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Comida

En el sur de Brasil están comiendo piñas en peligro de extinción

Recoger bolsas de piñas en el bosque de las Araucarias es algo común en Brasil, sin embargo la deforestación está poniendo a estos árboles en peligro de extinción.
Photo via Flickr user Arcadiuš

El árbol de Auracaria en el sur de Brasil - Araucaria angustifolia para los científicos, piña brasilera o parana para la gente común – es una belleza para la vista. Con ramas que se curvan hacia fuera y hacia arriba, como un bowl de frutas para las estrellas, este pino nativo es un símbolo de la región, con una silueta que encuadra tanto los edificios del centro de Curitiba, como los atardeceres de las granjas.

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Y colgando de las extremidades de este árbol aparecen unos adornos de navidad del tamaño de una pelota de volleyball. Son pelotas de semillas y gracias a la ingenuidad de la naturaleza, cuando están maduras, se caen de los árboles con la fuerza suficiente para dejar a alguien sin conciencia, estrellando las pelotas en pedazos y mandando las semillas volando para empezar un nuevo ciclo.

Pero no si los gauchos las obtienen primero. Cada año, mientras los Estados Unidos se derrite bajo los días de verano, allá abajo en el sur de Brasil, la gente – apodada gauchos en las partes más del sur – con sus botas altas salen en búsqueda de estas piñas rotas.

Conducen a través de las carreteras que corren a través de los estados de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Parana, en el camino notarás las pequeñas chozas que surgen cada invierno brasileño y que venden pinhão. Como las carpas que venden duraznos en Georgia o fresas en Montana, estas tiendas de pinhão producen gritos de felicidad en los niños y adultos que pasan: Son el sabor del invierno que a los del sur se les dificulta pasar por alto.

Fui testigo de esa reacción cuando conducía con un amigo gaucho en la parte rural de Rio Grande do Sul, norte de la capital Porto Alegre. Al ver una tienda, mi amigo estacionó el auto y me dijo que corriera mi asiento para atrás así podría negociar el precio sin una americana estupefacta a su lado. Como pasa tal vez con todas las tiendas del costado de la carretera en el mundo, uno debe regatear.

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Cuando volvió al auto, tiró una pequeña bolsa de plástico de semillas de piñas en mi falda, fruncí el ceño y murmuré intensamente, "¿Eso es todo lo que obtuviste?" Procedimos a tener la misma discusión que imagino que los compañeros en crimen tienen en los estacionamientos, hasta que al final se disgustó y salió del auto para ir a buscar más. Conducimos a la casa con el viento de invierno en mi cabello y una sonrisa en mi cara, y suficiente pinhão que se sentía como si tuviera un cachorro golden retriever en mi falda.

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foto via Flickr usuario Fernando Dell'Acqua

Cuando volvimos a la casa de mi amigo y esparcimos nuestro botín sobre el mostrador, no pude evitar pensar en qué diablos hacíamos con miles de semillas de piñas. Con mucha ansiedad, intenté masticar una pero –de alguna forma para mi sorpresa- era como masticar una piña. Mi amigo puso unas 40 dentro de una olla a presión llena de agua. Ahora teníamos que esperar hasta que se cocinarán. Una larga hora más tarde, llena de expectativa, las colamos y aún calientes, las esparcimos en una bandeja plateada con un poco de sal en la esquina. Parecían cucarachas.

"Haz como una alcachofa," me ordenó. La sostuve de la parte más gorda y le di una mordida con mis dientes tirando hacia atrás y raspando a lo largo de la corteza hasta que - ¡una papa salió como un globo ! Lo juro, no lo estoy inventando.

Dentro del semillero del árbol de la Auracaria hay algo entre nuez y patata, y tiene el sabor delicioso que implica esa combinación: Es esencialmente un piñón (aunque no exactamente, porque esos vienen de los Pinus y no de los árboles de Auracaria). Lo más cercano con lo que lo puedo comparar el sabor de un pinhão cocido es a las avellanas asadas y tal vez, dado a deseo pavloviano que surge por ellas en el invierno, esta comparación es perfecta.

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Una vez que se las saca de sus cáscara marrón, se convierten en la estrella de la cocina del sur del Brasil en los meses de invierno. Como Bubba y sus camarones, la gente de aquí hace casi todo con estas semillas de pinhão: tartas, risotto, guisos, flan, lo que se te ocurra. Y más te vale que creas que hay un festival de pinhão todos los años. Los sabores llegan hasta el norte del país durante las fiestas invernales de junio llamadas festas juninas, las que sirven como única oportunidad para que los brasileños saboreen el pinhão el fresco.

Pero aún una vez al año es una bendición. Esta delicia ha estado en riesgo de extinción. Los bosques de araucaria de la región atlántica del Brasil han disminuido a un 3 por ciento de su extensión original, gracias a la deforestación por la ganadería y la explotación forestal. (En 1963, el árbol era parte del 92 porciento de las exportaciones de madera del Brasil)

Históricamente, hasta los indígenas Kaingang de esta región encontraban al pinhão sabroso. Los inmigrantes italianos pobres que llegaban aquí por el trabajo agrícola y pasaban largos días cortando las araucaria para construir sus nuevas casa sobrevivieron los sorprendentes fríos inviernos con la ayuda del pinhão.

Pero en la actualidad, hasta la colección de semillas amenaza a los bosques: 3400 toneladas de semillas se juntan como comida cada año y algunos científicos tienen miedo de que esa gran cantidad esté teniendo un impacto negativo en el ecosistema al devorar la fauna nativa. Como resultado, nuevas leyes se han pasado para restringir el periodo de la colección de semillas, prohibiendo su recolección antes del 15 de abril.

Al mismo tiempo, el comer semillas durante la temporada legal de invierno, puede en realidad ayudar a salvar el bosque. Puede que suene invertido, pero al comer las semillas, estás ayudando a la sobrevivencia de los árboles restantes al incentivar a las personas a que los mantengan en pie (ya que toma 14 años para que un árbol de semillas), en vez de cortarlos por su madera. Así, que tal vez es mejor si no regateas mucho en los puestos al borde de la carretera.

Necesitarás estar en las cercanías del sur de Brasil para obtener pinhão, y necesitas estar ahí durante el invierno brasileño (de mayo a agosto). Pero si un día miras fuera de la ventana de tu auto y ves un hermoso y alto pino, corre y estaciónate. La pluma flotante de la vida puede que te haya llevado a un lugar frágil pero muy delicioso.