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bajitos

Esas cosas que solo te pasan si eres una persona de baja estatura

"Me han hecho incluso bromas sobre mi potencial para comer pollas sin agacharme".
Foto cedida por la autora

El pasado viernes, tras la moción de censura y la elección de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno, Juan Carlos Monedero agarró por los hombros a Soraya Sáez de Santamaría y le dijo que se alegraba de que ella y sus camaradas se fueran por fin del Gobierno. "Yo no me alegro de que vosotros lleguéis, pero es la democracia", le respondió ella mientras intentaba zafarse sin éxito.

Monedero agarraba a Soraya como se agarra a un chaval de la ESO que ha suspendido todas menos educación física, con condescendencia y cargado de razón. La agarraba convencido de que una representante del Partido Popular no se merecía menos que pasar un rato de vergüenza, que se lo había ganado a pulso. Pero, sobre todo, la agarraba porque sentía que tenía derecho a hacerlo. Porque, además de una de las máximas dirigentes del PP, Soraya es una mujer. Una mujer bajita.

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¿Habría agarrado Monedero de esa manera a Garbiñe Muguruza, a Sigourney Weaver o a Wonder Woman si hubieran sido capos del PP? Seguramente no. Y, aunque el politólogo de Podemos ya ha pedido disculpas, quizá este gesto paternalista deba llevarnos a reflexionar sobre las particularidades de ser una persona bajita. Particularidades que, además, están atravesadas, como casi todo, por los roles de género.

Seguramente Monedero tampoco habría agarrado de esa manera a Miquel Iceta ni a Pablo Motos si hubieran sido vicepresidentes, por mucho que su estatura esté muy por debajo de la media y por mucho que se alegrara que se despidieran de sus cargos. Y es que ser una tía bajita tiene algunos daños colaterales que no tiene ser un tío bajito. Como no darte cuenta nunca de si te miran las tetas porque siempre interactúas con el resto desde un plano contrapicado. Lo sé porque, como Soraya, estoy tan solo unos centímetros por encima del metro cincuenta. Tres, para ser exactos.

Ser una tía bajita tiene algunos daños colaterales que no tiene ser un tío bajito

No crezco desde sexto de primaria y, aunque la exvicepresidenta no es santo de mi devoción, cuando Monedero le puso las manos sobre los hombros pensé: "joder, yo en la vida". Además de ser mujer, soy una mujer diminuta. Yo también he tenido que aguantar que la gente se crea con derecho a tocarme solo por medir un metro y medio muchas veces.

Recurro a la la psicoterapeuta Inés Bárcenas y le comento que a veces siento que ciertas personas me tratan de manera condescendiente, y que sospecho que es por mi altura. "Creo que tiene una asociación con la talla de los niños", responde. "Y probablemente a nivel evolutivo, cuanto más grande es una criatura más respeto nos impone porque nos puede hacer más daño. Al final no dejamos de ser animales y probablemente de ahí derive el que a veces tratemos de manera diferente a la gente de menor altura, porque no la percibimos como "una amenaza". Al final, cuando nos relacionamos también lo hacemos a nivel físico, de manera inconsciente y más primaria. Y hay algo de eso en lo que me cuentas, en la manera en la que nos relacionamos con las personas más bajitas", concluye.

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Eso explicaría algunas cosas. Me han tocado la cabeza con gesto condescendiente, como si fuera una niña, en miles de ocasiones, y han apoyado los brazos en mis hombros porque tengo "la altura perfecta para servir de apoyadero" cientos. También me han abrazado personas a las que apenas conocía solo porque soy "muy abrazable" y me han cogido en volandas sin pedirme permiso muchas veces, especialmente en fiestas y conciertos.

Además de ser mujer, soy una mujer diminuta. Yo también he tenido que aguantar que la gente se crea con derecho a tocarme solo por medir un metro y medio muchas veces

Por supuesto me han dicho, como supongo que le habrán dicho unas cuantas veces a Soraya, eso de "los mejores perfumes van en frascos pequeños" seguido del picarón "pero el veneno también", y he escuchado en más ocasiones de las que me hubiera apetecido "qué manejable tienes que ser en la cama". Me han hecho incluso bromas sobre mi potencial para comer pollas sin agacharme.

Porque la gente me ve doblemente sumisa, doblemente frágil y doblemente inofensiva: por mujer y por bajita. Y la gente lo dice así, bajita, con su diminutivo, porque los bajitos somos seres entrañables hasta que nos enfadamos y alguien se pregunta "¿cómo alguien tan pequeño puede tener tan mala hostia?" Es entonces cuando tenemos que echar mano de nuestra capacidad de autoparodia y mencionar a Hitler, a Franco y a Stalin.

Ser un tío con una estatura por debajo de la media -y en España ser un tío con una estatura por debajo de la media implica no pasar del 1,74- también tiene su aquel. Comentarios sobre "la ley de la L" -esa que dice que los chicos más pequeños son también los que mejor calzan- o el eterno miedo al rechazo de chicas más altas, que también se sustenta en un estereotipo de género: esa norma no escrita por la cual, en las parejas heterosexuales, que la tía sea más alta que el tío "queda mal".

