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Collage de Cathryn Virginia; imágenes a través de Getty y Freddy McConnell
Salud

Por qué comparto mi experiencia como hombre trans embarazado

Te presentamos Dad Bod, una serie en la que Freddy McConnell detalla los altibajos personales y políticos de estar embarazado como hombre trans en el Reino Unido.

Es víspera de Navidad. El disco festivo y contemplativo pero reconfortante de Chilly Gonzales, inunda la sala de mi casa junto al mar inglés. Nuestra televisión está decorada con escarcha. Puedo ver de reojo las luces doradas brillando. El árbol que decoramos con mi hijo de casi 3 años tiene adornos de caballitos de mar, un símbolo que los padres trans como yo hemos adoptado cariñosamente, porque los caballitos de mar machos son los que quedan preñados.

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Por fin se siente la Navidad tanto afuera como dentro de casa. Todo el condado, los 1,9 millones de personas, estamos en nivel 4, el nivel más alto de confinamiento por coronavirus en el Reino Unido. Las nuevas restricciones se impusieron con menos de 12 horas de anticipación el 20 de diciembre. Todavía no tenía nada para mi mamá, y ahora, todas las tiendas que no son esenciales están cerradas.

Sin embargo, eso no es lo que más me preocupa. Ayer, pude darle una especie de regalo de Navidad anticipado: me hice una prueba de embarazo y salió positiva. Inmediatamente la llamé para contarle la noticia. Son los primeros días, pero aún así, ahí está. Por ahora, funcionó, y en el primer intento. Si todo sale bien, tendré mi segundo hijo mediante fecundación in vitro con transferencia de embriones.

Al igual que la primera vez, usé mis óvulos y el esperma de un donante. En 2005, la donación anónima de esperma llegó a su fin en el Reino Unido y ahora los donantes solo reciben reembolsos por los gastos, hasta alrededor de 50 dólares.

Como mucha gente queer que busca apoyo para la fertilidad, lo hice por razones prácticas, no por infertilidad. He estado en transición médica desde 2013, pero hasta ahora he conservado mi capacidad reproductiva. He estado tomando testosterona durante años, pero nunca se ha demostrado que esta hormona dañe la fertilidad masculina trans, a pesar de lo que haya escuchado. Mis ovarios no me molestan y yo no los molesto, la mayor parte del tiempo.

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Un poco de contexto rápido: por varias razones, muchos hombres trans eligen no someterse a histerectomías, ya sea nunca o hasta muchos años después de la transición. Nos solían decir que al conservar nuestros órganos reproductivos probablemente nos daría cáncer, pero afortunadamente, eso ha sido desmentido desde entonces. En nuestra comunidad es bien sabido que muchos seguimos ovulando o teniendo períodos ligeros, incluso mientras tomamos testosterona. Y, ya que la idea de que todos odiamos nuestro cuerpo es solo una generalización simplista y ofensiva, cabe aclarar que podemos disfrutar de todo tipo de sexo, con penetración o no.

Si interrumpimos nuestro tratamiento hormonal podemos, y cada vez lo hacemos más, convertirnos en padres que dan a luz. Entonces, en vista de todo esto, no es un milagro navideño que mi reciente tratamiento de fertilidad haya tenido éxito. Fue el mejor regalo de Navidad que hubiera podido pedir. En términos de la fecundación in vitro (FIV), después de crear embriones sanos y esperar a que mi cuerpo diera todas las señales correctas, mis posibilidades no podrían ser mejores.

Muchos futuros padres queer se van por opciones más caseras, lo que significa que simplemente... tienen relaciones sexuales. O hacen la inseminación en casa. Pero yo elegí asistir a una clínica porque, bueno, soy pragmático. Primero, soy (felizmente) soltero y no tengo un donante conocido. A pesar de que a los donantes ya no se les paga, el esperma congelado sigue siendo costoso, alrededor de 1.400 dólares cada frasco, entonces para mi fue rentable crear varios embriones con un solo frasco. En segundo lugar, creo que interrumpir la testosterona es muy difícil y con mi primer embarazo, la incertidumbre de cuánto tiempo me tomaría concebir era insoportable. Esta vez, como ya tenía idea de lo que podía soportar mi salud mental, elegí la FIV. La inseminación intrauterina no es invasiva y es asequible, pero las tasas de éxito de la FIV, ronda por ronda, son generalmente mucho más altas.

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Sé que es poco ortodoxo compartir noticias de un embarazo en una etapa tan temprana. De hecho, estoy muy consciente de esto (¡gracias, ansiedad!). No soy inmune al miedo de que sea de “mala suerte” anunciar el embarazo tan pronto, pero, al mismo tiempo, estoy harto de eso. Parte de la razón para hacer esta columna es ir en contra las suposiciones alrededor del embarazo, y eso incluye las supersticiones. ¿Tiene algo de bueno mantener esto en secreto durante algún tiempo? Si no es así, ¿por qué lo hacemos?

