Música

Yo hago música para los que no quieren seguir a la manada: Una charla con Tweety Gonzalez

Todos los caminos conducen a Tweety. Desde Baja California hasta Tierra del Fuego, el músico y productor Fabián Andrés González Amado dejó su sello en casi toda la obra fundamental del rock/pop de América Latina, en artistas como Luis Alberto Spinetta, Gustavo Cerati, Fito Páez y Shakira, desde mediados de los ochenta.

Desde aquel Giros con aroma a tango de Fito Páez de 1985, hasta la música electrónica y ecléctica de Audia Valdez, artista de su propio sello Twitin Records, pasando por 14 años como miembro de la banda más exitosa del rock en castellano: Soda Stereo (se ganó el apodo del “cuarto Soda”); así como numerosos reconocimientos, como el Grammy Latino, por su participación en el disco solista de Cerati Ahí vamos, además de premios como el Gardel, (máximo reconocimiento musical en su país) y la producción del disco más vendido de la historia del rock argentino, en El amor después del amor de Fito Páez, el argentino Tweety González le cuenta en su propio estudio a Noisey, de qué se trata esta búsqueda de sonidos y melodías originales que fueron la banda sonora del andar por esta parte del mundo en los últimos 30 años. Checa lo que nos dijo este midas musical en charla exclusiva abajo.

Videos by VICE

Foto: Mariano Dawison

Noisey: Como productor, ¿cómo haces para evitar repetirte en la búsqueda del éxito, y no buscar un El amor después del Amor o un Canción Animal constante?
Tweety González: Es que es un cuento que el productor hace el éxito. Eso es un cuento que no sé quien lo inventó. Ayudas si tienes un artista que hace buenas canciones. Si tienes una gran canción tu ayuda, va a potenciar. Si es mediocre, no puedes hacer mucho. Es como tener una semilla mala, no crece la planta. En los últimos años hay como una especie de lugar común: que el productor hace un hit. Primero se piensa que el productor hace el sonido. Eso es “ingeniería de sonido”. Yo me siento en el medio: mitad músico mitad ingeniero de audio, y eso me da el productor. Esa suma, esa mezcla, me da el productor.

Y en cuanto a evitar repetirse. Yo creo que hay que buscar siempre ser creativo. Por eso sos un artista y no un mercader, ahí está el desafío. Si no sos una empresa, una S.R.L. Que me parece perfecto. Una banda que tiene 15 años de trayectoria, le costó los primeros 10 años cortar mil tickets. Si te sigue yendo bien, los próximos 5 años empiezas a ver plata linda y a vivir bien de la banda. Pero no es sólo la banda, está el manager, el sonidista, el iluminador, los plomos, etc. Son mínimo diez familias que viven de eso. El riesgo es muy grande. Es una decisión pesada, yo los entiendo a los que no arriesgan. Si esto funciona ¿por qué lo voy a cambiar? Bueno, está fenómeno, pero para mí es el anti rock. Por eso vuelvo siempre a Gustavo Cerati, porque él lo que ganaba lo arriesgaba en pos del arte. ¿Viste los tipos que van al casino y ganan y después arriesgan todo a otro número? Así era él.

Hace poco marcabas en un tuit que la música latina no se termina en “Despacito” ¿Cómo te llevas con esa visión que sólo reconoce a artistas como Dady Yankee y deshecha lo demás?
A mí no me molesta que exista “Despacito”, pasa que parece que una cosa anula a la otra. Hay que entender que nuestra música tiene una historia riquísima muy lejos del simplismo en la que se plantea a veces. Esa es una visión muy norteamericana. Ellos creen que nosotros tenemos la banana en la cabeza y somos Carmen Miranda en las películas de los 50. Ese es un estereotipo que hay que destruir. No podemos seguir con las mismas visiones del siglo XX. Latinoamérica es muy muy grande, y cada región tiene su realidad muy distinta y cada vez más distinta.

Igual estamos haciendo una nota para un medio que no lo lee cualquiera. Que está más cerca del melómano o el rockero que del chico que escucha sólo J. Balvin o toda esa movida reguetonera. Entonces yo laburo para esta gente. Para los que no quieren estar en el rebaño. Los demás suerte en lo que les gusta, yo trabajo para gente que busca diferenciarse. Hay que trabajar para el que ama la música y el que no la ama, qué mal por él. Yo después de tantos años aprendí que siempre hay alguien que va a apreciarlo.

