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Relaciones

Los objetos raros que la gente guarda de sus relaciones anteriores

La prueba de que el amor se desvanece y de que el oso de peluche que te regaló el novio en el instituto es para siempre.

El primer instinto después de una ruptura complicada es el de purgarse. Ahogar con lágrimas la persona que una vez consideraste que será tu compañero de vida para siempre. Eso significa deshacerte de todo lo que tu ex vestía, bebía, se ponía para dormir y tomaba para desayunar. Es el primer paso lógico para alejar de ti esos dolorosos últimos meses en los que vuestra compatibilidad se va esfumando. Es como practicar un exorcismo para liberarte de tu expareja.

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Pero siempre hay excepciones, ¿verdad? El corazón es débil. Regalos de cumpleaños, adorables cartas escritas a mano de vuestra fase luna de miel, extraños objetos de bromas que solo entendéis vosotros y que comprasteis cuando erais felices juntos. Probablemente los conservarás durante veinte años más sin razón lógica.

Les pedimos a seis personas que compartan las reliquias de sus relaciones y que nos expliquen por qué dejar ir a veces significa guardar cosas.

Jasmine, 28

VICE: ¿Qué tenemos aquí?
Jasmine: Un oso de peluche al que quiero mucho.

Cuéntanos la historia de tu relación.
Empezamos en la escuela y duró hasta hace un año. Él era sin duda el tipo de novio que encantaba a los padres: atento en exceso, respetuoso y terriblemente inteligente. Nos lo pasábamos absurdamente bien juntos, y a la vez evitábamos de algún modo el caos de las típicas relaciones de adolescente. Los dos éramos atípicamente pragmáticos dada nuestra edad. Honramos nuestro amor tan racional con este oso de peluche. Estaba en mi estantería el día que rompimos, y ahí se quedó durante muchos días. Después de un tiempo, tuve que pararme a pensar un segundo quién me lo había regalado. Es fácil que el oso sea la posesión más antigua de mi casa actual, así que creo que su valor yace en la sensación de confort que proporciona. Estaría mintiendo si dijera que no me he acurrucado y abrazado a él últimamente.

Samuel, 29

VICE: ¿Qué has conservado de tu anterior relación, Sam?
Sam: Una caja llena de cosas: una taza, un rompecabezas con una nota de amor escrita en él, un anillo de compromiso y una carta escrita a mano.

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Cuéntanos la historia.
Yo había hecho algo mal y nos habíamos peleado. Así que me regaló esta taza. Hay una carta también que dice "Gracias por ser un amor". En la caja también está mi anillo de compromiso. Dejé de llevarlo en 2014 porque se rompió y nunca lo arreglé. Los dos teníamos uno, se los había comprado a un joyero. También hay un rompecabezas dentro, siempre me dio pereza hacerlo. Yo era uno de esos niños que intentan encajar las piezas por la fuerza.

Tengo guardada una caja de cosas del año 2014. El año 2014 fue un año muy difícil para nosotros, porque fue el principio del fin. Todo el año fue una ruptura larga y agónica. En ese momento estábamos juntos desde hacía cinco años. Durante cuatro habíamos vivido juntos. Nos habíamos ido a vivir juntos al otro lado del país, íbamos a empezar una nueva vida juntos en una nueva ciudad, algo que supone todo un reto. Tenía un trabajo para el que no era muy adecuado. En aquel momento, yo era una persona con la que era muy difícil convivir. Y creo que ella se llevó la peor parte de todo, por desgracia.

Empezamos cuando teníamos 22 y 23 años. Para los dos era un amor verdadero, el tipo de amor que hace que el sol brille más, que camines más ligero y que todo vaya como debe ir. Parece que estés tocando el cielo con las manos, ¿sabes? Vi que me había convencido de que todos los clichés de los que habla la gente son ciertos.

No nos separamos porque no nos quisiéramos. Nos queríamos mucho el uno al otro. Incluso a día de hoy, ella sigue siendo el amor de mi vida. Y siempre lo será.

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Elisa, 29

VICE: ¿Qué es esto, Elisa?
Elisa: Fotografías cosidas a mano de cielos y flores que han muerto hace dos años.

¿Cuál es la historia que hay tras la obra de arte?
Los dos somos artistas, y cuando nos conocimos, él estaba haciendo un trabajo que era muy difícil hacer realidad. Estaba usando una técnica realmente antigua de impresión sobre cemento. Se había pasado años y años intentando aprender a hacerlo. Pero era demasiado difícil y, llegados a cierto punto, dijo que no quería saber nada más de la fotografía.

La fotografía es algo que compartíamos y que los dos amábamos… Empecé este proyecto y, mientras trabajaba en él, rompimos. Después de eso, se convirtió en una manera de mantenernos juntos, aunque la relación ya no existía. No se trataba de negar que había un vínculo entre los dos. Incluso así, tuve que tomarme unos meses de descanso porque era demasiado doloroso.

