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Imagen cortesía Roho7nailz
Identidad

Nail Art: las uñas como lienzo

Las uñas no solo son un reflejo de una elección individual estética, sino también un importante vehículo para ilustrar el género y la raza; hoy, son además un espacio de expresión artística.

En mucha de la ropa y accesorios que usamos se presentan elementos de la idiosincrasia de un grupo; es decir, de aquello que lo caracteriza y distingue de los otros. Sabemos que muchas cosas pertenecientes al ámbito de la indumentaria son apropiadas, reinterpretadas y digeridas por la industria de la moda, que posteriormente las reproduce fuera de su contexto original. Como ha sido el caso del bindi, las trenzas y rastas, y los textiles tradicionales.

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Antes del boom de las “manicure sculptures” en 2017 en Estados Unidos, cuando la experimentación con las uñas sintéticas de gran tamaño y diversos adornos fue bien recibida por parte de los medios de moda, comunidades racializadas resistieron durante décadas haciendo este tipo de uñas al margen de la cultura hegemónica.

Sin embargo, la popularidad de las “manicure sculptures” se le atribuye a celebridades como Rosalía, Dua Lipa y las Kardashian, y con frecuencia se omite el reconocimiento a las comunidades negras, asiáticas, latinas y a las disidencias sexuales y de género que las usaron antes. El cubrimiento mediático de las primeras experiencias con las uñas dentro de las comunidades marginadas en Estados Unidos es poco, pues antes de ser absorbidas por la industria de la moda las uñas largas y coloridas se consideraron “de mal gusto” y se asociaron con el trabajo sexual.

Durante muchos siglos en diferentes culturas arreglarse las uñas funcionó como un símbolo de estatus social que indicaba que no se realizaba trabajo manual. La manicura se consideró un lujo hasta que, avanzado el siglo XX, se comercializó de forma masiva el esmalte. Al hacerse más accesible el material para la manicura se abrieron las puertas a la experimentación por parte de otro público.

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En 1975, tras el conflicto entre Estados Unidos y Vietnam, muchas mujeres vietnamitas buscaron refugio en los Estados Unidos y fueron capacitadas en distintas actividades, entre ellas la manicura. El proceso tuvo un fuerte impacto: actualmente una mayoría considerable (aproximadamente el 50%) de las tiendas de manicura en ese país pertenecen a personas con ascendencia vietnamita. Fue en parte gracias a ellas que la manicura se hizo accesible a personas racializadas de comunidades marginadas, ya que trabajaban fuera de la zona céntrica de las ciudades y redujeron considerablemente los costos de arreglarse las uñas. Entre los estilos predominantes de manicura en el siglo XX estaba la francesa, que consiste en hacer una línea de color blanco o pastel sobre el borde de uñas que apenas sobrepasan la punta de los dedos. Este estilo estaba pensado para mujeres de piel clara; en su caso, no había mayor contraste entre el color de las uñas y el tono natural de las manos.

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Imagen cortesía de Zai.vega

En un artículo publicado en 2015 por US Sport History, la investigadora en deporte y género Lindsay Pieper escribe: “Las uñas no solo son un reflejo de una elección individual estética, sino también un importante vehículo para ilustrar el género y la raza”. Si bien en los medios no hay mucha información sobre cómo las comunidades negras experimentaron con el esmalte de uñas a partir de la segunda mitad del siglo XX, Pieper nos trae el caso paradigmático de la atleta Florence Griffith Joyner, quien causó gran revuelo en la prensa de su momento.

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La práctica de decorarse las uñas de comunidades marginalizadas por la cultura hegemónica es un gran esfuerzo por forjar su autonomía política

Flo-Jo es recordada principalmente porque en 1988 batió los récords mundiales de velocidad en 100 y 200 metros, récords que hoy aún conserva. A pesar de su notable desempeño atlético, cuenta Pieper, los periódicos de los ochenta y noventa se dedicaron a comentar su vestimenta, así como sus uñas largas y coloridas.

La atleta se crió en los Jordan Downs Housing Projects, un conjunto de vivienda social en el barrio de Watts, Los Ángeles, y allí aprendió a hacer uñas en un salón local donde se enseñaban decorados complejos. Flo-Jo se arreglaba las uñas de tal manera que combinaran con su atuendo o incluso con sus medallas olímpicas. Al mencionar sus uñas una y otra vez, los periodistas la presentaban como una extrañeza, como una desviación de la feminidad blanca. Como dice Piper, sin hablar directamente de su negritud, hacían distinciones de raza en el ámbito deportivo.

Durante los 90 fueron varias las artistas racializadas que harían apariciones públicas con uñas decoradas: Missy Elliott, Janet Jacksson y Lil’ Kim por mencionar algunas.

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imagen cortesía de roho7nailz

La práctica de decorarse las uñas de comunidades marginalizadas por la cultura hegemónica es un gran esfuerzo por forjar su autonomía política, pues resulta disruptiva de los estándares estéticos que les imponen a los cuerpos. No es ninguna sorpresa que las respuestas a este esfuerzo estén fuertemente ligadas a prejuicios de clase y raza. Los modelos estéticos hegemónicos se constituyen a partir de cierta idea de belleza que es producida de forma histórica, privilegiando las características de los cuerpos blancos sobre los no-blancos. El modelo hegemónico no solo señala a aquel que no cumple con los estereotipos, sino que marca a ciertos cuerpos como incapaces de poder cumplir con esas exigencias, colocándolos en una situación de “inferioridad” inevitable. Generar modelos estéticos propios conlleva un rechazo a esta posición de inferioridad.

