Dicen que los sueños son poderosos. En algunas culturas indígenas, la palabra que designa al chamán significa “el que sueña”, mientras que la palabra sueño hace referencia al “viaje del alma”. A través de los sueños somos capaces de embarcarnos en un tránsito profundo que nos brinda información. Soñar es, entonces, una forma de explorar nuestra mente.Hace poco me topé con la siguiente información: la terapia de Ensueño Dirigido. Una serie de sesiones en las que pude trabajar, junto a una persona, sobre aspectos específicos de mi inconsciente que me ayudaron a encontrar algunas respuestas referidas a mis deseos.
¿Qué es el Ensueño dirigido?
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¿Cómo es el método del Ensueño dirigido?
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Encuentro una ventana donde entra luz, cambio las cosas de lugar, le comento que la ventana da al patio que vi antes y que ahora lo siento más hospitalario. Saco los cuadros, los pongo en un rincón y armo mi estudio, pongo una mesa para escribir; es un escritorio que mira a la ventana. Pongo plantas, le agrego calefacción que no tenía, me siento en un sillón que ubico en frente con una manta encima de mis piernas.“¿Cómo lo sentís? Tomá una foto de esta situación, el sillón, la estufa, la manta, esta foto se achica hasta que se guarda en un punto en tu memoria. ¿Qué nombre le pondrías a este cuento?”“Hogar”.Vuelvo a tomar conciencia de mi respiración y mi postura. Entre tantas posibilidades existentes, incluso más lindas, mi cabeza eligió algo a lo que aún hoy me cuesta encontrarle una explicación. Durante los siguientes días recuerdo ese lugar varias veces. La facultad de imaginar es algo que tenemos todos desde niños y existe como condición de ser humano, a veces la entrenamos más y a veces menos. Es por eso que intento recordar cada movimiento que hice y le mencioné a Mercedes mientras estaba en el ensueño. Quizás parte de mis preguntas actuales tienen que ver con ese mundo imaginario que había aparecido en ese instante. Segunda parte: El proceso.Para la segunda parte Mercedes me aclara que a veces las emociones no aparecen durante el ensueño pero sí durante el procesamiento de este, que es donde desmenuzamos el cuento, donde las imágenes comienzan a tomar forma y donde pueden aparecer duelos, momentos de mi infancia y temas vinculares. Este proceso es largo, puede durar un mes, dos meses o un año.
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Durante la segunda sesión ella me lee en voz alta todo lo que le conté sobre mi ensueño, me pregunta si recuerdo algo y relata el diálogo que tuvimos mientras yo tenía los ojos tapados aquel día, con sus preguntas y mis respuestas.Mientras ella lee el material empiezo a recordar algunas cosas, me doy cuenta que no recordaba la primera escalera y me sorprendo por haber narrado espacios tan diversos. Continuamos con la narración, desglosando cada palabra y cada escena. Esta vez nos centramos en las sensaciones que me dieron ciertos objetos y espacios: el metal, el sótano, los cuadros en el piso. Poco a poco encuentro respuestas en algunos recuerdos de mi niñez y adolescencia. Retomamos la sensación de huida, de no querer estar en un sitio. Volvemos a mis mudanzas, a las cajas que quedaron sin abrir durante meses en casas por las que pasé. A mi sensación de no pertenecer a ningún lugar. Mercedes destaca el valor que le doy al sótano y los cambios que he hecho para que ese lugar sea habitable.¿Podés resumir esta experiencia en una frase?“Creo que estoy aprendiendo a conocer dónde quiero estar”.Con el correr de los días esta frase se me queda grabada en la cabeza. La retomo en escenarios posibles con personas que me encuentro y la busco en sueños mientras duermo en profundidad. Con Mercedes nos encontramos una sesión más, aparecieron aun más momentos y recuerdos dentro de ese sótano, donde dignificamos los espacios y rememoramos lo simbólico de cada objeto que se presenta. Como si fuese un viaje en el que soñé despierta, el cuento y las imágenes movieron partes de mi mente que tenía abandonadas y están presentes aun hoy en un idioma que trasciende lo desconocido, pero con más liviandad.