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Cultură

Los peores mitos de la dictadura de Franco y de la Transición

Sólo hay algo que de más asco que el franquismo y la Transición y es la gente que se sigue creyendo sus mitos.

A todo el mundo le gusta llenarse la boca hablando de Franco y dentro de unos días, cuando se cumplan cuarenta años de su muerte, internet va a estar a petar de artículos de mierda en los que se repetirán los mitos de siempre sobre la dictadura y sobre la Transición. Es nuestra Ley de Godwin particular cuyo enunciado en este caso vendría a ser algo así como "a medida que una comida familiar se alarga, la posibilidad de que aparezca Franco o la Guerra Civil tiende a uno". Llevamos ochenta años – cuarenta de dictadura y cuarenta de democracia – dándole vueltas a quienes eran los buenos, quienes eran los malos, si Rusia era o no culpable, si la República funcionaba o si aquello no iba bien y sobre todo, si con Franco se vivía o no mejor. Discusiones que, aunque no lo parezca, no tienen una respuesta sencilla.

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Aunque la cosa no acabó precisamente bien – terrorismo, represión, un intento de golpe de estado…- la verdad es que hay mucha gente que cree que con Franco se vivía mejor y que gracias a él España creció económicamente, se puso al ritmo de Europa y – como no – consiguió por fin una democracia sólida.

El franquismo y sus herederos, sobre todo los tecnocráticos, se convirtieron en expertos en construir un relato que contenía todos estos elementos y muchos más para justificar la dictadura como un modelo de éxito y a la democracia como el resultado lógico de la misma. Pero por suerte los mitos suelen estar en las antípodas de la realidad y estos no son una excepción.

FRANCO NOS LIBRÓ DE LA II GUERRA MUNDIAL

Franco haciéndole de guía turístico a Himmler. Imagen vía Wikimedia Commons.

Si Franco no entró en la II Guerra Mundial no fue porque no quisiese sino porque no le dejaron. El dictador estaba obsesionado desde pequeño con el glorioso retorno del imperio español y para él ese retorno pasaba por conseguir nuevas y mejores colonias – hasta 1945 el estatus de los países se medía por las colonias que tenían.

Para Franco el nuevo imperio español tenía que ocupar prácticamente todo el norte de África, un territorio que durante la II Guerra Mundial estaba nominalmente en manos de la Francia de Vichy – un estado títere de los alemanes - pero que Franco creía que podría conseguir si se aliaba con el III Reich. Lo que el Generalísimo ofrecía era ocupar Gibraltar, cerrarle el estrecho a los británicos – que era clave para Hitler – y dividir aún más las fuerzas aliadas.

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Pero el dictador alemán nunca aceptó porque no solo pedía las colonias africanas sino que Franco también quería que equipase y armase al ejército español. Existe el mito que asegura que Hitler dijo que prefería arrancarse una muela antes que volver a reunirse con Franco. El Generalísimo se tuvo que conformar con ocupar Tánger 1940 – un enclave hasta entonces internacional en el norte de Marruecos – para ver como poco después quien había sido su principal apoyo en Europa empezaba a perder la guerra.

LA SEGURIDAD SOCIAL

Si, Franco creó la Seguridad Social. Es decir, creó el servicio que hoy en día se conoce como Seguridad Social, pero no creó las prestaciones sociales, estas existían desde hacía décadas y lo que hizo Franco – junto al ministro del Trabajo falangista José Antonio Girón de Velasco – fue añadir una serie de prestaciones que configuran lo que hoy en día conocemos como Seguridad Social. Hasta aquí el mito se aguanta más o menos.

La cosa cambia cuando uno empieza a mirar en qué se gastaba el régimen el dinero público, es decir, en qué invertía o dejaba de invertir, porque si ponemos la mirada aquí queda claro que la Seguridad Social y que la población tuviese unas condiciones de vida dignas estaban muy abajo en su lista de prioridades: la dictadura invertía alrededor de un 70% de sus recursos en el Ejército. Esto es fácil de comprender: por mucho que nos empeñemos en llamarla dictadura fascista, lo que era el régimen de Franco era una dictadura militar de extrema derecha y por lo tanto, su columna vertebral no era el partido único – Falange era solamente el atrezzo y la coreografía del régimen – sino el ejército, que había sido el germen de la sublevación que había acabado con la II República y seguía siendo principal apoyo del dictador.

