¿Y si la “Canelo-GGG” no resulta tan emocionante como esperamos?

El boxeo tuvo que esperar dos años para que los equipos de Saúl Álvarez y Gennady Golovkin dejaran sus diferencia de lado -cualesquiera que hayan sido- y firmaran el contrato de su pelea. El escenario está listo, las predicciones y las apuestas también. El campeón absoluto de los medianos enfrentará su prueba más dura hasta el momento ante un rival más joven y peligroso; el retador peleará, por primera vez, ante un rival más grande, con más pegada, y con más carisma y humildad; gran parte de sus compatriotas estarán en su contra.

Se ha dicho que el choque del 16 de septiembre en la T-Mobile Arena de Las Vegas salvará al boxeo. Valdría la pena preguntarse de qué o de quién. Los aficionados de ocasión suele confundir la carga emocional sobre el ring con el éxito de una pelea. Para el fanático que prende el televisor todos los fines de semana, el éxito de una contienda radica en el despliegue técnico de los dos protagonistas, es decir en la justicia que se le hace a un deporte tan exigente, acogido por esa mística que no se encuentra en ningún otro lugar. La emoción vendrá sola, pero no es la prioridad. A diferencia del futbol, donde se suele decir que un gol es un gol como sea que haya entrado a la red, aquel que consigue ganar de forma burda en el boxeo no suele tener el mismo respeto. Incluso premia a los caídos que lucharon con dignidad hasta el último campanazo.

Videos by VICE

Foto: Joe Camporeale-USA TODAY Sports.

Si “Canelo” y “GGG” no cumplen las expectativas que han abarrotado sus conferencias de prensa y las numerosas previas de las televisoras, el boxeo -como deporte y no como industria- no tendría por qué reclamarles; siempre y cuando le sean justos a éste. Existe la gran posibilidad de ver a un Saúl Álvarez cauteloso y muy activo recorriendo el ring con el uno-dos, explotando el golpeo desde todos los ángulos posibles, a ratos valentón en el intercambio pero sólo para complacer al público; tiene razones de más para no disputarle al kazajo en la corta distancia. “Canelo” tiene la velocidad y la potencia de su lado, pero existe una gran incógnita, ¿cómo aguantará los impactos de Golovkin? Porque, a quien no lo sabe, no existe pelea de la que se salga “limpio”, y considerando que el kazajo posee el mayor porcentaje de nocauts en toda la historia de los pesos medianos bastaría un golpe, en teoría, para poner en aprietos al mexicano. Mosley, Trout, Cotto, Mayweather, Lara, Angulo, Khan, Smith, nadie ha tenido la ventaja de la pegada sobre Álvarez.

Para Golovkin sólo existe un plan de pelea, el único que conoce y que le ha dado resultados: ir hacia el frente, meter presión, acorralar a su rival contra las cuerdas, soltar las manos y esperar que el vendaval termine por minar al rival en turno o conectar un golpe en seco que concluya la contienda. Es cierto, la chispa de la juventud en el cuerpo de “GGG” desapareció hace unos ayeres y con ello la velocidad de piernas y manos -en realidad el kazajo nunca ha sido un esteta del ring-, pero tiene el aguante que muchos querrían tener; Amir Khan es el ejemplo más inmediato y verdadero. Golovkin acosará desde el principio a “Canelo”, siempre y cuando pueda encontrar la distancia y quitarse el constante uno-dos del mexicano. No le importará recibir con tal de conectar aunque sea un breve combinación de golpes.

Foto: Joe Camporeale-USA TODAY Sports

Y es aquí que quizás la pelea no alcance el climax constante que se espera. Habrá momentos en que ambos se fajen por las inevitables grietas en la estrategia de cada uno, pero no porque así lo quieran. Espero equivocarme. Si la emoción que ronda en el imaginario de los fans antes de la contienda no hace acto de presencia, no pasará nada con el boxeo: no hay que olvidar que los boxeadores también son de carne y hueso, y bajo esta premisa, a nadie que esté compuesto por estos dos elementos le gusta recibir golpes. Floyd Mayweather Jr. demostró que no se necesita sangrar, ni “emocionante” en el sentido que los seguidores de ocasión utiliza el término, para poder ser exitoso en este deporte. Francamente, el estadounidense fue quien más justicia le hizo a aquella frase de Muhammad Ali, “Float like a butterfly, sting like a bee”.

En el ámbito comercial, la cartelera no debería tener problemas para romper récords de PPV y asistencia. La T-Mobile Arena vendió todas sus localidades en cuestión de horas. Pero eso no nos importa. Si la calidad de las peleas se midiera por la cantidad de dinero generadas, entonces la Mayweather-McGregor sería la primera en la lista. Afortunadamente, no es el caso.

Por último, no hay que olvidar que el boxeo no empieza ni termina con Saúl Álvarez y Gennady Golovkin. Hace unos días vimos cómo los reflectores del pugilismo voltearon la mirada hacia la divisiones pequeñas, luego de que Rungvisai recetara un tremendo nocaut a “Chocolatito” González, Cuadras y Estrada presumieran el afamado estilo mexicano de pelea, y Naoya Inoue demostrará por qué le apodan “Monstruo” en Japón. El talento desde superpluma hasta wélter dará mucho de qué hablar en los próximos años. Esto nunca se acaba.

Si “Canelo” da una cátedra a Golovkin desprovista de “emoción”, está bien, su estrategia habrá rendido frutos. Si Golovkin noquea a Álvarez, está bien, su único plan de pelea habrá sido más efectivo que nunca. Si ambos rehuyen al espectáculo, entonces la culpa no será del boxeo, sino nuestra por creer lo que siempre nos vendieron.