrenaba a otros en lo que se conocía como la Escuela Mendoza, y, según la frase común en esa época, la Escuela judía de boxeo. Su estilo era a veces considerado un estilo cobarde porque utilizaba su juego de pies para evitar a los golpeadores y no quedarse quieto intercambiando golpes. Cuando ganó su primera pelea profesional en 1787, fue presentado ante el Rey Jorge III, la primera ocasión que tenía el rey de hablar con uno de sus súbditos judíos. La habilidad de Mendoza en el cuadrilátero le granjeó el patronazgo real del Príncipe de Gales, quien más tarde se convertiría en Jorge IV cuando su padre sucumbió a la enfermedad mental (por eso se le conocía así al Periodo de la Regencia, porque el Príncipe de Gales gobernó como Príncipe Regente en lugar de su padre).

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Mendoza comenzó su carrera como peleador bajo la tutela del famoso boxeador, "El caballero boxeador", Richard Humphries. Pero algo se rompió en la relación entre los dos y en 1788 se encontraron en el cuadrilátero, ante 60,000 personas, para ajustar cuentas. La pelea, según cuentan los relatos, fue un evento tremendo, pero en el round 28 Mendoza se resbaló y se torció el tobillo, con lo que concluyó la pelea. Humphries se burló de su antiguo protegido, y lo llamó cobarde; al año siguiente ambos se encontraron una vez más, y Mendoza fue el ganador. Pero como muchas rivalidades, en especial aquellas en las que cada boxeador se ha llevado una victoria, tenía que haber una tercera que determinara quien era el mejor en el cuadrilátero. Egan, obviamente, explicó la importancia de la tercera pelea en Boxiana:

La terrible confrontación comenzó, y todos los ojos brillaban de ansiedad; el momento era interesante y atractivo y cada uno estaba abandonado al suspenso. Los combatientes no eran héroes de estampa común, y cada finta era considerada con respeto y atención; en este caso el dinero era una consideración secundaria; una fama descomunal estaba atada a esta competencia; y el orgulloso título de conquistador esperaba la conclusión —ambos sintieron sus consecuencias, y estaban decididos a ganarlo o perderlo, honorablemente.

Mendoza derrotó a Humphries en solo 15 rounds, y con eso se completó la triada. Mendoza pasaría a pelear y enseñar, y claro, a ser elogiado por Egan y otros entusiastas del boxeo. Su último combate fue en 1820, cuando peleó a la edad, algo avanzada, de 55 años, y en 1990 fue incluido en el Salón de la Fama del Boxeo Internacional; un pugilista legendario no obstante su marginación en la sociedad por ser judío y las críticas que recibió del establishment por su estilo de pies veloces.

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Inglaterra quizá no tuvo a muchos esclavos en la isla, pero en el extranjero, en sus vastas colonias, los británicos esclavizaban africanos y los explotaban duramente hasta que llegó la Ley de Abolición de la Esclavitud en 1833. Pero las ciudades inglesas, en especial Londres, tenían una gran población africana que, sorprendentemente, no enfrentaba tal cantidad re racismo como sus contrapartes en Estados Unidos. En 1772, había más o menos 15,000 africanos viviendo en Inglaterra, la mayoría de los cuales eran antiguos esclavos o descendientes de ellos. Es interesante que, mientras que a los inmigrantes judíos los ciudadanos británicos los veían con rechazo, los inmigrantes africanos no enfrentaron ese mismo tipo de desagrado. Sin embargo, los africanos tenían límites en cuanto a los tipos de empleos que podía realizar, así que muchos de ellos siguieron trabajando en labores domésticas hasta que ahorraban lo suficiente para poder ser aprendices de algún oficio. Algunos emprendedores vieron un futuro para sí mismos en el cuadrilátero como boxeadores, lo que les daba una oportunidad no solo de hacer dinero, sino de recibir el patronazgo y la protección de algún aristócrata acaudalado.

El primer peleador africano en hacerse de una verdadera fama y un simulacro de prestigio fue Tom Molineaux, un peleador del siglo dieciocho nacido en la esclavitud en Nueva York en 1784. Más adelante viajaría a Gran Bretaña y sostendría una pelea épica con Tom Cribb, considerado el Campeón Mundial, en 1810. Pero antes de que Molineaux saltara a la palestra, su propio maestro, otro africano, acaparó la atención del boxeo británico. Bill Richmond nació en Nueva York y fue empleado del Duke de Northumberland. Aprendió el oficio de ebanista, pero en 1804, entró al cuadrilátero y, aunque perdería con Cribb, ganó sus siguientes once peleas y se convirtió en instructor de boxeo. De hecho, entrenó a Molineaux y Egan lo menciona en su Boxiana, lo describe como: "intelectual, ingenioso y bien informado".