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Precisamente por eso – para satisfacer a las cúpulas militares – el Ejército español consumía la mayor parte de los recursos del estado y por eso a pesar del crecimiento económico y del cambio en la situación nacional e internacional, nunca dejó de ser la principal inversión del estado, siendo siempre la inversión en prestaciones sociales un gasto residual, sobre todo si lo comparamos con lo que se gastaba en las democracias europeas del momento.

De hecho, solo hace falta recordar los enormes barrios chavolistas de Barcelona y Madrid, los servicios deficientes – barrios sin agua, sin escuelas, sin luz… - o las escasas viviendas de protección oficial en comparación con las necesidades de la población – que aparte de pocas, eran pequeñas – para darse cuenta de que los españoles viviésemos mejor o peor le importaba relativamente.

CRECIMIENTO ECONÓMICO

"Ike, si me salvas el culo te dejo poner las bases que quieras". Franco con el presidente norteamericano Dwight D. Eisenhower en 1959. Imagen vía Wikimedia Commons.

En 1965, con motivo de la visita de Franco a Barcelona, Jordi Pujol – sí, el mismo que fue presidente de la Generalitat y al que ahora están investigando por sus delitos de corrupción – escribía esto:

"El general Franco, el hombre que pronto vendrá a Barcelona, ha elegido como instrumento de gobierno la corrupción. Sabe que un país podrido es fácil de dominar, que un hombre comprometido por hechos de corrupción económica o administrativa es un hombre servil. Por esta razón el Régimen ha fomentado la inmoralidad en la vida pública y económica. Como sucede en ciertas profesiones indignas, el Régimen procura que todo el mundo se ensucie las manos y esté comprometido. El hombre que pronto vendrá a Barcelona, además de un opresor, es un corruptor".

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Aparte de lo paradójico del asunto, el texto de Pujol define perfectamente como funcionaba la España de Franco: corrupción y represión. La estructura del estado, sobre todo durante los primeros años - una dictadura autoritaria que controlaba todos los resortes del estado a través de la estructura de partido único - hacía que todo pasase por la mano providencial del régimen, que daba y quitaba a voluntad – mejor dicho, bajo pago – gracias a corruptelas grandes y pequeñas: desde la concesión de un puesto en un mercado o una licencia de taxi hasta las grandes importaciones, todas estaban marcadas por la corrupción endémica de la economía franquista.

La peor parte de este mito es seguramente la gente que sigue creyendo que a pesar de todo, gracias a Franco España consiguió industrializarse definitivamente, ponerse al mismo ritmo que el resto de Europa y dejar de ser la Namibia del Mediterráneo. Fue relativamente fácil venderle esto a la gente que había vivido la guerra o nacido durante ella o en la posguerra inmediata después de vivir el hambre y la miseria, pero es preocupante que haya gente mucho más joven que siga pensándolo.

Sí, España creció durante el franquismo, aunque quizás sería mejor decir que creció A PESAR del franquismo. Hace años que los estudios han apuntado que el crecimiento económico e industrial de la II República hubiese sido mucho mayor y mucho más rápido que el que se consiguió durante el franquismo, no llegando éste a ese nivel hasta finales de los años sesenta. Si bien se debe poner en duda todo intento de historia-ficción, lo cierto es que el intento del régimen de mantener el régimen autárquico más allá de sus posibilidades junto a la corrupción generalizada agravó la situación del país.

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No solo eso, sino que además se apunta también que la guerra no fue tan devastadora a nivel de industria e infraestructuras como para frenar tanto ese crecimiento anterior, sobre todo si lo comparamos con la devastación que sufrieron el resto de países europeos durante la II Guerra Mundial. Esto impidió que España tuviese una economía normal hasta después 1959 - fue el único país de Europa en el que la población rural volvió a crecer desde finales del S.XIX - cuando el FMI metió mano para evitar el colapso de la dictadura en el contexto de la Guerra Fría.

EL RÉGIMEN SE ABRIÓ CON EL TIEMPO Y LOS 'VEINTICINCO AÑOS DE PAZ'

Uno de los eslóganes de los '25 años de Paz' fue "Paz, la palabra de Franco". Cada loco con su tema. Imagen vía.

Esta es otra de mis mentiras preferidas "si, vale, la Guerra y la posguerra fueron fatales, pero a partir de los sesenta aquí se vivía de puta madre: las suecas, la fiesta, los yeyés… Joder si hasta vinieron Hendrix y los Beatles". Son cosas que pasan cuando le enchufas a alguien 17 temporadas de Cuéntame estando la educación como está.

La represión violenta fue consustancial al régimen durante los 40 años de dictadura. Solo hace falta ver como a partir de la muerte de Carrero Blanco – el delfín del Caudillo – se recrudeció el terrorismo policial y parapolicial – el de los Guerrilleros de Cristo Rey y otros grupos por el estilo.