Prudence, 24

VICE: ¿Una bicicleta?
Prudence: Sí, una bicicleta de carretera personalizada (ligeramente robada).

¿Qué historia hay detrás?
Siendo yo una chica de 19 años a la que le atraía alguien de 31 años, me sentí especial, adulta e interesante. A la vez, él era mucho más interesante que los chicos del instituto que había conocido anteriormente y que los de mi edad. Con la considerable diferencia de edad entra en juego un poco de asombro porque esta persona ha vivido muchísimo más y tiene mucho más para mostrar que uno mismo y, en mi caso, él se movía por unos ambientes nocturnos queme fascinaban.

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A medida que pasó el tiempo, mi fascinación empezó a desaparecer a medida que las madrugadas, los amigos de fiesta y las cantidades insanas de alcohol fueron perdiendo su encanto. En algún punto del camino, probablemente cuando me di cuenta de que no podía cambiar sus maneras, compramos un gato. La clásica situación de adoptar una mascota para que la relación no se desmorone. No llegamos ni al año con el gato antes de que las grietas fueran demasiado importantes como para poder arreglarlas, y acabé llamando a la mochilera rubia en cuyo "sofá" había estado durmiendo cada vez más para preguntarle educadamente si yo tenía razón y se lo estaba follando. No hubo sorpresas, tenía razón; él y yo hicimos bien evitándonos el fin de semana mientras lo arreglaba todo para marcharme de ahí.

El lunes por la mañana estaba metiendo todas mis pertenencias dentro del coche de un amigo sin ningún plan real sobre dónde vivir o qué hacer. Consciente de que iba a quedarse el gato y decepcionada por ello, le pregunté a mi amiga qué debería hacer con la bicicleta que "estaba a mi disposición" y, antes de que me diera cuenta, la había metido en el maletero y nos habíamos mezclado con el tráfico. Él se quedó nuestro increíble gato, es lo que hay.

Ibrahim, 29

VICE: ¿Qué es esto?
Ibrahim: Un libro, El lenguaje secreto de las relaciones.

Cuéntanos la historia.
Adam y yo nos conocimos en el plató en el que rodaban un anuncio de televisión de seguros de coches. En aquel momento, todavía estaba asumiendo ser gay, pero todavía no hablaba con franqueza del tema. Conversamos un poco y jugueteamos con los pies, pero eso fue todo. La segunda vez fuimos a su casa a pasar el rato. Tenía el corazón desbocado de lo que sentía. Era un chico muy espontáneo y muy creativo. Todo ello formaba parte de su atractivo.

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Recuerdo estar volviendo a casa en coche y sentirme un poco en una nube de ensueño. Desde entonces, empezamos a vernos regularmente. Conectamos a través de la música y el cine. Todavía sigo escuchando algunas de esas canciones. Era en la época en la que Plastic Beach salió, y él había ido al concierto. Le recuerdo tocando "On Melancholy Hill" para mí. A día de hoy, escucho esa canción con cariño.

Fue durante el verano, así que hacía bastante calor. Los días eran bonitos y largos. Recuerdo que un tono dorado envolvía todo. Fue una época muy romántica. Aun así, fue más bien un rollo, algo de verano, y no duró mucho. Y a pesar de todo, estaba enamorado de él. Después me dejó, me rompió un poco el corazón.

Me dio el libro después de romper. Creo que es un buen símbolo de nuestra relación, porque los dos éramos bastante proclives a fantasear. Ambos tenemos una concepción romántica de las cosas. Las relaciones no tienen por qué ser románticas, pueden ser algo que perdure más allá de una relación. Y creo que lo tenemos. Sigue habiendo un vínculo entre nosotros. No creo que dejemos jamás de estar presentes en la vida del otro.

Evie, 24

VICE: ¿Qué es tu objeto?
Evie: Una escultura de bronce de una mano.

¡Qué bonita! Explícanos más.
Nos conocimos en la universidad estudiando un grado de ilustración. En aquel momento pensé (y lo sigo pensando) que era un chico divertidísimo, creo que eso es lo que me gustó al momento. También fue el primer novio que tuve cuyos intereses en el dibujo y la pintura coincidían con los míos, así que básicamente fue un añadido que me gustara su trabajo y que pudiéramos hablar sobre ello. Dibujamos mucho juntos, fue genial.

Hacia el final de la relación sentí que me gustaba mucho más de lo que yo le gustaba a él. Así que cuando me fui al extranjero por mi cuenta, se consolidó el sentimiento de que necesitaba y ansiaba atención y de que me dijeran que sí. Me acosté con otro y, después de prologarlo demasiado hasta mi vuelta, lo dejamos. Me dio esta mano de bronce que hizo su padre para Navidades hace unos años, aunque los dos habíamos pactado una política estricta de no regalos. La mano pesa mucho pero parece que sea ligera. Me gustan los dedos musculosos que tiene.

La conservé porque es un gran objeto para quedarse, me hace entrar ganas de hacer obras en 3D. Es inspiradora.