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Cultură

Loca academia de prostitutas

Hablamos con Paula Vip, directora del primer curso de formación para profesionales de España. Ha fundado Aprosex, una especie de patronal-a-falta-de-patronal del sector.
Imagen vía YouTube

​Para enseñar hay que aprender antes y "a esto tienes que llegar bien follada". Paula tiene 42 años y ha estudiado marketing y contabilidad. Curros fijos -"sobre todo el marketing, mi especialidad"- que compagina con una ocupación extra que declara a través del epígrafe "otros". Paula es prostituta. "De arriba a abajo: no lo dejaría por nada del mundo, me encanta mi trabajo". Y es Vip porque su tarifa, 300 euros la hora, es de las altas.

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También es profesora. Cuando entró en el oficio más antiguo del mundo -aunque quizá sea el marketing, quién sabe- pensó que sus futuras compañeras "no tenían derecho a sentirse tan solas" como ella "porque esa soledad es una de las cosas más horribles de esto… no le puedes decir a tu entorno '¿sabes? Desde hace una semana soy puta'. Así que te vas aislando, te vas cerrando en ti misma y ahí aparece el estigma". Por eso fundó Aprosex, una especie de patronal-a-falta-de-patronal que cubre las necesidades de las prostitutas que trabajan en España. "Pero estamos hablando de las que lo ejercen libremente. Eso que quede claro, cariño, lo otro es esclavitud y es un delito".

Paula habla claro. Más le vale porque su tarea no es fácil: visibilizar, educar "y enseñarles que no tienen por qué plegarse a lo que les digan los hombres, que es lo que muchas piensan". Todo lo contrario: "Les decimos que lleven la batuta con sus horarios, sus servicios y sus reglas". No es fácil: "Ellas piensan que los clientes las van a tirar en la cama y se las van a follar en plan sucio, que solo quieren sexo brutal y que les van a decir eso de 'si tienes tres agujeros, tres agujeros voy a follarte". Según esta emprendedora y escort de lujo que vive con su pareja desde hace ocho años, "esto sucede porque los medios no ayudan" y porque "la gente ve muchas películas".

Y los clientes, ¿ven demasiadas películas… porno? La pregunta es si con su experiencia puede refutar lo que muchos sociólogos afirman en las últimas décadas: que en nuestras sociedades contemporáneas el sexo en la vida diaria se secuencia cada vez más como el porno-. "Para nada, eso podía pasar hace unos años, pero yo creo que ahora la gente vive muy liberada, yo no lo veo así".

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Prostitutas community manager

En unas semanas -a mediados de enero- se celebrará la segunda edición de los cursos que imparten Paula y sus compañeras de Aprosex en Barcelona. Talleres de cinco horas -existen otros más cortos que se organizan esporádicamente en Madrid- para "chicas, chicos y trans" en los que el objetivo es "perder los miedos y dignificar la profesión". En la primera edición, celebrada el pasado febrero, asistieron 25 mujeres "de toda España" y la edad media osciló "entre los 35 y los 50 años". ¿Y las asignaturas? Desde Trucos Sobre Sexo o Planes de Ahorro hasta Hacienda y Seguridad Social.

Dado el auge de la oferta y los contactos a través de Internet, ¿también aprenden SEO y posicionamiento en la red?

Claro, les decimos qué palabras elegir para definirse y diferenciarse del resto. Las chicas que empiezan solas y no van a un piso o a un club para que les quiten el 50% o el 60% de lo que ganan, y quieren ser independientes, tienen que saber cómo manejar su perfil digital y otras cosas.

¿Qué otras cosas tienen que aprender?

Por ejemplo, que no tienen por qué robar fotos de nadie. Hay que quererse y mostrarse como una es. Muchas piensan que están gordas o que se les caen las tetas, y luego va con los clientes y oyen "mmmm, ¡qué buena estás!", y se sienten mejor y ganan confianza. Se trata de que esa confianza la tengan ya ganada" [en este punto, Paula me cuenta algo sobre un abuelo y una extraña obsesión sexual que le tocó vivir en primera persona, pero eso, me dice, "mejor reservarlo para los que lean mi libro". Porque también tiene un libro de memorias, versión en papel de su bitácora web: El blog de Paula, unas Memorias de una Geisha con minifaldas y cava en vez de saque y aceite Bintsuke-abura].

El plan de Paula y Aprosex -"también ofrecemos asesoramiento legal y ayuda ginecológica"- es paso a paso, polvo a polvo, dignificar la profesión: "Aquí hay mujeres que trabajan en la calle y cobran 30 euros y otras que ganan 3.000, pero la manera de trabajar es la misma. El perfil del cliente de cualquier nivel socioeconómico es sexual y emocional, y sexual y emocionalmente todos los seres humanos respondemos a cosas similares". Las prostitutas no son una excepción: "A las chicas de Montera sus clientes también las llevan a cenar. Puede que no vayan a un hotel de cinco estrellas, pero también las llevan por ahí y tienen que estar preparadas".

Hablemos de las tarifas. ¿Cómo se fijan? "En primer lugar, el precio debe establecerse en relación a la experiencia sexual, porque lo que tiene que saber hacer una prostituta es buen sexo. Lo segundo es la psicología, luego la formación y en cuarto lugar el físico". ¿Cuarto? "Es cierto que te vendes a través de tu cuerpo, como en el escaparate de una tienda, pero el servicio lo vas a dar con tu sapiencia".

En unas semanas Paula imparte un taller de sexo anal. Y luego los cursos. Antes su trabajo. Y luego el otro trabajo. No para: ahora está en Madrid, donde tiene clientes fijos desde hace siete años -"alguno me ha llegado a llamar para ir al Prado a ver una exposición, sin sexo ni nada"-, y luego vuelve a Barcelona, su base de operaciones. "Soy un culo inquieto", bromea. Ironías aparte, hay que serlo para hacer lo que hace: "También soy terapeuta sexual, hace unos años me saqué el título porque lo considero básico para el trabajo como puti. ¿Qué hago si me viene un señor con eyaculación precoz o alguien que no aguanta una erección de más de tres minutos?".

Otra cosa es la psicología -"la puta tiene que ser una gran psicóloga"-, un terreno ambivalente y relacionado con la dignidad: "No puedo entender que en pleno siglo XXI una chica no pueda decir abiertamente que es prostituta pero, en cambio, no le de vergüenza trabajar como cajera en un súper por 600 euros al mes. La dignidad está en poder comer y pagar tus facturas. Además, en esta sociedad siempre han hablado las mujeres que están en nuestra contra, chicas que no han chupado una polla por dinero en su vida… y a lo mejor ni siquiera por placer. Mira, yo prefiero follar a que me jodan.