Pero tampoco hace falta irse a la sangre y el morbo para encontrar ejemplos del falso aperturismo del régimen: mientras en Lloret de Mar se vendía la España de toros, paella, sangría y playa, en Zaragoza se multaba a las mujeres por llevar bikini en las piscinas municipales.

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Además Franco mantuvo durante todo el régimen una división maniquea de la sociedad española: los vencedores y los vencidos, los buenos y los malos, los que podían salir orgullosos a la calle y los que tenían que agachar la cabeza,los que se quedaban con todo y a los que no se les dejaba nada. Esa división no cambió en cuarenta años y por tanto aquello de los "Veinticinco años de paz" fueron solo para la mitad que ganó.

FRANCO Y/O EL REY TRAJERON LA DEMOCRACIA A ESPAÑA

De la Transición hay ahora mismo dos versiones oficiales: la clásica de toda la vida es la que nos vendió Victoria Prego en su serie sobre el tema en la que nos decía era que el rey fue el motor del cambio democrático – algunos como Rodolfo Martín Villa decían que de hecho fue Franco quien lo dejó todo preparado. La cosa va más o menos así: el rey se la mete doblada al Caudillo, realmente era demócrata y cuando el dictador murió, empezó a mover los hilos para cambiar las cosas y traernos la paz y la democracia. La otra es la que nos vende Monedero que dice que no, que los franquistas utilizaron la Transición para cambiar de capa y que no cambió nada. Por suerte la verdad es más compleja, pero ese no es el tema, el tema es que ni el rey se la coló a Franco, ni Franco quería la democracia.

Hay un espacio de dos años – año y medio si somos buenos – en el que el rey hace cosas bastante parecidas a las del dictador: su primera reunión fue con la Confederación Nacional de Ex-combatientes – uno de los lobbies creados por los franquistas más radicales para intentar frenar cualquier tipo de reforma política – para agradecerles su sacrificio por la patria, además mantuvo la estructura de partido único, la represión indiscriminada en la que le echaron una mano Adolfo Suárez y Manuel Fraga - que en 1976, como miembro del primer gobierno del rey, se jactó del control policial de las calles y los movimientos populares con su mítica frase "la calle es mía" - y otras cosas muy poco democráticas durante todo ese tiempo. No fue hasta que las herramientas del régimen dejaron de ser útiles y las élites económicas del país apretaron para entrar en el mercado común europeo que se decidió a reformar el régimen - no substituirlo - siempre con la idea de mantener a la monarquía en el poder.

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Así que más que traer la democracia, se debería decir que la dejaron llegar, porque ellos – Franco, el rey y sus ministros – ni la esperaban, ni la querían.

LA TRANSICIÓN FUE PACÍFICA

Una pacífica fotografía de los pacíficos sucesos de Vitoria de 1976 en los que murieron cinco manifestantes. Imagen vía.

Aunque aquí no hubo un golpe de estado como en Portugal o una revuelta como en Grecia y nos han vendido el mito de que la Transición fue pacífica excepto por cuatro incidentes como el de los abogados de Atocha. La verdad es que mientras que en Portugal y Grecia los muertos no pasaron de la treintena, en España, la Transición supuestamente pacífica se saldó con 591 muertos, menos mal que fue pacífica, ¿no?

Éste quizás es el mito más perverso de todos porque desgraciadamente, no es en absoluto cierto. La transición fue un baño de sangre continuo, no hablo ya solo de las muertes o el terrorismo indiscriminado, sino las palizas, las torturas, los suicidios… Por ejemplo, en 1976, mientras se dejaba volver a Carrillo de manera no oficial, el secretariado de las juventudes comunistas fue detenido y torturado durante días en los sótanos de la Dirección General de Seguridad. Una de los miembros sufrió un aborto por las torturas. Pero no esperéis que os hablen de ello en las noticias cuando hagan el típico reportaje sobre el tema porque ni el rey, ni el cambiachaquetas de Fraga, ni el incuestionable Suárez salen bien parados de todo esto.

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La lista podría ser más larga, podríamos hablar de como Suárez manipuló las primeras elecciones para ganar – empezando por el orden de los anuncios electorales y acabando por trampear los censos para no dejar votar a la gente – de la fortuna de Franco o de por qué el PSOE que era un partido político residual en el antifranquismo de repente se convirtió en la principal fuerza de la oposición. Esperemos que no hagan falta otros cuarenta años para que la gente se dé cuenta.