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Thomas Molineaux, algunas veces llamado Molyneux, sin duda es el boxeador africano más famoso del siglo diecinueve. Los antecedentes de Molineaux son cosa de leyenda, como rebeló Brian Phillips en su ensayo, "A Fighter Abroad", pero los datos más conocidos del hombre vienen cortesía de nuestro amigo, Pierce Egan, y su incansable cobertura del boxeo en la época de la Regencia.

Era un frío y lluvioso día, el 10 de diciembre de 1819, cuando una multitud con el barro hasta las rodillas caminó por una vereda hacia Copthall Common, un vecindario a 30 millas d ela ciudad de Londres, para ver el combate entre Thomas Molineaux y Thomas Cribb en una pelea para la historia. Egan dijo de ambos peleadores "se hicieron notar por sus extraordinarios esfuerzos". Ambos, en otras palabras, estaban en el mejor momento aquel día, y aunque para el round 19 Egan notó que "distinguir a los dos combatientes por sus rasgos habría sido prácticamente imposible, de tan terriblemente desfigurados que tenían el rostro".

Molineaux y Cribb pelearon en un día particularmente sombrío; les caía lluvia helada mientras pelearon por cuarenta rounds. Los primero veintinueve, Molineaux estaba dándole una paliza a Cribb. Esta pelea, que para la multitud simbolizaba un pleito por la supremacía nacional, ya que parecía la lucha simbólica entre la madre patria y su vástago pródigo y mal portado. La esquina de Cribb pudo detener el combate por un tecnicismo y en el tiempo que pasó en lo que se reanudaba, se dice que Molineaux se enfrió. Cuando ambos fueron otra vez llamados a pelear, el estadounidense tenía los brazos dormidos y estaba completamente congelado por la lluvia inglesa. En los siguientes once rounds, Cribb regresó y para el round cuarenta, Molineaux fue derrotado.

Los dos se volvieron a enfrentar el año siguiente, y Cribb volvió ganarle a Molineaux velozmente en el round 9. No hubo tercer combate, pero Molineaux continuó con su carrera de boxeador hasta que perdió con George Cooper en 1815. Tristemente murió paupérrimo en Irlanda en 1818; el alcoholismo precipitó su caída. Pero Thomas Molineaux será recordado por siempre por su ferocidad y su valentía, y por abrir el camino para que los hombres africanos triunfaran en Inglaterra. Pierce Egan elegantemente resumió la carrera de Molineaux en Boxiana:

Molineaux arribó como un competidor abierto y osado en pos de fama boxística; retó a los héroes más orgullosos en hostil combate. Tal declaración era viril, justa y honorable, y merecedora de todos los respetos y la atención entre los círculos pugilísticos.

Egan apuntó que gran parte de las críticas a Molineaux eran producto de su ambición, de la amenaza que representaba "por arrancar los laureles de la frente inglesa y colocarlos sobre una cabeza extranjera". Molineaux no estaba dispuesto a encarar su carrera pugilística con la obsequiosidad requerida de un sirviente o de un esclavo porque no era nada de eso. No obstante su situación social y el color de su piel, era un ser humano que exigía respeto y que, gracias a sus desempeños en el cuadrilátero, lo recibió.

Molineaux, Mendoza y Power ejemplifican las vidas de los inmigrantes y otros extranjeros viviendo en Inglaterra durante el Periodo de la Regencia. Boxiana, el libro de Egan da los retratos de cientos de boxeadores, pero estos tres hombres no solo personifican la experiencia del inmigrante, pero también revelan la dura realidad del boxeo en el siglo dieciocho. Resulta interesante que mientras que el boxeo en esa época era terriblemente brutal, feroz y expuesto a los elementos (Power y Molineaux perdieron ambos mientras peleaban bajo la lluvia), para estos tres hombres pelear era preferible a la experiencia inmigrante típica. En su libro, Prizefighting, John Ford postula que aunque había muchas otras naciones representadas entre la población de inmigrante en Inglaterra, estas tres eran las nacionalidades que dominaban el mundo boxístico dada sus tendencias natural al exhibicionismo. Para Ford, los peleadores judíos, irlandeses y africanos sobresalían porque se inclinaban más hacia la extroversión, más que otras comunidades de inmigrantes como la china o la francesa. Mi inclinación personal es gritar, ¡pamplinas! Se trata de una muestra de pensamiento reduccionista, esencialismo puro asegurar que una raza es más extrovertida que otra. ¿Qué otros factores podrían haber llevado a la explosión del boxeo profesional entre los judíos, los irlandeses y los africanos, contrario a otras comunidades de inmigrantes que no produjeron ni una fracción de los peleadores que aquellos? No hay duda de que varios factores contribuyeron a que aquellas comunidades particulares produjeran un exceso de pugilistas durante el Periodo de la Regencia. Una razón primaria podría ser que aquellos grupos tenían el apoyo comunitario y la organización suficiente para entrenar y preparar peleadores, debido, en parte, al éxito de aquellos primeros exponentes: Thomas Molineaux, Jack Power y Daniel Mendoza.