Ser joven en Ferrol, la ciudad del mar sin jóvenes marineros

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Ser joven en Ferrol, la ciudad del mar sin jóvenes marineros

La ciudad que vio nacer a Franco se niega a permanecer bajo su sombra.

El debate abierto por la aún posible exhumación de los restos de Francisco Franco pone en el punto de mira una villa naval situada a la altura del paralelo 43, la ciudad de Ferrol. Pervive en muchos gallegos el recuerdo de la estatua ecuestre del dictador presidiendo la Plaza de España. Dicho monumento fue retirado hace poco más de 16 años.

Pero si algo destaca en Ferrol es la omnipresencia del mar, un factor clave para comprender el desarrollo industrial que experimentó esta villa marinera en la década de los 40, momento en que cobra una especial protagonismo el sector de la construcción naval. Desde entonces, la ciudad experimentó mas de tres décadas de crecimiento poblacional.

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Sin embargo, las previsiones no son nada prometedoras para una ciudad que había sido sinónimo de desarrollo y de expansión demográfica. El mayor problema que afronta la juventud ferrolana es la escasez de trabajo. En junio de 2018, la tasa de paro alcanzaba el 18,5 por ciento de la población allí censada (un total de 5.382 parados registrados). Con semejante tormenta, los jóvenes terminan saliendo de la ciudad para buscar oportunidades en otros lugares ya que el mercado local no puede acogerles.

Fruto de este auge y caída del mercado laboral en la Ciudad del Mar encontramos una arquitectura de contrastes. Aquí conviven edificios ostentosos levantados para ser objeto de admiración junto a barrios residenciales denostados y destinados a las personas con menor poder adquisitivo.

La pirámide demográfica confirma la escasa capacidad de Ferrol para ofrecer un futuro seductor con el que frenar la sangría migratoria. En 2018, más de 4.000 ferrolanos viven en el extranjero, lejos de la tierra que les vio nacer. Poco más de 5.000 son los jóvenes de entre 20 y 30 años permanecen hoy en la villa marinera.

Anxo

Encontramos a Anxo en la Plaza de España sentado en un columpio junto a una amiga. A sus 18 años, representa el paradigma de la juventud gallega. Él lo tiene claro: “Pienso irme en unos años”. Actualmente, trabaja en la hostelería.

“Hay grupos muy separados, la gente que va a la universidad está en su grupo de la universidad y la gente que no va a la universidad está fuera de ese grupo. No estamos juntos”

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Es consciente de la falta de oportunidades para la gente joven en Ferrol, debido a la escasez de los mismos y al inevitable envejecimiento de la población local. “No hay el ambiente deseable , el típico ambiente adolescente”.

Anxo lamenta la poca oferta de ocio en la ciudad

Pese a que Ferrol es una ciudad a la que muchos gallegos acuden a cursar estudios universitarios, esta inyección de vitalidad no se hace notar entre los jóvenes del lugar: “Hay grupos muy separados, la gente que va a la universidad está en su grupo de la universidad y la gente que no va a la universidad está fuera de ese grupo. No estamos juntos”.

Reconoce que “antes sí que hubo la intención de que hubiese más ocio en la ciudad". Anxo es aficionado a la música y a la percusión. Presume de pulseras de festival en su brazo izquierdo. Lamenta el éxodo del sector juvenil y la desaparición de apuestas musicales para la gente del lugar: "Al no tener gente, se pierde la ilusión y cuando se pierde la ilusión, se pierden los proyectos".

Preguntado por el estigma generado por el nacimiento del caudillo, Anxo no recuerda haberse encontrado en situaciones en las que se le haya recordado este acontecimiento, pero sí que ha tenido que sortear otros estereotipos gallegos.

María

Una larga y estrecha calle comercial une la plaza de España con la plaza de Amboage. Un aire húmedo y fresco impregna la piedra y los escaparates de la ciudad. En la calle Dolores encontramos a María frente a un lienzo que ella misma está pintando. Un orballo (término con el que los gallegos se refieren a la lluvia fina) inminente amenaza su trabajo pero resiste protegida bajo los balcones del paseo. Cuando llegamos, una señora se para a su lado, contempla el óleo y la invita a hacerle a un retrato.

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"Cuando eres un chaval, te diviertes con cualquier cosa. Vas creciendo y te das cuenta de que esto está un poco limitado"

Durante el curso académico, María estudia Bellas Artes en Pontevedra. Para ella vivir en Ferrol “se hace un poco duro”. “Cada vez hay menos gente. La gente que hay es sobre todo gente mayor. La gente joven se va a estudiar fuera y cuando puede se va a trabajar”. Los datos avalan esta reflexión. Ferrol ha experimentado un goteo incesante de emigrados en las tres últimas decadas. En 1981, cerca 92.000 ferrolanos poblaban la villa naval. En 2017, sólo quedaban 67.579 según el registro del Instituto Nacional de Estadística (INE).

María estudia Bellas Artes en Pontevedra

"Cuando eres un chaval, te diviertes con cualquier cosa. Vas creciendo y te das cuenta de que esto está un poco limitado", reconoce cuando se le pregunta por la oferta de ocio de la ciudad.

María sueña con ser profesora y desarrollar su actividad si no en Ferrol, al menos dentro de Galicia. Ella querría “devolver las cosas que aprendes al sitio del que eres e intentar hacer que ese sitio sea mejor”. No obstante, es consciente de que las expectativas laborales en esta comarca son escasas.

Con respecto a los estereotipos derivados del nacimiento del caudillo en la ciudad, admite que la ciudad se asocia a ese hecho histórico y que en la ciudad sí hay gente “muy tradicional” pero considera que los más jóvenes reniegan de esas líneas de pensamiento.