¿Te sientes más cómodo en un estudio de grabación que en un escenario?
No sé si es más cómodo, me siento con más posibilidad creativa. Tocar en vivo es muy repetitivo y es buscar la perfección a partir de la repetición. Hay un grado de experimentación y de improvisación, pero es muy chico comparado con el que te da el día a día de hacer un disco. Además, el show no es sólo el escenario: son las giras, los hoteles, los ensayos. Yo lo hice 14 años y lo hice a un nivel muy muy alto, con Soda Stereo. Fue un nivel muy de primera, cosa que a mí me costaría mucho bajar. Me siento más a gusto en mi estudio.

Recién hablabas de la capacidad creativa que te da el estudio de grabación. Pienso en un disco que hiciste hace una década: Rocanrolero (2006), con Emmanuel Horvilleur. Él venía del éxito de Illya Kuryaki and the Valderramas y ustedes tomaron el riesgo de hacer un disco bien distinto, fuera del hip hop y mucho más pop. Eso es tomar un riego.
Sí, pero todo no está tan meditado como parece. La gente tiene la fantasía de que las cosas están más pensadas. A veces no hay tanto plan: es hacer lo que te lleva el momento, lo que te nace naturalmente. Emanuel siempre fue alguien bastante más pop que Dante. Él tenía esa inquietud. Acordáte que tiene un hermano que hace canciones [Lucas Marti] que influyó de algún modo. Además, él tenia otra edad, fue un trabajo realizado en el 2005 [editado en el 2006 pero realizado el año anterior], antes que yo trabajará con Gustavo en Ahí vamos y, por suerte, fue un trabajo muy aceptado.

¿Cómo fue arriesgar hace seis años con un sello propio?
Si bien yo participé en otros tres sellos, Twitin Record es el primero donde yo tengo el 100 % de responsabilidad y costos. Y espero en algún momento ver una ganancia, por ahora es todo apuesta. No busco un sello con miles de artistas, porque no me da el tiempo. No me interesa cantidad sino calidad. Trabajó con los artistas que a mí me divierten y les doy todo lo que puedo y más. Quiero cuidar esa “mini boutique”, donde tengo artistas muy diferentes. No hay dos que hagan lo mismo y eso me encanta.

¿Para eso te ayudó haber trabajado desde el jazz hasta la música electrónica?
Sí. Lo que cuido es que tenga un alto nivel de calidad. Que sea súper exportable. Que no me aburra, que me sorprenda. De hecho, a algunos artistas ni siquiera los produzco yo. Gerardo Fares es un tecladista que me recuerda mucho a mí porque tocó con todo el mundo, tiene una cabeza súper amplia.

A veces hay artistas que son muy completos en lo musical y yo sólo me tengo que preocupar en la ingeniería de audio. Otros que son más acotados o vienen con las canciones sólo con una guitarra y no tiene la menor idea de lo que quieren hacer. Eso es cuando vienen con la idea de la canción pero no con la estética.

Me pasa con muchos artistas, sobre todo los que están cerca de la electrónica como Audia Valdez, que lo que hago yo es apagar todo lo que me parece que sobra. Ellos viene con todo producido y es casi una cirugía estética. Saco el bisturí y la goma de borrar y “corto y borro” hasta que renace una nueva obra y ahí les digo: “Falta esto, andá y haceme esto”. Con ese tipo de artistas a mí me encanta trabajar porque es muy de pares. Cuando tecnológicamente y musicalmente estás de igual a igual.

¿La tecnología sumó o fue bajando el nivel del músico?
Yo lo veo… Desde que existe Pro tools el nivel de los músicos sub 30 bajó. Los que nacieron en la época análoga tocan mejor. Es estadística esto. Los pibes más chicos, como saben que los vas a editar, abusan de eso. Me ha pasado de percusionistas que me dicen “después me lupeas no?” y yo les digo: “Y si te llamo es para no hacer eso”. Si yo estoy más tiempo editando que vos tocando, hay algo que no va. Salvo que sea música muy electrónica, muy de collage. Pero si yo estoy más tiempo corrigiendo que grabando, estamos en un problema.

“El comienzo fue un Big Bang y fue caliente”. El primer trabajo que produjiste fue Giros de Fito Páez en 1985. Estamos hablando de un disco que mezclaba bagualas, chacareras, rock y tango de una manera muy innovadora para le época.
Sí, es lo que nos gustaba en ese momento tanto a Fito como a mí. Ahora que lo pienso, no sé si es lo más recomendable, pero es la forma más roquera de hacerlo. Por eso Cerati es quien era. Porque rompía las formas establecidas. Te invito a escuchar cualquier álbum de él y te vas a dar cuenta que no hay dos iguales. Por lo menos no consecutivos. Después podes decir que Ahí vamos tiene reminiscencia de Soda por el protagonismo de la guitarra en esos trabajos. La guitarra mandaba. Pero no tenia dos discos parecidos ni con Soda ni solista.

