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ilusión vs mafias

El 'Puyol liberiano' que traficaba con futbolistas

Después de sobrevivir a dos guerras civiles y al ébola, 24 jóvenes liberianos permanecieron retenidos tres meses en una falsa academia de fútbol en Laos. Esta es su historia.
Todas las fotos son cortesía de Aitor Labrador

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Además de fuente inagotable de recursos para multinacionales sin escrúpulos y de banco de pruebas perfecto para farmacéuticas y fabricantes de armas, África también es un patio de colegio gigantesco en el que millones de críos emulan diariamente a sus ídolos y retransmiten en voz alta cómo recrean sus mejores jugadas.

En la primera parte de este reportaje lo pudimos comprobar con el defensa marfileño Yao Ohouo Jean-Jacques y su sueño —frustrado hasta el momento— de seguir los pasos de Paolo Maldini, Alessandro Nesta y Carles Puyol.

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A miles de kilómetros de Casablanca, donde Yao continúa retenido y sin papeles después de casi un año, Christian Nagbe, Seibo Toe, Marvin Koko Blapoh, Andrew Kamga y Charles Buima también intentaron ponerlo todo de su parte para hacer buenos sus apodos.

En las crónicas de su tutor Wleh Bedell desde la academia del Idsea Champasak United de Laos, Nagbe era 'el Robinho liberiano'; Toe, 'el Hazard liberiano'; Blapoh, 'el Salomon Kalou liberiano'; Buima, 'el Benzema de Idsea'; Kamga, 'Iván de la Peña'… y así sucesivamente con todos y cada uno de los más de 20 compatriotas que a principios de este 2015 se embarcaron en una aventura de la mano de un compatriota ilustre.

Años antes, otro fornido defensa de nombre Alex Karmo comenzaba a destacar y a ganarse el sobrenombre de 'Puyol liberiano'. Internacional absoluto por la selección de la 'estrella solitaria', Karmo logró en 2008 dar un paso adelante en su carrera y abandonar un país que aún acusaba las secuelas de la hambruna y dos guerras civiles en apenas 20 años.

Las ligas de Guinea Ecuatorial y Kenya fueron sus primeros destinos antes de dar el salto a Asia, continente cada vez más concurrido por los futbolistas africanos que no logran hacerse con un hueco en Europa.

Después de un par de incursiones en la V-League vietnamita —el torneo más potente del sudeste asiático, que llegó incluso a seducir al exbético Denílson—, Tailandia, y un regreso puntual a Kenya, Karmo comenzó a hacerse un nombre en la modesta liga de Laos.

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En su último club, el Idsea Champasak United, 'el Puyol liberiano' alcanzó la capitanía y se ganó la confianza de su presidente, Phonesavanh Khew Lavong. Su ascenso fue tal que logró ser designado como responsable único de la nueva academia del club.

"No me quiero comparar con nadie, soy el menos indicado, pero he visto la necesidad de enseñar a los compañeros del África occidental cómo pescar en vez de llevarles el pescado", declaró entonces como si de un nuevo mesías se tratara.

Además de forjar a los talentos locales en su nuevo vivero, Karmo aprovechó su experiencia internacional y contactos para convertir a su club en un escaparate de los mejores jóvenes talentos africanos no reclutados por los poderosos clubes europeos o academias como la catarí Aspire.

Pesadilla en el sudeste asiático

El pasado 17 de enero, una expedición formada por 24 futbolistas liberianos del Rising Stars (algunos con tan solo 14 años de edad, y entre los que se encontraban los citados Nagbe, Toe, Blapoh, Buima y Kamga) inició un viaje hacia Laos que, afortunadamente, ha acabado por resultar de ida y vuelta.

Con el periodista y presidente de la Unión de Futbolistas de Liberia (LFPU) Wleh Bedell como tutor, su aventura les llevaba en primera instancia hasta Ghana.

Allí, además de recibir los 550 dólares que aproximadamente les había costado el vuelo —dinero que aún están esperando—, daba comienzo un sueño cimentado en promesas falsas: como el ordenador portátil y los 1.000 dólares que tenían que cobrar a su llegada a Laos, o la educación escolar que se supone debían recibir más allá de sus dos sesiones diarias de entrenamiento, debidamente remuneradas a 25 dólares cada una.

