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Identidad

El desastre nuclear de Japón está rompiendo matrimonios

Cinco años después del fatídico tsunami de Japón, las parejas casadas del país están divorciándose por discrepancias acerca de la seguridad frente a la radiación. Este fenómeno ha desembocado en una tendencia conocida como “genpatsu rikon” o “divorcio...
Families visit doctor for radiation checks. Photo via Flickr user Boaz Arad

El estigma social vinculado a las víctimas japonesas de radiación se remonta al período tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, hace más de 70 años, cuando muchas mujeres se resistían a casarse por miedo a tener hijos deformes. Pero hace cinco años por estas fechas, el estigma contra el que el que los supervivientes de las bombas tuvieron que luchar tan duramente resurgió cuando un terremoto de magnitud 9,0 sacudió el noreste del país en 2011, generando un tsunami de 10 metros de altura que arrasó una planta de energía nuclear situada en la costa de Fukushima.

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Aquel desastre acabó con la vida de más de 19.000 personas en todo Japón y provocó daños por valor de unos 16.900 billones de yenes (135.000 millones de euros). Pero la fuga radiactiva y la fusión nuclear que se produjo en la planta de energía nuclear Fukushima Daiichi una semana después del terremoto añadió una capa adicional de estrés a los dos millones de familias que ya se sentían abrumadas a causa de los daños provocados por el desastre natural. Mientras que los hombres regresaron a sus trabajos, las mujeres se hicieron responsables de la salud de sus hijos, que ya sufrían las desconocidas consecuencias que la exposición a la radiación producirá en los años venideros.

Aunque numerosos informes muestran que no se han detectado signos de enfermedades provocadas por la radiación hasta la fecha, la Organización Mundial de la Salud concluyó en 2013 que la exposición a la radiación puede provocar cáncer. Además, los trabajadores de la planta nuclear también han criticado al gobierno japonés por ofrecer información "incoherente" en torno a la fuga radiactiva desde que se produjo. Estos informes contradictorios han provocado disputas maritales sobre cómo criar una familia en medio de la crisis nuclear. El fenómeno de las rupturas matrimoniales se ha extendido tanto que ha recibido el sobrenombre de genpatsu rikon o "divorcio atómico"

No existen estadísticas sobre el número de mujeres afectadas, pero una línea telefónica gratuita de emergencia dedicada a las mujeres del interior de la zona de exclusión y sus alrededores afirma que han recibido llamadas de numerosas mujeres con el corazón destrozado que no se ponen de acuerdo con sus maridos sobre cómo criar a sus hijos en esta situación.

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"Para ser sincera, es bastante abrumador y difícil de explicar", explica a Broadly una portavoz del Espacio Fukushima para las Mujeres. "Hay muchos problemas familiares surgidos tras el terremoto y con frecuencia el cambio de dinámica fue consecuencia de que las parejas tuvieran que separarse. Sin duda se produjeron casos de divorcio conforme las parejas empezaron a vivir separadas, ya que las mujeres eran transferidas a centros de evacuación con sus hijos mientras que sus maridos quedaban atrás".

"Muchas mujeres encontraron muy difícil acostumbrarse a la vida en un hogar temporal y nos llamaban para quejarse de que sus necesidades no estaban siendo satisfechas. Conforme pasan los años, la situación se vuelve más grave para los supervivientes que una vez tuvieron toda la vida por delante. Se sienten indefensos, sin posibilidad de establecer ninguna meta para el futuro, mientras continúan luchando por afrontar su desoladora realidad".

Los daños provocados por el tsunami tras el terremoto. Foto por Boaz Arad vía Flickr

Las discrepancias sobre los efectos potenciales de la radiación en la vida familiar han desembocado en el "divorcio nuclear" incluso en partes de Japón alejadas de las regiones más dañadas por el efecto del tsunami. Natsumi Morishita estaba trabajando en Tokio cuando se produjo el terremoto hace cinco años y se quedó atascada en la ciudad, incapaz de regresar a su casa en la vecina prefectura de Saitama hasta que los trenes volvieron a funcionar al día siguiente.