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Manuel

Manuel está sentado en un banco junto a dos amigos charlando y tomando una cerveza. “Todo son nubes y no hay claros”, afirma cuando es preguntado por las expectativas de vida en Ferrol, “por bueno que seas, tienes poco soporte para que prospere aquello en lo que crees”, añade.

“Por bueno que seas, tienes poco soporte para que prospere aquello en lo que crees”

Quiere ser granjero y montar una explotación agraria. Sus amigos ríen ante esta idea. A sus 27 años ya ha estudiado un ciclo formativo FP, ha trabajado como soldador y ha recogido “todo tipo de marisco”. Anhela que, pasado todo este tiempo, quede constancia de haber trabajado al menos un día y no que “sólo queden conchas y uñas llenas de fango”.

Manuel quiere ser granjero

Es aficionado a la música rap y cree que el ingenio de la ciudad está desaprovechado. Lamenta que no se impulsen las aspiraciones creativas de los ferrolanos por parte de la administración. "El talento está en la calle y va a seguir ahí, en la calle", sentencia.

Asun

Asun pasea por la calle Real con los cascos puestos. Tiene 21 años y está estudiando Laboratorio Químico y Biomédico en los alrededores de Ferrol. Quiere ampliar su formación en Lugo para ser veterinaria.

Le gusta vivir en Ferrol: “Es muy bonito y muy cómodo pero es un poco fantasma, triste”. No cree que falte gente joven pero reconoce que muchos se van ante la falta de oportunidades. El ambiente universitario no parece ser suficiente para poner en movimiento la ciudad.

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"Hay una discoteca y ahí van las veinte personas que hay”

“En verano es cuando más gente ahí y aun así no hay. Mi padre no para de decirme que cuando él era joven no era normal la cantidad de gente en Ferrol”. La escasez de locales puede ser el responsable de que el ocio nocturno local esté estancado. “Hay una discoteca y ahí van las veinte personas que hay”, afirma.

Se toma con humor la asociación de la ciudad con Franco, incluso tiene un grupo de Whatsapp en el que se hace alusión a este dudoso reconocimiento.

Alba

Alba se declara una “amante ferviente” de la ciudad. A sus 23 años, estudia Turismo y Empresariales en A Coruña y cuida a una anciana los fines de semana para sacarse unos ingresos extra.

“Creo que la gente de Ferrol es bastante creativa; estar en una ciudad con poca oferta y un poco aburrida te hace sacar la creatividad"

Como estudiante de turismo, opina que la ciudad tiene muchísimo potencial pero que no se le está sacando partido: “La oferta cultural debería ser bastante mayor”. “Creo que la gente de Ferrol es bastante creativa; estar en una ciudad con poca oferta y un poco aburrida te hace sacar la creatividad", reflexiona. Afirma querer volver siempre a esta comarca pero quiere viajar y vivir otras experiencias que su lugar de origen no puede ofrecer.

Alba cree que la imagen de Franco está más arraigada entre los ferrolanos que fuera de la ciudad

Cree que la imagen de Franco está más arraigada entre los propios ferrolanos que en el exterior, especialmente entre los más mayores. Recuerda esa diferencia entre decir Ferrol o “El Ferrol” (a priori, un asunto baladí si no fuese por las connotaciones ideológicas que emanan del empleo de este artículo).

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Laura

En las inmediaciones de la Plaza de España, otrora símbolo de la victoria militar de Franco, encontramos a Laura. Blande un paraguas en la mano derecha, porque en Galicia nunca se sabe.

Laura sí ha sentido en alguna ocasión el estigma de haber nacido en la misma ciudad que Franco. Recuerda que hace poco en Madrid le decían que provenía de “El Ferrol del Caudillo”, denominación con la cual no se identifica.

"Me gustaría quedarme aquí si se diesen más oportunidades a la gente joven, si se viese un poco más de futuro"

Tiene 24 años y la experiencia le hace creer que la gente “huye” de Ferrol. Trabaja como enfermera pero no cree que pueda quedarse a vivir en la ciudad. "Me gustaría quedarme aquí si se diesen más oportunidades a la gente joven, si se viese un poco más de futuro", confiesa. Comenta que la mayoría de sus amigos han tenido que marcharse a otras ciudades cercanas como A Coruña en busca de esas oportunidades. Como buena gallega, reconoce que sentiría morriña si tuviese que irse.

Considera que el sector juvenil está “marginado” pese a algunas actividades de ocio que tienen lugar en la ciudad (mientras charlamos está teniendo lugar en la ciudad la Feria de la Cerveza Artesana, con poca afluencia por el momento debido a las adversas condiciones metereológicas). “Más cosas así se agradecerían”, reivindica.

La juventud ferrolana no parece sentirse cómoda en el pesimismo y demuestra voluntad de cambio. Muchos son conscientes de la necesidad de salir a buscar empleo en otros lugares. Otros resistirán en la villa marinera las embestidas de este temporal socioeconómico. Sin embargo, tanto los emigrantes como la resistencia, quieren trabajar para hacer de su tierra un sitio mejor.

La sombra de Franco es apenas visible hoy día en esta ciudad donde las nuevas generaciones aspiran a culminar un proceso de abandono y olvido que encabezaron sus padres durante la Transión democrática.

Puede parecer gris el cielo de Ferrol. No obstante, todavía quedan jóvenes ferrolanos con ganas de exhibir su talento y dispuestos a luchar por sus proyectos. Malo será que no vuelva a salir el sol en la villa marinera.

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