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patriotismo

¿Por qué la protesta de Colin Kaepernick es tan insoportable para el mundo deportivo?

Desde el arranque, la protesta de Colin Kaepernick estuvo condenada por la incapacidad generalizada o la nula disposición para entender la postura contraria.

The picture that launched 1000+ conversations. If used please credit @jenniferleechan Jennifer Lee Chan / SB Nation. pic.twitter.com/eIqagtTlSc
— Jennifer Lee Chan (@jenniferleechan) August 29, 2016

En ocasiones existe la sensación de que el patriotismo ha tomado el lugar de la religión como un medio para controlar e influenciar al público. Los diferentes ámbitos del motor estadounidense —atlético, económico, diplomático, militar, etc.— son presentados como algo que se tiene que aceptar completamente y sin cuestionar, como si se tratase de la verdad absoluta en la que todos los estadounidenses deben creer, de lo contrario no son creyentes de la virtud estadounidense. El hecho que un concepto abstracto como "país" pueda ser infaliblemente virtuoso —y ya ni hablar de un país nacido de la traición— es algo inestable en cuanto a premisas se refiere, pero de todos modos lo creemos. Creemos en ello de forma tan profunda hasta el punto en que la gente perdió los estribos cuando un jugador de futbol americano decidió no pararse para honrar el himno de Estados Unidos, "Star Spangled Banner", antes del arranque de un juego de pretemporada de la NFL.

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Al dar una explicación de su protesta silenciosa, el mariscal de campo de San Francisco, Colin Kaepernick, dijo que no se levantó para "mostrar orgullo por una bandera que oprime a la gente negra y de color". Kaepernick se refirió a la extensa lista —una que crece todos los días— de hombres, mujeres, y niños negros que han muerto a manos de oficiales de policía, y del racismo institucional que permite que este tipo de crímenes, impunes en su mayoría, sucedan constantemente. Por ello, Kaepernick decidió quedarse sentado mientras se entonaba el himno nacional antes del juego entre los 49ers y los Packers de Green Bay la noche del viernes. La reacción fue inmediata y predecible. Las críticas más generosas —aquellas donde no se recurre al racismo esperado y a los mensajes disfrazados— decían que Kaepernick debería hacer algo significativo, ya sea con su dinero, tiempo o ambos, en lugar de tomar la salida fácil convocando una protesta de un solo hombre. "Haz algo", fue el punto principal de la discusión. "No sólo hagas protestas vacías".

La ironía de afirmar algo así —dado el apoyo repetitivo manifestado a favor de los militares estadounidenses hasta el punto de convertirse en algo forzado y automático— no fue captada por los autores de las críticas. Para un país que se pavonea por la fuerza y rectitud de sus instituciones y de las bases de sus libertades, sus habitantes no la pasan nada bien cuando alguien o algo critica a la policía o, en este caso, cuando un quarterback se queda sentado en la banca mientras se entona una canción.

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¿Cómo es que esto sucede? Porque el racismo existe. Específicamente, existe el estadounidense fascinado con la autoridad. Pero hay otro elemento en juego. Las ligas deportivas han aprovechado y se han alineado con el patriotismo; las gigantescas banderas estadounidenses comenzaron a poblar los partidos de futbol americano mucho antes de que el Departamento de Defensa de EE.UU empezara a pagar a los equipos de la NFL millones de dólares para poner anuncios en sus estadios. Los Army Rangers solían llegar en paracaídas al Yankee Stadium, todo tipo de aviones empezaron a sobrevolar los estadios en todo el país, y los partidos de basquetbol colegial se jugaban en portaaviones. El deporte y el ejército se convirtieron en socios y los fans se lo creyeron todo.

Uno no podría darse cuenta echando un simple vistazo a estos temas, pero es posible sustraer un tema complejo y formar una opinión un tanto diferente. Por ejemplo: es posible apoyar a los departamentos de policía y reconocer los riesgos que estos hombres y mujeres enfrentar para proteger sus comunidades, y respetar a aquellos que toman ese riesgo, al mismo tiempo que se condena la desenfrenada militarización de los mismos departamentos de policía, las tácticas empleadas, y reconocer que existe un falta justificable de confianza entre la policía y las comunidades con minorías. No sólo es creíble pensar esto, sino que también va más allá de la ordinaria mentalidad divisoria que responde a las frases #BlackLivesMatter y #AllLivesMatter.

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Esta ligera diferencia es particularmente difícil de dar a entender porque las cosas han permanecido de cierta forma que para terminar del lado de la ley uno no puede apoyar una protesta como la de Kaepernick sin ser acusado de antipatriótico. El caso es específicamente verdadero en el futbol americano, y para mostrar un ejemplo reciente tenemos que escuchar al ex entrenador de Kaepernick, Jim Harbaugh. A Jim, ahora entrenador de Michigan, se le pidió comentar sobre la protesta y el coach, mejor conocido por hablar antes de pensar, terminó con una desastrosa respuesta.

Video of @CoachJim4UM saying he doesn't respect Kap's motivation which are racial equality & end of police brutality pic.twitter.com/5eTPkiajaD
— BlackSportsOnline (@BSO) August 29, 2016

I apologize for misspeaking my true sentiments. To clarify, I support Colin's motivation. It's his method of action that I take exception to
— Coach Harbaugh (@CoachJim4UM) August 29, 2016

Harbaugh "reconoció su derecho [de Kaepernick] para hacer algo así" pero no respetó el motivo o la acción en sí. En otras palabras, intentó "reconocer" un derecho fundamental, lo cual estuvo bien pero al final no pudo hacerlo. Colin Kaepernick tiene el derecho de protestar contra la brutalidad policial quedándose sentado durante el himno nacional pero, según Harbaugh, no tiene el derecho de permanecer sentado mientras se canta el himno. Estas fueron sus palabras, incluso después de tener la oportunidad para replantear sus declaraciones. La noción de una protesta civil que involucra un símbolo patriota manipulado durante mucho tiempo se ha convertido en un tabú, hasta el punto de hacer que los hombres inteligentes se contradigan en una oración.

Se trata de un síntoma de un problema más grande: nuestra sociedad no valora la reflexión, y esto es evidente en el mundo deportivo. Jim Harbaugh puede apoyar "el motivo de Kaepernick" pero no quiere ser catalogado como antipatriota. Es mucho más fácil unirse a lo que es más digerible, y dejar de lado todo lo demás. Estás con nosotros o contra nosotros. En un panorama como este, hay muy poco espacio para aquellos que señalan los defectos de una institución —o un país— e imaginan una mejora. Aparentemente es por esto que el mundo deportivo tiene un conflicto con el gesto de Kaepernick. Desde el arranque, su protesta estuvo condenada por la incapacidad generalizada o la nula disposición para entender la postura contraria.