Visitamos la feria madrileña de los cazadores de animales exóticos

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Visitamos la feria madrileña de los cazadores de animales exóticos

Prácticas de tiro, armas, animales disecados, un desfile de modelos de ropa de campo y publicidad de safaris por todo el mundo para ir de caza.

El recinto ferial más grande de Madrid (Ifema) es una gigantesca mole de hormigón, parcelada en pabellones, alejada de la ciudad, a la que da pereza ir por varias razones. Se tarda mucho en llegar, una vez que estás allí tardas en encontrar el pabellón que buscas y luego te pasas dos horas pisando moqueta, sorteando gente que anda muy despacito y, además, toca practicar un slalom (nivel olímpico) entre los stands, habitualmente muy apiñados. Este fin de semana fue fácil encontrar el lugar donde se celebraba Cinegética 2016, simplemente había que seguir la pista de chalecos verdes, botines y olor a cera de las cazadoras. Colocarse tras alguno de los cazadores y pescadores que se habían puesto muy elegantes para ir a su feria bastaba para alcanzar nuestro objetivo.

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Misión cumplida: encontramos el Pabellón 12. Intuíamos que lo de dentro nos iba a sorprender, pero nos quedamos cortos en nuestras expectativas. La feria las superó con creces. No supimos medir la magnitud de lo que íbamos a ver dentro. Lo primero, un análisis sociológico a vuela pluma revelaba dos tipos de visitantes: hombres de campo, fornidos, cazadores y pescadores, convivían con una estirpe mucho más urbana, arreglada, elegante, con algún complemento que guiña a nuestra amada bandera y amante de otro tipo de experiencias más relacionadas con coger un avión y plantarse en un país de África y matar a un animal. Con este dato, seguimos a uno de ellos y llegamos a la zona de safaris no precisamente turísticos.

Comienza el desfile de animales disecados y publicidades agresivas (tajantes) con textos como: "Elefante macho o hembra 30.000 euros". Acojona. El texto es frío, suponemos que no se necesita explicar mucho más. "León, 8.990", "Búfalo 6.950", "Oso siberiano, 3.900"… y así con todo tipo de animales y destinos. Comprobamos que los países de la antigua Yugoslavia y Rumanía tienen bastante tirón, también Argentina, Rusia o Turquía, pero es África la estrella indiscutible de estos viajes donde la gente va, dispara, mata a un animal y luego "los trofeos son preparados con todo el cuidado por personal especializado. La empresa hará todo lo posible para que sus clientes consigan sus mejores trofeos con los más bonitos lances, dentro de la ética de la caza, ya que dispone de excelentes cazadores profesionales titulados". Se nos gira la cabeza leyendo los folletos que van cayendo en nuestras manos y viendo fotos de personas anónimas (y de algún famosete de la tele) posando orgullosos ante sus víctimas. Igual que hizo el anterior rey con un elefante Botsuana en 2006.

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Pero solo llevamos la mitad del recorrido completado. Nos quedan todavía lugares extraños y siniestros donde poner nuestros pies, como esa galería de tiro con armas de aire comprimido, donde hay niños y padres haciendo cola para probar las carabinas. En serio, ¿no se debería restringir la entrada a menores a este tipo de sitios? Luego hay que pelear para que entren en una sala donde un grupo -que solo dispara con sus guitarras, ojo- da un 'violento' concierto de guitarras, bajo y batería. Esto hay que mirarlo, porque entre animales disecados, perritos en jaulas y todo tipo de utensilios de caza -desde inofensivos prismáticos a puñales de tamaño XXXL que nos se afilan nunca en su vida- llegamos a los stands de armas. Donde se apila la gente para probar las últimas novedades, apuntar al vacío (si pasas por allí delante, acojona) y compartir las sensaciones con otros cazadores expertos como ellos.

Anuncian en el programa una exhibición de aves rapaces, y también una actividad de tiro con arco, pero preferimos relajarnos con el showcase de un cantante de raíces y que se declara cinegético. No nos gusta, pero causa furor entre la gente, teniendo en cuenta la cantidad de móviles alzados al aire que quieren inmortalizar el momento de su actuación. No falta de nada en esta feria, pero ya hemos tenido suficiente. Si habitualmente de Ifema te vas con los gemelos más cargados que un runner novato una mañana de domingo, esta vez, además, nos vamos con el estómago algo revuelto y con un zurrón de publicidades de safaris para enseñar a nuestros amigos. Para enseñar lo que la gente con pasta anda haciendo por el mundo.

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