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En su capital, Accra, y más concretamente en las instalaciones de la academia del FC Nania (club propiedad del emblemático Abedi Ayew Pelé), les esperaba el resto del grupo que, además de una cocinera, contaba con otros siete futbolistas liberianos, dos de Sierra Leona, un guineano y un ghanés, reclutados por Alex Karmo en el cercano campo de refugiados de Buduburam.

A la espera de las últimas gestiones burocráticas, el combinado bautizado como Alex Karmo Foundation realizó un 'stage' y disputó nueve partidos con un balance de cinco victorias, un empate y tres derrotas, en lo que supuso su primer gran escaparate fuera de su país.

"Vuestro equipo es bueno. Resulta difícil de creer que se trate de un combinado", comentó Abedi Pelé al tutor de los chavales tras verles en acción.

Erigido en portavoz del grupo a través de su perfil de Facebook, Bedell informaba puntualmente del estado de ánimo y las últimas novedades de sus pupilos —no sin antes deshacerse en elogios ante la oportunidad brindada por su nuevo benefactor.

"Filántropo y estrella, Karmo, que viajó desde Asia a África para movilizar y liderar la delegación hacia Laos, es en efecto el futbolista del momento en Liberia merced a su buena voluntad. Es una persona con corazón, un pionero capaz de solucionar problemas, un embajador y único entre un millón", relataba el cronista a los diez días de instalarse en la ciudad laosiana de Pakse.

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Más allá de poner en funcionamiento la Idsea Asia-Africa Football Academy con esta primera remesa de futbolistas llegados del continente negro, el otrora internacional por Liberia y su presidente habían trazado un ambicioso plan de captación de futbolistas, que incluía una visita a finales de año a este país para proceder a la compra de un terreno de 20 hectáreas. En él construirían la primera academia de fútbol en activo del país que vio nacer al primer Balón de Oro africano, George Weah.

"De esta forma, el señor Lavong, el hombre que dispuso de más de 70.000 dólares para que una delegación de 36 personas viajase desde África hasta Asia, permanecerá para siempre como amigo verdadero y padre del fútbol en Liberia", relataba Bedell.

La apuesta por el talento africano comenzaba a dar resultado, y hasta tres futbolistas de la expedición llegaron a estrenarse con la camiseta del primer equipo del Idsea Champasak United en partido oficial: Emmerson Wleh, Adolphus Mutu Blamo y Kesselly Kamara, éste último de tan solo 14 años de edad.

Sin embargo, las buenas intenciones del presidente del club laosiano y su mano derecha Alex Karmo no tardaron en quedar en evidencia. Además de incumplir los pagos prometidos, los futbolistas dormían en un área común en el sótano del vetusto estadio de Champasak.

"Solo hay que ver las fotos. Son horribles. Esos colchones finísimos… teníamos a los mosquitos, las moscas, las cucarachas y otros insectos como únicos compañeros. La comida había sido preparada previamente en el baño. Las ventanas estaban incompletas, por tanto cualquiera podría acceder desde el exterior para robar o herir a alguien", relató Bedell ya a su regreso a África.

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"No había medicación alguna. Los futbolistas enfermos o lesionados estuvieron durante semanas luchando contra sus dolencias antes de ser llevados a duras penas a una farmacia a por unas pastillas. La mayoría de los jugadores han vuelto a casa con malaria crónica".

"Desde la primera semana según llegamos a Laos los futbolistas plantearon amotinarse, pero fui yo quien les ha estado hablando durante más de un mes pidiéndoles que fuesen amables y pacientes", explicó el periodista, después de que las múltiples recomendaciones realizadas por su parte al club —entre ellas, la firma de un acuerdo de colaboración con la academia del Nacional de Madeira— fueran ignoradas.

Nadie por parte del Champasak United quiso mover un dedo al respecto. ¿El motivo? Su academia, el punto de partida a su faraónico proyecto de formación de futbolistas, no estaba registrada como tal en la federación local.

Esta situación dejaba a los futbolistas entre la espada y la pared: o firmaban el contrato multianual que les ofrecía el club para pasar a pertenecer a su primer equipo, o se quedaban sin el correspondiente permiso de trabajo.

