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Asimismo, la polémica ha puesto de manifiesto otro síntoma preocupante. La asunción de que mi vida anónima interesa a los demás. Resulta fácil entender la pataleta antialgoritmo en casos de empresas pequeñas o artistas menores que tienen en Instagram una gran herramienta para darse a conocer; perfiles que podrían quedar marginados por la navaja de Ockham del nuevo paradigma. Pero, ¿cómo se explica el alud de usuarios privados y anónimos que, convencidos de que su vida de mierda es de vital importancia para el resto de la humanidad, te recuerdan que necesitas sus notificaciones como el aire que respiras? Son muestras preocupantes de una interpretación de la realidad cada vez más distorsionada por el engañoso prisma instagrammer. Bajo las quejas y peticiones de firmas no está la noble lucha por la libre circulación de información: lo que realmente se pide es la libre circulación de egos.Por otra parte, tampoco le veo tintes apocalípticos a la propuesta de Zuckerberg. Aunque el timeline teledirigido apesta a monetización de la app y publicidad encubierta –no olvidemos que Instagram es una empresa privada, que no pagamos por formar parte de ella y puede hacer lo que le plazca cuando le plazca con su negocio-, estoy convencido de que tendría un lado positivo: sería un inestimable servicio de purificación que nos desinfectaría la pantalla de fotos absurdas de rodillas femeninas en la playa, escorzos en ascensores, selfies gratuitas, Throwback Thursdays y posturitas en el gimnasio. Nos colaría publicidad, por supuesto, pero lo considero un precio justo si elimina toda la paja inservible que tenemos que tragarnos también a la fuerza cada vez que recorremos el timeline. La conclusión de todo este circo de egos mal digeridos, es que Instagram se está convirtiendo en el siniestro barómetro de la era millennial. Y está mostrando signos preocupantes de adicción. Cuando te proporcionan una droga tan potente como el ego y luego te muestran lo que realmente vale, CERO, puedes convertirte en el peor de los rastreros. Bienvenidos a la era de la mendicidad instagrammer.We're listening and we assure you nothing is changing with your feed right now. We promise to let you know when changes roll out broadly.
— Instagram (@instagram)28 de marzo de 2016