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"Cuanto más grande es una criatura más respeto nos impone porque nos puede hacer más daño. No dejamos de ser animales y de ahí deriva el que a veces tratemos de manera diferente a la gente de menor altura, porque no la percibimos como 'una amenaza'" – Inés Bárcenas, psicoterapeuta

Nunca me he liado con un chico más bajito que yo porque no existen tíos más bajitos que yo que tengan más de doce años y/o no padezcan acondroplasia -que es como se denomina técnicamente al tipo más común de enanismo-. Por eso no puedo entender cuando una de mis colegas me dice eso de "no podría liarme con un tío más bajito que yo, me sentiría una giganta". Mis parejas deben sentirse el jodido LeBron James y no se quejan.

Basta con bichear un rato en Forocoches, el rincón de internet machirulo por excelencia, para comprender un poco el complejo que llegan a desarrollar algunos hombres de baja estatura. Uno de los primeros hilos sobre el tema tiene un título tan cierto como desolador: ¿es ser bajito el complejo que más duele? Lo que viene a continuación es una amalgama de historias sobre hormonas de crecimiento, argumentos que niegan esta hipótesis y frases lapidarias e iluminadas como "el complejo que más duele es ser pobre".

"Claro que no percibimos de igual manera a un hombre bajo que a una mujer baja", comenta la psicoterapeuta Inés Bárcenas al respecto. "Al final esto tiene que ver con la manera en la que hemos estipulado los roles de género. Como, por lo general, los hombres son más altos y corpulento que las mujeres, cuando un hombre adolece de eso, cuando es bajo, quizá se le atribuyen unas características más femeninas o menos "viriles", que merman su masculinidad", afirma. "De hecho, también ocurre al contrario, con las mujeres muy altas. Ellas también tienen a veces problemas para encontrar pareja porque se las considera más masculinas. ¿Cuántas veces hemos escuchado la palabra bigarda en referencia a una chica grande? Tanto los hombres bajitos como las mujeres altas rompen con los estereotipos de género asociados al físico y están un poco sujetos a estigmas", concluye.

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Pero, dejando a un lado las diferencias de género en cuanto a la altura, pasemos a la última de las líneas de debate sobre los bajitos planteadas por Forocoches: ¿somos de verdad peores personas? Hay quien piensa que sí. Quien dice que algunas personas con baja estatura, especialmente los hombres, sufrimos el complejo napoleónico, un presunto tipo de complejo de inferioridad basado en la altura que no está tipificado como trastorno en ninguna de las versiones del DSM.

"La teoría del complejo napoleónico se la puede haber inventado cualquiera. Si no está en el DSM es que no está validada, aunque haya ejemplos de personas maquiavélicas y de baja estatura en la historia", sentencia Inés Bárcenas.

Pero, ¿nos hace tener unos centímetros de menos más infelices? ¿Puede afectarnos nuestra baja estatura emocionalmente? Sí y no. "Al final depende mucho de las atribuciones que cada cual le haga a su físico, a su atractivo sexual o a lo que se entiende por él de acuerdo a los patrones establecidos, a hasta qué punto encaja en los patrones de la masculinidad en el caso de los hombres… es una cuestión complicada. En situaciones en las que físicamente tengas que confrontarte con ese lado más animal o físico, menos humano e intelectual, quizá sí", dice la psicóloga.

Pero quedémonos con el lado bueno, amigos: no somos peores personas. A pesar de que Hitler y Aznar, Franco o Soraya estén en nuestras filas

"También pueden generarse algunos complejos desde el punto de vista de la interacción no verbal, pero como decíamos antes, depende totalmente de las personas cómo tomarse, por ejemplo, que el resto los mire desde arriba cuando mirar desde arriba significa poder para uno y sometimiento para el otro ("mirar a alguien por encima del hombro"). Al final, organizamos nuestra sociedad así, desde arriba (poder) a abajo y cómo se tomen esas convenciones sociales las personas de baja estatura depende de ellas".

Osea que los bajos somos la clase obrera de la especie humana, los parias de la tierra de la altura. Estamos jodidos porque no vemos una mierda en los conciertos y porque en el metro normalmente los sobacos del resto nos quedan a la altura de la cara. Estamos jodidos porque nos tenemos que cortar, coger o remangar los bajos de todos los pantalones. Estamos jodidos porque tenemos que pedir a veces ayuda en los supermercados porque no llegamos a los estantes más altos.

Si somos mujeres, estamos jodidas, además, porque la gente se cree con derecho -con más derecho- a decirnos que somos muy monas, a tratarnos como a niñas y a tocarnos la cabecita. A bromear con nuestra edad y a decirnos que en la cama debemos ser muy manejables. Y si sois hombres estáis jodidos porque no son pocas las mujeres que os rechazan por medir menos que ellas. Pero quedémonos con el lado bueno, amigos: no somos peores personas. A pesar de que Hitler y Aznar, Franco o Soraya estén en nuestras filas.