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Aunque su ciudad está situada a 200 km de la planta nuclear, Morishita solicitó el divorcio un año después tras numerosas discrepancias con su marido sobre si deberían mudarse para eliminar el riesgo de radiación. "Para explicarlo de forma sencilla, yo tenía más miedo de las posibles consecuencias de la radiación que mi marido", explica a Broadly. "Quería que mi hijo estuviera lo más alejado posible de cualquier riesgo potencial, pero mi marido creía que todo iría bien si éramos cuidadosos; él deseaba llevar una vida menos estresante. Cuando yo expresé mi deseo de mudarme al oeste de Japón —solo durante unos meses, con mi hijo— me dijo que no quería cambiar su estilo de vida".

Una chica se somete a una prueba de radiación. Foto por el usuario de Flickr Boaz Arad

"Mi marido encontró mis nuevas rutinas demasiado agobiantes. Para evitar cualquier posible transmisión, yo me protegía de la exposición a la radiación todos los días", añade Morishita. "Cuando salía a la calle me ponía una mascarilla sobre la boca y la nariz, en los supermercados tomaba prestada una escalera y buscaba en las estanterías productos agrícolas cultivados en el oeste de Japón, que no habían sido expuestos a la radiación. Conforme continuamos discutiendo sobre nuestra actitud tan diferente, las heridas se hicieron más profundas y nos distanciamos el uno del otro".

A pesar de las consecuencias de la fusión, han tenido que pasar cinco años hasta que se han emprendido acciones legales contra sus propietarios, TEPCO. Aunque el mes pasado tres hombres fueron acusados criminalmente, en torno al 10 % de las más de 160.000 personas evacuadas de las localidades circundantes a la planta nuclear Daiichi siguen viviendo en hogares temporales por toda la prefectura de Fukushima.

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Familias en un centro de emergencia. Foto por el usuario de Flickr Boaz Arad

El futuro es incierto, sobre todo para las chicas y las mujeres jóvenes, que también sufren el escrutinio de otras mujeres. "El hijo de una amiga mía se casó recientemente con una mujer de 28 años originaria de Fukushima. Al parecer fue ella la que fue tras él por el estigma de ser una víctima de la radiación nuclear", explica a Broadly una profesora residente en Tokio. "Ella no solo es un par de años mayor que su marido, sino que cuando él quedó en el paro, ella ganaba suficiente dinero en el sector financiero como para mantenerlos a los dos. En una sociedad en la que los hombres suelen ser los mayores de la pareja y los encargados de ganar el dinero para la familia, ella debe de haberse sentido muy insegura y desesperada para conseguir que él fuera tan lejos en la relación".

Prominentes figuras han realizado comentarios similares en encuentros de activistas antinucleares. "Los habitantes de Fukushima no deberían casarse porque la tasa de malformaciones de sus bebés se disparará", afirmó Hobun Ikeya, director de la Sociedad para la Conservación del Ecosistema de Japón. Un nuevo libro publicado el mes pasado describe también cómo unos abuelos que viven a 30 km de la zona de exclusión presionaron a su hija para que "fuera responsable" y se mudara al sur de Japón con su hijo de 4 años, a pesar de que no recibió contribución financiera de su marido, que finalmente optó por el divorcio.

Las parejas viven en condiciones muy duras durante meses. Foto por el usuario de Flickr Boaz Arad

Pero Morishita —que consiguió encontrar trabajo en Malasia y se mudó allí hace dos años— afirma que la lucha continúa incluso después del divorcio. "Puede que las mujeres que se convierten en madres solteras tras el divorcio se sientan aliviadas por no tener que discutir constantemente sobre la radiación", explica, "pero siguen teniendo que enfrentarse a numerosos obstáculos financieros y a la crítica por parte de la sociedad japonesa".

"No puedo creer cómo ha pasado el tiempo. Cinco años después del accidente de Chernóbil hubo un repentino aumento de enfermedades relacionadas con la radiación, eso me hace preguntarme si podría pasar lo mismo a los habitantes de Fukushima y del resto de Japón. Todas las mujeres merecen vivir en una sociedad que les permita una existencia feliz junto a sus hijos".