FYI.

This story is over 5 years old.

Identidad

Si quieres un funeral sin curas, este es tu hombre

Hablamos con un oficiante de misas laicas. Algunas empresas ofrecen celebraciones funerarias para los que no quieren que un sacerdote dé la chapa a sus seres queridos cuando se mueran.

Fotografías por Pilar Escoda

Muchos de nosotros ya no estamos bautizados, o bien somos la última generación que recibió el agua bendita sobre nuestra calva cabeza, rebotando el eco de nuestros chillidos endemoniados en los techos de la iglesia. Casi todos los que hicieron la Comunión, la hicieron por los regalos. Nuestra espiritualidad ya iba tomando la forma y el color de una Super Nintendo. Llegado el momento de la Confirmación, la iglesia ya era sólo el edificio que había al lado del banco en el que quedábamos para magrearnos en paz con nuestro rollete del instituto.

Publicidad

Sin embargo, una vez entrados en la edad adulta, diversos momentos de la vida nos hicieron necesitar un apoyo espiritual y moral que no sabemos dónde encontrar. En su momento, le propinamos grandes cortes de manga a la Iglesia y sus liturgias -y bien que hicimos- pero en momentos de incomprensible dolor, sucede lo que tan bien expresó Julian Barnes en su novela 'Nada que temer': "No creo en Dios, pero le echo de menos". Muere un ser querido, y, con los sentidos embotados por el dolor, nos resignamos a ceremonias predeterminadas, sin darle mucha importancia a algo que debería tenerlo. En ocasiones, es cierto, algún familiar talentoso se erige como maestro de ceremonias y lee un texto o un poema que hubiese gustado -o no- al finado.

Pero, en general, los funerales son ritos de paso que acaban siendo misas católicas cutres e impersonales, o bien un sarao laico en el que, despojados de toda liturgia, los seres queridos comen canapés y beben vino devastados por la pena, sintiendo muchas veces que falta ALGO que ayude a despedir. Lola Martín Acosta, una de las fundadoras de Serena Funerales Civiles, explica: "En España hay una tradición de misa católica, en la que se da todo hecho. Se aleja mucho de ese modelo de ceremonia funeraria americana, más cercano al show, en la que los propios allegados del fallecido hablan por turnos. Aquí no tenemos esa costumbre de hablar en público, por lo que nuestra figura de directores de ceremonias actúa como guía. Algunas veces sí que hay personas de la familia que se lanzan y leen algo que han preparado o dicen unas palabras, pero en general se prefiere delegar la ceremonia en alguien externo. Y para eso estamos nosotros".

Publicidad

En los últimos tiempos van surgiendo cada vez con más fuerza empresas e individuos que llenan este vacío ritual que hasta ahora existía. "Montamos la empresa porque vimos que era algo necesario, que había un nicho de mercado que había que llenar, una alternativa que ofrecer", dice Lola. Aunque advierte que aún es difícil vivir de este negocio: "Mantenemos nuestros trabajos y los compaginamos con esta labor. Pero, aunque aún no obtengamos beneficios, sentimos desde el primer momento que estábamos realizando una labor social fundamental, algo con un valor humano importante".

Entrevisté a Gustavo Giménez, oficiante de misas laicas, para conocer en profundidad la labor de estas personas.

VICE: ¿Cómo os denomináis? ¿Sacerdotes laicos? ¿Maestros de ceremonias?

Gustavo Giménez: A las personas que realizamos este tipo de servicios se nos conoce a veces como oficiantes o celebrantes, porque hacemos el oficio o celebración funeraria, pero no sacerdotes, porque no somos ministros de ninguna fe. Nuestra figura, en principio, es una figura vacía de dogma que se acomoda a las necesidades de los allegados que nos contratan.

¿Podrías contarme tu trayectoria para conocer a la persona detrás del oficiante de funerales laicos?

Imagino que no existe una trayectoria definida. Desconozco si hay alguna formación. Supongo, como con todo, que si esto va en auge no tardarán en aparecer formaciones para ser oficiante laico. Lo que que sí es fundamental es un cierto dominio escénico de una manera mucho más rigurosa que en un espectáculo, porque la muerte, no sé si siempre es una cosa seria, pero es un cosa muy real y hay que estar a la altura. Esto no es una representación teatral. Aunque haya una estética funeraria es muy diferente del fenómeno artístico. La persona que oficia el funeral es la persona menos importante aquí, y lo último que debe hacer es estar pendiente de sí misma. A esto me refiero con presencia escénica de la persona que oficia. Su presencia es su ausencia. El protagonismo aquí lo tiene la gente allegada y la persona fallecida. Yo, en particular, soy un músico experimental y mi principal actividad profesional se desarrolla como performer vocal, una especie de cantante raro. Me interesan las diferentes dimensiones de acción comunicativa de la voz y ciertos aspectos de la oralidad que están relacionados con la performatividad del lenguaje. Desde luego, para mí, estos intereses se condensan en cada funeral que hago.