Mientras tanto, y en función de su rendimiento en entrenamientos y partidillos, los futbolistas fueron repartidos en tres categorías, con sus respectivos salarios mensuales de 100, 80 y 60 dólares… y una cuarta sin retribución alguna.

Bedell, al que sus pupilos bautizaron como "el Nelson Mandela del fútbol", no dudó en enfrentarse a Karmo y recomendar a sus futbolistas que no se dejasen embaucar. Su propuesta que no solo contravenía el artículo 19 del Reglamento sobre el Estatuto y Transferencia de Futbolistas de la FIFA, sino que además pasaba por encima del Protocolo de trata de personas de Naciones Unidas.

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"Nadie explotará a estos niños. Nadie engañará a estos muchachos", insinuaba el periodista horas antes de recibir una comunicación por parte del club en la que le 'invitaban' a abandonar la academia y el país.

"Ésta no es vuestra casa: si queréis volver a vuestro país con vida, callaos la boca", fue una de los mensajes publicados por uno de los futbolistas locales de la primera plantilla del Champasak United. Las amenazas también llegaron a través de la policía local que, ametralladora en mano, invitó 'amablemente' a varios jóvenes futbolistas a abandonar las instalaciones del club.

Días después, y en dos tandas, 19 futbolistas liberianos despegaban al fin con destino a un campo de refugiados en Ghana. Allí permanecieron durante dos semanas a la espera de que el sindicato internacional de futbolistas FIFPro se hiciese cargo del coste de los billetes de regreso a su país.

Otros cinco miembros de la expedición, entre ellos los citados Aldolphus Blamo y Emmerson Wleh, decidieron permanecer en Pakse junto a los otros nueve jugadores reclutados en su momento por Alex Karmo en el campo de refugiados en Ghana. En algunos casos, el temor a las burlas y al rechazo de familiares y vecinos influyó en su decisión; aún más que el sueño cada vez más lejano de triunfar como futbolistas.

Medio año después de la marcha de Bedell y sus compañeros, las condiciones y el día a día de estos 14 futbolistas africanos en Laos no han mejorado.

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"No estoy seguro que se quieran quedar allí todavía, están en una situación muy mala y necesitan ayuda", sostiene Jean-Claude Mbvoumin, fundador y presidente de FootSolidaire.

Mientras tanto, y a instancias de la FIFA, las federaciones de Liberia, Ghana, Sierra Leona y Guinea han solicitado formalmente a los seis futbolistas menores de edad que aún permanecen en la academia que regresen a sus países.

"No todos pueden triunfar"

El fracaso de la academia del Champasak United provocó el divorcio entre el presidente del club y su otrora mano derecha, Alex Karmo, a quien el pasado mes de julio rescindió su contrato tras acusarle de apropiación indebida de fondos del club.

"Aquí es donde aparece este lado oscuro del fútbol, porque mucha gente quiere lucrarse a costa de ello con sus negocios sucios. En África no tenemos la información adecuada cuando alguien de Europa o de Asia viene y ofrece un contrato. Aquí solo existe la imagen de los jugadores que triunfan, y pensamos que es muy sencillo. Pero no es así. Millones de niños quieren jugar al fútbol y venir a Europa. Pero eso no es posible, todos no pueden triunfar", se preguntan desde FootSolidaire.

"Es más, quizás Europa no necesite a los futbolistas africanos", continúa un portavoz de la organización. "O al menos de todos los que están llegando a diario a sus fronteras. En la actualidad no solo los mejores futbolistas se van a Europa, hasta algunos de calidad más que dudosa lo están haciendo. ¿Es esto necesario?".

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Según Mbvoumin, "África necesita crear una nueva estrategia para los jóvenes futbolistas: pensar en protegerles con una nueva política que desarrolle el deporte local y el fútbol local".

"La alternativa", añade el fundador de FootSolidaire, "no solo pasa por crear academias de fútbol para jóvenes, porque no es sencillo seguir una política de reclutamiento efectiva. Las federaciones y gobiernos deben crear autorizaciones para que nocualquiera pueda poner en funcionamiento una academia solo con el propósito de enriquecerse. El objetivo debe ser contribuir al desarrollo del fútbol local".

Al margen de un control riguroso de la actividad en las escuelas de fútbol, la mala organización (o ausencia en muchos casos) de un sistema estable de competiciones oficiales para futbolistas en edad de formación dificulta aún más las cosas.