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El proceso de normalización es aquel por medio del cual algo que se consideraba disruptivo en relación con la norma se adecúa a la misma y pasa a ser visto como “normal”. La entrada del nail art al mainstream no necesariamente representa un avance para las comunidades en resistencia. No fue a partir de la aceptación de la diversidad que se normalizó el nail art dentro de la cultura popular: fue a través de la exotización y la apropiación por parte de figuras públicas (en su mayoría, mujeres blancas), que las resignificaron como un accesorio ligado al lujo.

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Imagen cortesía Zai.Vega

Moda: Uñas largas

Sin embargo, este proceso no ocurre solo en Estados Unidos. En Latinoamérica su usos y contextos han sido variados, por tanto hablamos con unas especialistas en el tema para que nos contarán sobre el campo del nail art.

Zai, quien tiene un estilo centrado en los contornos, apliques y emoticones, nos habló de que su primer acercamiento al nail art fue por necesidades económicas. Para ella era importante tener un trabajo con el que sostener a su hija y desarrollarse creativamente. Durante mucho tiempo estuvo trabajando en distintos salones de belleza y en uno aprovechó la oportunidad de aprender a hacer manicure pues veía que cada vez había más demanda de ello y es a partir de esto que pudo empezar a experimentar con las posibilidades que hay en el arreglo de uñas, acercándose poco a poco al nail art: “Después de todos los salones donde yo había trabajado jamás me había imaginado ir a ver lo que hace la de las uñas. Lo que más me llamó la atención fue la creatividad que requiere ¿sabes? Me sentía como niña cada vez que empezaba a hacerlo” Nos cuenta Zai.

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Imagen de Zai

Imagen cortesía de Zai.vega

En cambio Roho, quien prefiere la pintura a mano alzada, tenía claro que quería dedicarse al maquillaje artístico y en el arreglo de las uñas encontró un gran complemento para ello, pero su interés en las uñas aumentó al notar que podía aprovechar el conocimiento que tenía en dibujo, cosa que le apasionaba bastante: “En el 2015 me ponía uñas cada dos semanas. Cuando me mudé a la Ciudad de México pensé que sería un buen complemento para el maquillaje y como una amiga tenía las cosas para hacer uñas empecé a practicar y luego tuve como referente a Krocaine y como veía que hacía diseños pintados a mano bien locos dije ¡oh, creo que yo puedo hacer eso! porque yo dibujaba antes y empecé a meterle dibujo. Siento que encontré mi medium y me gustó mucho más que el make up. Siento que tengo mucha más libertad creativa. Y fue Krocaine la que me inspiró a ponerme más creativa con las uñas”.

Imagen de Roho

imagen cortesía de roho7nailz

Las dos consideran que el impacto que ha tenido figuras como Rosalía y Kali Uchis, artistas fuertemente apoyadas por los medios de comunicación para representar a “lo latino” ante “el mundo”, han logrado que se acerque un público completamente distinto al que había hace unos años. Hace cinco años, nos dice Zai, podías ver que eran principalmente chicas de barrio y señoras buchonas, siendo lo buchón una cultura profundamente ligada al narcotráfico del norte de México, quienes se acercaban y mostraban interés en este estilo. Recuerda a una clienta rica, en particular que la primera vez que le hizo un decorado volvió a los dos meses contando que todas sus amigas se habían burlado de lo extravagante de sus diseños. Al día de hoy todas esas amigas se hacen sus diseños con Zai. Roho, por su parte, nos menciona que desde hace mucho el art nail ya era algo en México, tenía una tía con salón de belleza desde los 2000, donde acostumbraba hacer uñas muy largas con Swarovskis incrustados, sin embargo, su estética era considerada completamente buchona. Pero también había sido algo característico de barrio y si ha ganado popularidad ahora es porque está de moda aparentar ser de barrio. 

Uñas de Roho

imagen cortesía de roho7nailz

Conforme gana popularidad el nail art, es más respetado, tanto en los salones de belleza como en el campo artístico; Para Zai unas uñas de color liso y largas bien realizadas tienen una complejidad que es digna de respeto y admiración, pues sabe todo el trabajo y la práctica que hay detrás para poder lograrlo: “Yo pienso que desde un gel liso solo rosa ya es un arte que se vea impecable. Porque es complicado que tú hagas un color liso y se vea perfecto. Que la cutícula no esté sucia, etc”. Roho, por su parte, muestra desinterés en que el nail art sea aceptado como arte de galería y considera que su trabajo es artístico en el mismo sentido que lo es el Street art, también señala que aunque el reconocimiento artístico del nail art ha sido notable en los últimos años, este ha sido difícil de ganar pues son mujeres las que principalmente se dedican a ello. E incluso un hombre que se dedica a esto gana más rápido reconocimiento y tiene más valor lo que hace por “la valentía” de atreverse a hacer una actividad para mujeres.

Podemos notar cómo los procesos de incorporación del nail art al mainstream cultural guardan la marca de su adaptación y normalización. Al venir de estéticas que fueron rechazadas en un inicio por su asociación con la periferia, están más próximas a las manifestaciones identitarias de los grupos marginados que los popularizaron de lo que estarían arraigadas en el imaginario colectivo.

Sigan a Thania por acá y por acá a Zai y a Roho