Coronavirus

'Somos los más desprotegidos': el día a día de las personas que limpian los hospitales

“Somos un poco el gremio olvidado, tanto nosotros, como personal de cocina, celadores...".
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Las personas que aparecen en las fotografías no aparecen en el artículo. Todas las fotografías cortesía de las entrevistadas

“Hoy me costó llegar a casa. Me he tomado un calmante y me he acostado porque no me aguantaba ni de pie”, dice Cristina*. Ella es una de las 30.000 personas que trabajan limpiando hospitales en España, según las estimaciones de la Secretaría de Limpieza y Seguridad de UGT.

“La gente de la limpieza no se está valorando. En el hospital hay gente humana, que te trata como si fueras igual que ellos, pero hay gente que te mira con desprecio, como si fueses menos. Y tienen que darse cuenta de una cosa: si nosotros no estamos ahí, hay cosas que no pueden funcionar”, añade.

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En eso están de acuerdo muchas, no solo limpiadoras de este hospital de Barcelona. También Mónica*, personal de limpieza en un hospital público de Madrid, “somos un poco el gremio olvidado, tanto nosotros, como personal de cocina, celadores… Somos los que estamos más desprotegidos”.

Han tenido que darlo todo sin casi tiempo de reacción. Porque según cuentan, ellas también se lo encontraron de golpe: “Empezaron a entrar infectados y nos explicaron cuál era la situación actual, más o menos lo que venía, que no tiene nada que ver con lo que ha venido, y que teníamos que arrimar el hombro. Todas decidimos arrimar el hombro, no poner ningún tipo de impedimento para trabajar más o no librar”, recuerda Mónica.

Y entonces todo se aceleró: “Esto está desbordado, todo el hospital es coronavirus y lo que no lo es, lo están vaciando para habilitarlo. Además, tenemos el problema de la basura: el hospital está infestado de basura, porque está a triple capacidad de lo que debería. La basura no da tiempo a sacarla. Y eso también supone un incremento de la carga de trabajo”.

Desde Barcelona, Eugenia* cuenta que ya en un principio expresó sus temores. La respuesta que le dieron fue: “Tú no te preocupes, si donde más segura estás es aquí, porque aquí estás protegida, donde sí que da miedo es en la calle. Y me lo decía el mismo personal sanitario, que luego ya hemos visto que también ha habido muchos infectados”. Eso era hace cerca de diez días, cuando, como asegura Eugenia, la UCI del hospital donde trabaja ya estaba casi llena.

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"El hospital está infestado de basura, porque está a triple capacidad de lo que debería. La basura no da tiempo a sacarla"

El origen de ese miedo está en la desprotección. Eso es lo que denuncian, tanto desde Barcelona como desde Madrid. “Hay gente que va con mascarillas [quirúrgicas] dos o tres días, eso es inhumano. Nos están haciendo mascarillas las compañeras, con tela”, explica Cristina. La visión de Mónica, desde Madrid, no es muy diferente: “El problema que tenemos es que aquí los protocolos han cambiado como cuatro veces ya, en función de la cantidad de material que hay en el hospital. En un principio ponía que [mascarillas] FFP2 para todo el mundo que entrase a una habitación con un enfermo de coronavirus o cualquier sitio que hubiese tenido contacto el enfermo. Luego ya decían que con una mascarilla quirúrgica valía, y ahora ya que, en vez de batas impermeables, las azules de médico de toda la vida, ya puede ser una verde de papel”.

Las mascarillas quirúrgicas suelen ser desechables, es decir, de un solo uso, y no protegen tanto como las FFP2, más gruesas y mejor preparadas. Además, con las batas verdes de papel parte de la ropa de las trabajadoras no queda cubierta, y ese es un riesgo que les preocupa: “La ropa la tenemos que llevar a lavar a nuestra casa, porque al personal sanitario le lavan la ropa y le dan ropa limpia todos los días, pero a las limpiadoras no”, explica Mónica, y asegura que desde el hospital lo argumentan porque a las trabajadoras de la limpieza las consideran personal de bajo riesgo o medio riesgo “porque no tenemos contacto directo con el paciente. Pero eso no es verdad, nosotras cuando entramos a limpiar una habitación de un paciente tenemos contacto con todos sus fluidos”.

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A eso se le añade que no es fácil saber bien cómo ponerse y quitarse todo el Equipo de Protección Individual (EPI) y cuáles son los pasos para limpiar con el mínimo riesgo de contagio. Cristina se rige “por el [cursillo] del ébola, porque en aquel entonces tuvimos tiempo, estuvimos 4 horas. A esta gente ahora les están enseñando en una hora y media”.

"Al personal sanitario le lavan la ropa y le dan ropa limpia todos los días, pero a las limpiadoras no"

Aunque es cierto que, en el caso de Mónica, desde la empresa -todas ellas trabajan en empresas externas que contratan los hospitales- les “han dado métodos de protección hasta que han tenido, y me consta que [las mascarillas] las están intentando sacar de debajo de las piedras”. Las trabajadoras del hospital de Barcelona también han tenido algún apoyo: “El primer día que entré a hacer las habitaciones [con pacientes infectados] no estaba sola, estaba conmigo la encargada, la jefa, el jefe de empresa. Ayudándome a vestirme y por fuera me iban explicando paso a paso cómo lo tenía que ir haciendo”, recuerda Eugenia.

Pero todo eso, esa sobrecarga de trabajo, ese estrés, esa ansiedad, se está viendo agravado por algo que viene de lejos, algo que empezó mucho antes de la pandemia.

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En palabras de Sergio Picallo, Secretario Sectorial Limpieza y Seguridad de FeSMC – UGT, “no se prima la calidad. La contratación pública en limpieza y además en centros de especial relevancia como son los hospitales, no se puede convertir como se ha convertido en un mecanismo prácticamente de subasta de mano de obra. Eso viene derivado de recortes constantes en la contratación pública de limpieza, que hacen que las empresas accedan a los contratos públicos a costa del deterioro de las condiciones con las que prestan el servicio”. De hecho, ya en 2015, el sindicato UGT denunciaba que en la Comunidad de Madrid, en tres años, los centros sanitarios se habían quedado de media con un tercio menos de la plantilla de limpieza.

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Picallo asegura que ahora es el momento de remar todos en la misma dirección, ser responsables y “sacar adelante la situación, pero no podemos dejar de denunciar que hoy tenemos la consecuencia de años de una contratación pública irresponsable”.

"A nosotros no nos hacen la prueba. Nos mandan a casa y que nos lo haga la mutua del trabajo"

Así, el resultado es que parte del personal se acaba contagiando: “Ayer tuvimos baja de siete personas con síntomas y el problema es que a nosotros no nos hacen la prueba. Nos mandan a casa y que nos lo haga la mutua del trabajo”, se queja Mónica.

Todo eso genera una sensación de inseguridad constante. “A mí me gusta lo que estoy haciendo y yo siempre fui muy contenta a trabajar. Ahora voy contenta igual, pero con un poco de miedo. Ya no sé si el dolor que a veces se me pone en el pecho son nervios o qué”, dice Cristina. Y sufren también por las consecuencias que trabajar en esas condiciones puede tener para sus familias. En casa de Eugenia vive su madre, de 95 años, y su marido, que es diabético: “Claro que me da mucho miedo. Como esto no habíamos visto nada nunca, así que a cuidarse”.

*Se han cambiado los nombres para proteger la identidad de los entrevistados.