"La CAF y las federaciones locales deben asentar y reforzar los campeonatos en categorías inferiores. África necesita enormes inversiones en pos del desarrollo de sus futbolistas. Se debe obligar a los países africanos a que desarrollen estos campeonatos, pero el problema es que las federaciones nacionales son conscientes de que tienen a muchos jugadores dispersos por el mundo y no tienen la necesidad de contar con campeonatos propios para disponer de un equipo nacional de garantías".

Una reglamentación perjudicial

La más que deficiente situación del fútbol africano no es la única responsable de las circunstancias que deben afrontar miles de aspirantes a futbolistas. La crisis interna que atraviesa la FIFA tampoco ayuda demasiado a encontrar una solución que ponga freno al tráfico de jóvenes futbolistas.

"Necesitamos una FIFA fuerte, responsable que pueda entender a todo el mundo, porque lamentablemente, la protección de los menores no figura entre los puntos principales en su agenda. El nuevo presidente de la FIFA debe preguntarse qué es lo que va a hacer con este problema, y nosotros intentaremos reunirnos con él", afirman desde la ONG.

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Una revisión drástica de la normativa vigente en lo referente a los traspasos de futbolistas sería solo el primer paso: "En la actualidad tenemos un serio problema con la normativa cuando decimos que no se pueden traspasar futbolistas menores de edad. Muchos agentes cuentan con autorizaciones legales para realizar estas operaciones con chicos de 10-12 años en Europa".

Por esta razón, según Mbvoumin, la nueva reglamentación no debería pasar por la prohibición actual en términos de edades, sino centrarse en el control de las instalaciones y de los programas de formación a los que se acogerán las estrellas del mañana.

"No es justo que los futbolistas menores de 18 años no puedan ser fichados por clubes de Europa, Catar o Asia. Para ellos, incluso es mejor porque podrán disfrutar de instalaciones mejores que las de sus países. Que un chaval de 14 o 15 años fiche por un club como el Barça para mí no es un problema, puesto que estoy seguro que para él es algo bueno. Al contrario, el problema es todo lo que pasa más abajo: clubes de segundo y tercer nivel, que si no disponen de las condiciones dignas para el desarrollo del futbolista, no deberían poder fichar hasta los 18 años".

En este sentido, el fundador de FootSolidaire considera injusto, por ejemplo, que el club catalán haya sido el único sancionado por fichar futbolistas menores de edad: "Todo el mundo sabe que muchos clubes en Europa hacen lo mismo. Me sorprendió mucho, y creo que fue una decisión política. Porque no puedes sancionar al Barça y dejar que, por ejemplo, Aspire siga haciendo lo que está haciendo".

"Aspire es algo bueno para Catar, más que nada porque ellos tienen dinero y lo pueden comprar todo. Pero existe una reglamentación que dice claramente que no puedes sacar de su país a menores de edad para llevártelos a otro país. Y nadie habla sobre ello. Todos tenemos que remar en la misma dirección, por eso creo que sería interesante y lógico fijar categorías de clubes profesionales en función de sus instalaciones y políticas de cantera para permitirles o no fichar a menores de fuera de sus países".

La creación de un sistema estable y sólido de categorías inferiores en el fútbol africano; la puesta en funcionamiento de centros de información al futbolista y sus familiares; y la reestructuración interna, tanto de un organismo en descomposición como es la FIFA como de la reglamentación vigente, supondrían en definitiva un atajo en la búsqueda de soluciones de uno de los problemas más importantes que azotan al fútbol del siglo XXI.

El control riguroso a agentes, academias de fútbol y clubes (principalmente europeos y asiáticos), con las penas y sanciones correspondientes en caso de incumplimiento contribuirán asimismo a que el fútbol y la sociedad africanas reciban un impulso que les permita poner fin a su resignación.

Solo de esta forma, los africanos y africanas podrán ir venciendo ese pensamiento generalizado de que 'si este drama hubiese sucedido a niños franceses o españoles, seguro que la FIFA habría hecho algo al respecto, pero como son africanos a nadie le importa'. Yao Ohouo Jean-Jacques, sus 12 compañeros atrapados en Marruecos, y los chicos del Rising Stars de Liberia merecen que así sea.