Fotos de madres adolescentes en Rumania
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Identidad

Fotos de madres adolescentes en Rumania

La fotógrafa Ioana Cîrlig comenzó en 2012 a retratar a las madres jóvenes de Rumania, un país que cuenta con la tasa más elevada de embarazos adolescentes de toda Europa. El desempleo y las dificultades financieras no son los únicos retos a los que las...

La fotógrafa Ioana Cîrlig comenzó a fotografiar a las madres jóvenes de Rumania en 2012. Vivía en una pequeña localidad minera llamada Brad, trabajando en un proyecto fotográfico sobre la herencia industrial del país, cuando conoció a Gina, una adolescente de 16 años de edad. Gina tenía una niña de un año y era la primera madre adolescente que Cîrlig conocía en aquella remota región minera.

"Empecé a visitar a Gina y a su hija y a fotografiar su vida cotidiana", recuerda Cîrlig. "Después de aquello, conocí a otra madre adolescente y luego a otra. Empecé a investigar y descubrí que, según el informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas 'La maternidad durante la infancia: cómo enfrentarse al reto de los embarazos adolescentes', Rumania posee la tasa más elevada de madres adolescentes de toda Europa, con un 10,6 % de madres menores de 20 años".

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Durante los tres últimos años, Cîrlig ha fotografiado a chicas adolescentes de las pequeñas localidades mineras de Brad, Petrila y Vulcan. Casi completamente desindustrializados, actualmente estos pueblos subsisten en condiciones económicas muy duras. "Estos pueblos mineros poseen una atmósfera muy específica, algunos de los más pequeños parecen haberse quedado estancados en el final de la década de 1980", afirma la fotógrafa. "Las condiciones económicas son terribles en la mayoría de lugares. Sin un plan de conversión, las ciudades monoindustriales se han quedado sin trabajo después del cierre de su centro industrial y en aquellos lugares donde se crean nuevos negocios, los propietarios ofrecen el salario mínimo a la mayoría de sus empleados, a sabiendas de que no tienen opción".

El desempleo y las dificultades financieras no son los únicos retos a los que las madres adolescentes deben enfrentarse en estas comunidades tan remotas, gran parte de la presión procede de su sociedad tradicionalista y, en ocasiones, de la gente más cercana a ellas. "Las tradiciones y las convenciones de género siguen estando muy arraigadas, las mujeres están obligadas a escuchar a sus hombres", explica Cîrlig. "No existe la educación sexual en los colegios y, en las comunidades menos privilegiadas, las chicas no tienen acceso a una información y una orientación reales. Y dado que carecen de un sistema de apoyo en sus hogares, pueden convertirse en objetivo de los depredadores sexuales".

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"Muchas de ellas son parte de un círculo vicioso de abusos. La mayoría de chicas que fotografié estaban solteras en aquel momento, tras haber escapado de una relación abusiva. Para ellas resultaba muy duro porque se sentían juzgadas, algunas de ellas incluso por su propia familia, que les aconsejaba que fueran buenas y aguantaran. Por fortuna fueron suficientemente fuertes y valientes como para marcharse".

En sus fotografías, Cîrlig captura un mundo frágil e íntimo en el que sus heroínas adolescentes se muestran libres de penurias y enjuiciamientos. La cámara recoge la vida real —habitaciones pobremente amuebladas, la colada secándose al sol, un sillón con estampado de flores— y aun así las imágenes irradian el suave resplandor de las relaciones de confianza que Cîrlig establece con sus modelos.

"Conocí a las dos primeras madres jóvenes por casualidad y después, cuando me di cuenta de que aquello podría convertirse en una historia, comencé a buscarlas", explica, "aunque resulta más fácil con encuentros naturales y fortuitos que cuando tratas de establecer una relación con un tipo específico de personaje".

"Al principio se mostraban tímidas y un poco avergonzadas por temor a ser juzgadas, pero una vez que intimábamos, las chicas confiaban en mí y estaban felices de tener una amiga, alguien que las escuchara. Todavía mantengo el contacto con algunas de ellas y voy a visitarlas cuando estoy en el pueblo".

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Al contemplar las fotos de Cîrlig resulta difícil no advertir la presencia de objetos y símbolos de la niñez femenina: suaves tonalidades rosas, osos de peluche, un globo en forma de pony, una tiara… Los objetos que normalmente vemos en los dormitorios de las niñas de clase acomodada adquieren un significado diferente en el contexto de las desfavorecidas localidades rumanas. Para las niñas que tuvieron que enfrentarse al reto de la maternidad tan pronto son como símbolos de un mundo soñado en el que se sienten seguras.

"Traté de fotografiar los símbolos de la niñez de forma deliberada, me encantan", afirma Cîrlig. "Tienen habitaciones pintadas de rosa, peluches, tiaras, globos, confeti, pelucas rosas… Juegan, les gusta maquillarse, rizarse el pelo y llevar ropa bonita, como nos pasa a todas, pero también son madres. Busqué la forma de sugerir esta mezcla visualmente, son adolescentes que tuvieron que crecer más deprisa que las demás".

Young Mothers es un ejemplo de narrativa visual femenina que de otra forma se habría perdido para siempre. "Me siento atraída hacia los personajes femeninos", explica Cîrlig. "Me encanta pasar mucho tiempo con la gente que fotografío y con las mujeres eso sucede de forma mucho más natural. Para mí es más fácil intimar con una mujer o una niña y comprender realmente sus problemas, crear una conexión".