Históricamente, la misoginia nos ha dicho que el aborto espontáneo es como un fracaso y, por lo tanto, es una vergüenza que deberíamos mantener en privado.

Cuando una pareja heterosexual y cis intenta tener un bebé, es posible que se lo comenten a amigos cercanos o familiares. O bien puede que no. Más allá de eso, la regla universal es que se mantenga en secreto hasta las 12 semanas. Eso significa pasar meses y meses sin tener a nadie en quien confiar.

Es imposible separar estas costumbres sociales, supersticiones antiguas y niveles de comodidad personal. Aun así, me atrevo a suponer que el hecho de que el embarazo haya sido entendido como una experiencia "esencialmente" femenina es el principal culpable del secreto. También explicaría el estigma que acompaña a compartir estas cosas "demasiado pronto" o simplemente "demasiado". Quienquiera que esté pasando por eso, podría preocuparse de que si no cumple las reglas, estaría invitando a ser juzgado, o peor aún, a sentirse culpable si algo sale mal.

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Históricamente, la misoginia nos ha dicho que el aborto espontáneo es como un fracaso y, por lo tanto, es una vergüenza que deberíamos mantener en privado. Eso significa que, con demasiada frecuencia, las personas experimentan un aborto espontáneo o la pérdida de un bebé totalmente solas y devastadas.

Como anécdota, he notado que el secreto o la vergüenza en torno al embarazo y la pérdida de un bebé es menos importante en las comunidades LGBTQ + y ciertamente en los espacios comunitarios en línea. Por el contrario, las personas a menudo rechazan activamente estos conceptos, tal vez ya se hayan dado cuenta del poder de rechazarlos en relación con sus identidades sexuales y de género. Entonces, descubrir que otros padres queer han compartido sus experiencias antes que yo no me sorprende en lo más mínimo.

Entiendo que es una cuestión de necesidad. Las personas queer que están tratando de concebir no tendrían a dónde acudir si no nos encontráramos y fuéramos sinceros acerca de nuestros métodos, trucos y luchas para formar una familia. En resumen, normalmente somos nuestra única fuente de información y apoyo. Una de las pocas ventajas de no reflejarse en la sociedad en general podría ser evitar, o al menos tener espacio para desaprender, las preocupaciones en torno a la fertilidad.

Quiero compartir los aspectos prácticos de este proceso, tanto los altos como los bajos, porque antes de que comenzara mi propia familia, todos los medios sobre personas como yo eran sensacionalistas y me dejaban con las mismas preguntas inútiles: ¿Soy un fenómeno? ¿Y no de los buenos?

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No debería haber otra persona trans o no binaria que dependa de la suerte, o del difícil desaprendizaje de la vergüenza, para cumplir sus sueños de formar una familia, cualquiera que sea la forma que adopte.

No tenía modelos positivos a seguir ni consejos prácticos. La posibilidad misma de crear una familia de la forma en que lo hice fue algo que aprendí totalmente por accidente. Hoy, cuando miro a mi hermosa hija, este detalle en particular hace que mi corazón tiemble. ¿Qué tal que nunca me hubieran aclarado las dudas sobre mi fertilidad y mis opciones para convertirme en padre? ¿Y si ese doctor que asumió que no quería tener hijos también hubiera logrado convencerme de que nunca podría ser realmente yo sin una histerectomía? Conozco a personas a las que les robaron este conocimiento y estas opciones y esto tiene que parar. No debería haber otra persona trans o no binaria que dependa de la suerte, o del difícil desaprendizaje de la vergüenza, para cumplir sus sueños de formar una familia, cualquiera que sea la forma que adopte.

También quiero utilizar este espacio para explorar muchas otras ideas y preguntas relacionadas con el género, la fertilidad, la familia, la paternidad y la sociedad en la que actualmente, de manera algo inestable, se difunden. En mi experiencia, he notado que, independientemente del género, dar prioridad a formar una familia me hace un poco atípico como millennial. Si es cierto, en términos más generales, que mis compañeros, tanto heterosexuales como queer, tienen diferentes prioridades, ¿es por elección o por necesidad económica? También aprendí de primera mano que, mientras más padres intentan liberar a sus hijos de las cadenas de las expectativas de género, esas expectativas parecen tener una influencia cada vez mayor en nosotros incluso antes de que nazcamos. ¿Por qué siguen siendo tan populares las "revelaciones de género" y los colores rosa y azul?

Entonces, heme aquí, continuando con esta fina tradición queer de compartir en exceso. Mientras escribo esto, estoy embarazado de cuatro semanas. Siento náuseas todo el tiempo y espero más allá de toda esperanza que esta vida del tamaño de una semilla encuentre su camino junto a la tierra en 40 semanas para encontrarnos. También soy consciente de que podría no ser así y que si no es así, no estaré solo ni me sentiré como un fracasado.

Es un privilegio poder compartir esta experiencia contigo, ya sea que estés aquí para verte reflejado, por pura curiosidad o en algún punto intermedio. Espero que también tú te quedes conmigo.

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