Nada más preciado para mí

¿Cerati es el músico más talentoso con el que vos trabajaste?
Sin dudas, el más completo y el más talentoso. Porque vos podes ser talentoso en algo especifico, ser un gran cantante, un gran violero un gran compositor. Él era esas tres cosas y además un gran productor, un tipo que de tecnología sabía un pedazo, que invertía. Como ser humano, mil puntos. ¡Y hasta era lindo! Siempre digo que para mí era el Messi del Rock.

Más allá de tu búsqueda de innovar constantemente. ¿No crees que después de tantos años es cada vez más difícil no repetirse para un artista?
Sí, claro. Pero un artista tiene que tomar riesgos de no gustar. Dynamo fue un riesgo para Soda infernal, y ellos se cagaban en eso: no les importó. Venían de Canción animal, que la habían explotado toda ¿Cuanto te podés caer de algo así? Si crees en vos y tu obra es original y tu público es muy fiel. De hecho a Dynamo los chicos lo entienden hoy.

También depende qué busque un músico y qué entendamos como “éxito”. Viste que mucha gente habla del “negocio de la música”. Bueno, para mí es el “negocio de la Música”, así con la mayúscula en música. No es que esté mal “buscar hacer negocio”, pero no es arte. No toda la música está hecha para vender, empecemos por ahí. Ni debería, ni tiene que vender, ni está buena solo porque vendió mucho. Porque si no, terminamos en Agapornis, que tienen muchas reproducciones, la gente se contagia y es una cosa divertida. Ojo, no está mal, pero es un “business”, no hay una búsqueda artística, es sólo una necesidad de lucro.

¿La industria está en camino de matar al álbum conceptual como eran Ciudad de pobres Corazones, Rockarolero o Amor Amarillo?
Es que si decimos: “El disco conceptual va a morir” aceleramos el proceso. Steve Jobs era un genio, yo lo admiro, pero le hizo muy mal a la música, cuando decidió que cada canción vale un dólar porque sí. Es por eso que hay que defender los discos como trabajos conceptuales, hay que oponerse a eso y no naturalizar su muerte. Aunque el panorama no se ve muy alentador.

“Desde adentro yo me puedo mover” ¿Se puede salir de eso?
Es muy difícil y todavía seguimos dándole vuelta al negocio. Y decimos que “está en transición”, que “todavía no se acomodó”. Yo cada vez que viajo a reuniones en todo el mundo, hablo mucho de este tema. Y la mayoría coincidimos en que hay ciertas cosas como el monopolio de YouTube o Google que si no se meten los gobiernos y legislan, nunca se van a poder cambiar. Porque los tipos tienen el monopolio de la cosa. Y ellos deciden y si no te gusta: next. En estas plataformas siempre va a haber gente que quiera subir su contenido, no le importa si le pagas o no. Entonces a YouTube no le importa que vos te vayas porque viene otro. Y así es muy difícil.

No puede ser que lo único rentable sea tocar en vivo. Porque hay muchos artistas que si no les interesa tocar en vivo (como antes había un montón) esos no tengan lugar.

Es muy triste, porque hay otros Ceratis y otros Fitos dando vuelta por el continente. La ciudad está llena de Ceratis(no tan completos como él pero los hay). Lo que pasa es que uno porque es un fanático y siempre buscó hasta que encontró. Hay un montón de música nueva que el mismo aparato se encarga de no dejar fluir.

“Quisiera seguir tus pasos”. Vos trabajaste con Spinetta y con Dante, así como con Cerati y con Benito.
Es verdad [risas]. Pero porque también está esa confianza que primero sos amigo y después te pones a laburar y eso es fantástico. La relación es mucho más fluida. Yo con Gustavo ni hablaba, nos mirábamos y nos entendíamos. A veces las palabras sobraban. Era mirarse y ya saber qué quería el otro.

Y con Luis trabajé muy poco, fui más amigo que colaborador. Yo lo conozco porque en la época de Spinetta Jade, yo ya tocaba con Fito y los discos los hacíamos con Mariano López, que era el ingeniero de Spinetta. Y en los días libres iba a trabajar un poco con ellos y de ahí formamos una amistad. De hecho, él me pide que produzca a los Kuryaki. Yo los acompañé a los chicos y a la mamá de Dante [Spinetta] a firmar su primer trabajo y muchos años después Luis me pide que produzca Amén, que es la banda de Gustavo.

