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FIGHTLAND

El club de la lucha español son estos adolescentes de Lugo

Un grupo de menores se reúne desde hace meses para solventar sus disputas a hostias en varios puntos de la ciudad a través de quedadas en Whatsapp.
Drei der Fight-Club-Mitglieder. Foto: La Voz de Galicia

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"La primera norma del club de la lucha es: nadie habla sobre el club de la lucha". Este es el célebre precepto que Brad Pitt comparte en la película de David Fincher El club de la lucha (1999) y que, visto lo visto, es difícil de cumplir cuando se trata del mundo real. Si además le sumamos la aparición de las redes sociales y de que se trata de menores de edad, se entiende que sea complicado mantener esa ley sagrada.

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Según desveló hace unos días La Voz de Galicia, en Lugo hay un grupo de jóvenes que llevan meses haciendo quedadas a través de Whatsapp para darse guantazos en corrillos públicos. Se trata de menores de 14 y 15 años que desde mayo realizan convocatorias a las que asisten estudiantes de diferentes institutos de la ciudad. Hasta ahora, por complejo que parezca, han logrado eludir a las autoridades a pesar de reunir entre 30 y 50 chavales por combate.

La quedada que veréis a continuación, según cuenta el periódico gallego, ocurrió hace poco más de un mes:

Según relatan varios participantes de estas peleas —que ellos definen como "bullas"— a El Mundo, su peculiar club de la lucha 2.0 tiene también una normativa muy clara, compuesta de cuatro reglas: no se pueden tener llaves ni otros objetos en los bolsillos; pegarse en el suelo está prohibido; tampoco se puede morder o agarrar; y, finalmente, para finalizar una pelea hay que decir "quiero parar".

Ellos y ellas, porque también hay peleas de chicas, han conseguidos evitar a las autoridades gracias a los vigilantes que colocan en los aledaños de las zonas donde se cita para pegarse. La policía está investigando la situación tras el runrún de las redes sociales y la información revelada por los medios citados, pero jamás han recibido ninguna denuncia relacionada con este tema.

Al principio, muchas peleas surgían por problemas comunes como disputas amorosas o discusiones de patio, pero el asunto parece haber tomado una nueva dimensión visto el poder de convocatoria de estos grupos, que incluso han empezado a organizarse en pandillas.