Publicidad

¿Cómo surgió la idea de realizar esta actividad?

Un buen amigo músico que también se dedica a esto me pidió un día que lo sustituyera. Mi impresión de esa primera experiencia es que había hecho una de las actuaciones más hermosas y reales de mi vida. He de decir que, años antes, ya había colaborado en la realización del funeral de un amigo muy querido junto con otros amigos aunque el peso de la ceremonia lo llevó otra persona. Sin embargo, en aquella ocasión, el dolor, el estar dentro, hizo que no fuera comparable. La distancia sentimental es importante para tener conciencia de una experiencia.

¿En qué consiste exactamente tu trabajo?

Mi trabajo consiste en convertir ese acontecimiento de la vida en un hecho significativo. Los allegados están aturdidos, hay una nada llenando la ausencia que es físicamente palpable, el vacío llena el espacio de una forma muy intensa. En este contexto eres un elemento más de apoyo, un elemento más para comenzar reconstruir la realidad. El oficio manifiesta la realidad de la muerte, es un ritual de paso en la vida, y da comienzo a otra etapa. Para esta tarea el protocolo es flexible al adaptarse a las peticiones de los allegados.

¿Escribes tú mismo los discursos de las ceremonias? ¿Hay ocasiones en las que se escriben en colaboración con algún familiar?

Normalmente hay una entrevista previa a la ceremonia para recabar datos importantes de la persona fallecida y sus relaciones personales. Después se elabora un discurso en base a estos, al que después los allegados dan el visto bueno, o se reorienta y se introducen los cambios que crean pertinentes. El discurso puede modificarse hasta momentos antes de la ceremonia. Y sí, a veces el texto se escribe en colaboración con alguien familiar. A mí me llega un discurso primero que voy modificando y corrigiendo según vaya viendo. Hay una parte también de ir a buscar al velatorio y de recibir en la capilla. Y en la ceremonia en cuestión, aparte de decir el discurso, la persona que oficia debe ir dando paso a las distintas partes de la celebración. Y despedirse, claro.

Publicidad

Creo que hay un vacío espiritual en la propia Iglesia. He estado en funerales en los que ni el propio sacerdote parecía creer lo que estaba haciendo.

¿Qué talentos deben poseerse para oficiar este tipo de ceremonias?

Los reduciría a dos, que paradójicamente son la sensibilidad emocional y la distancia emocional. Un funeral es un momento muy emocionante y hay que ser consciente, en la medida de lo posible, de los sentimientos que se manifiestan constantemente, por sutiles que sean, y de la fragilidad de los asistentes. Es necesaria una ternura no impostada para estar atento. Y, por otra parte, es importante no verse superado por todas esas emociones que están a flor de piel. De alguna forma hay que estar dividido; estar y no estar.

¿Cómo va el tema de la música? ¿La escoges tú?

La música suele ser una petición de los allegados. Puede ser una canción significativa que vincule a alguna experiencia con la persona muerta, por ejemplo, el tema que le ponía un nieto a su abuelo mientras éste estaba en coma para intentar comunicar con él. En ocasiones piden, por ejemplo, un instrumentista que toque una obra clásica. Depende de lo que soliciten los allegados. En muchos no hay música. A veces la música es emocionante, a veces acentúa el vacío, a veces hay un silencio.

¿Incluyes, por ejemplo, fragmentos de poemas o textos de algún escritor?

El discurso suele tener una fuerte carga poética y suele incluir poemas. Machado suele ser un buen poeta para expresar lo efímero, la duración y la temporalidad.

Publicidad

¿Oficias otro tipo de ceremonias, tipo bautizos laicos, es decir, fiestas de bienvenida de recién nacidos?

Nada comparable a esto. He de decir también que con respecto a otros rituales de paso, un funeral encierra cierta peculiaridad, y es que nuestra labor es, también y sobre todo, una labor de asistencia. Pienso que lo ideal sería que los propios allegados se hicieran cargo del funeral laico, pero, en general, la muerte de un ser querido nos supera, nos deja noqueados, desarmados y sin fuerzas. En estos casos se delega en nosotros, los oficiantes, esta tarea. Es un acto de confianza el que recibimos para hacer esta labor. Para mí es un honor que alguien me conceda esa confianza.

¿Crees que hay una especie de vacío espiritual en la sociedad, que ha provocado que mucha gente laica se tragase la ceremonia católica un poco sin darse cuenta, o bien que celebrase un funeral sin ceremonia?

Es interesante esta pregunta. Creo que hay un vacío espiritual en la propia Iglesia. He estado en funerales en los que ni el propio sacerdote parecía creer lo que estaba haciendo. Pero yo, en particular, creo que hay vacío espiritual incluso en lo que llamamos espiritualidad. Nuestra vida cotidiana está llena de funerales sin ceremonia.

¿Tienes alguna anécdota u observación curiosa que quieras añadir?

En general es muy duro el momento en el que habla la familia. Y a veces me lío con los botones de subir y bajar el féretro.

Gracias Gustavo.