¿Veías cosas de Gustavo en Benito Cerati (Zero Kill)?
Sí. Igual no tantas eh.

Deber ser difícil para él sacarse todo ese mambo de ser el hijo de…
Yo creo que en el primer disco hay más conexiones con su padre. Vos pensá que ese disco lo hicimos cuando él tenia 19 años, con su papá internado y tenía temas de cuando tenia 14 ó 15. Era un chico que le estaban pasando un montón de cosas y el primer disco tiene todas las cosas que uno lleva encima. Ya el segundo hay que buscar más, porque normalmente se puso todo en el inaugural.

Con Benito hicimos dos grandes trabajos, creo. Siempre digo que una vez que pasas el segundo disco, el tercero viene solo.

¿Qué disco te hubiera gustado producir?
Me hubiese gustado estar en Sueño Estéreo. Ese es un trabajo que me parece un discazo. “Ella usó mi cabeza como un revolver” me parece una de las canciones más hermosas del rock en español. Es una obra maestra.

¿Es verdad lo que se dice que el rock latinoamericano tiene su raíz en el rock argentino?
Sí, claro que es así. No es una típica “argentiniada”. Es palabra de los extranjeros. Yo te hago al revés: para mí lo que no hubo acá [en Argentina] es música latina. Acá siempre se miró a Europa y además de los pioneros que eran Fito, Charly, Luis y Moris. Además, hay que valorar al Jorge Álvarez con el sello Mandioca, a Grinbank [Daniel]; hombres que tuvieron una visión a futuro y eran tipos que primero amaban más la música que el negocio, pero sabían hacer negocios y eso era necesario. Grinbank empezó pegando carteles en la calle. Y Mandioca era una editorial de libros y Álvarez decidió hacer discos porque se dio cuenta que se venía una movida del rock argentino. Ni siquiera existía esa palabra. De hecho es un fenómeno muy argentino.

A mí me preocupa la salud del rock argentino porque me parece que no le llega más a los jóvenes de menos de 20. Y antes era las brasas. Hoy no veo pibes de 15 en los shows. Hoy los pibes están en la electrónica, en el reggaetón, en el perreo, en YouTube. La música es una cosa más. Antes era todo para nosotros.

¿Qué te parece la escena musical actual?
Hay de todo. Algunas cosas me gustan y otras no. Yo soy un melómano que dos tercios de la música que escucho no la conocía, estoy en búsqueda constante. Pasa que, principalmente en Argentina, Lo anormal es lo normal. En el mundo se volvió anormal repetirse y, acá está bien visto. Me funciona está fórmula: rock and roll, 4 tonos, estrofa, estribillo y a cobrar!! FOREVER!

Otra costumbre que no me interesa tanto es la de darle más relevancia a las letras que a los músicos. Hoy las letras adquirieron un papel tan importante que es casi un partido político. No me importa qué tan bien toques, si la letra me representa. Hay un público para eso. No es el que yo busco. Yo apunto más a alguien que no se quede con las letras y descarte todo lo demás. Yo me formé en una época donde los músicos no se querían parecer al de abajo del escenario; al contrario, buscaban provocar. Me gusta más el tipo que no sacrifica la música en pos de la letra. Si no, es Serrat o Sabina. A mí no me interesa ese tipo de e trovadores. Pero no es porque me parezca que lo hagan mal. Todo lo contrario. Pero no es mi búsqueda, no me interesa. Yo le doy prioridad a la música. Si quiero textos, hay libros. No me siento cómodo en ese mundo donde la música es un complemento de la letra.

¿No hay una búsqueda del que consume de reflejarse en su artista?
Sí, claro que la hay, pero no es la mía. Pasa en todos los ámbitos, no solo en la música. A mí me aburre ser igual, repetitivo. Es una visión de la vida. ¿Qué ves en este estudio? Este estudio tiene un diseño único. No vas a encontrar otro así, te lo aseguro. Los estudios son todos iguales, yo me encargué que este sea diferente a todos. Yo para eso puse un tipo que me haga la estética y otro que me haga la acústica.

¿Es una forma de salvarte de la mediocridad y del aburguesamiento que tu espacio de trabajo sea tan único?
Exacto. Mediocridad empieza con la palabra medio. Yo odio los puntos medios. Yo no quiero ser ni mejor ni igual a nadie, quiero ser distinto. Yo odio los lugares comunes y por eso escapo de las fórmulas. No hay caminos seguros en la música ni en la vida. Y si los hay, a mí no me gustan.

Sigue a Noisey en Facebook.