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Jeremy Thomas está detrás de las mejores películas independientes de Inglaterra

El elenco de directores con los que ha trabajado Jeremy Thomas es impresionante: Bernardo Bertolucci, Jim Jarmusch, David Cronemberg y Takeshi Kitano son solo unos cuantos. Su próxima producción es High Rise, una adaptación de la novela de J. G...

Dennis Hopper (izquierda) y Jeremy Thomas durante el rodaje de Mad Dog Morgan (1976). Todas las fotos cortesía de Jeremy Thomas

Gran Bretaña no es precisamente una cantera de cine independiente. Aparte de unos cuantos directores que realizan cintas sobre skinheads o sicarios irlandeses suicidas, el cine que logra captar tu interés se gesta principalmente en Francia e Italia. Sin embargo el productor británico Jeremy Thomas lleva nadando a contracorriente desde la década de 1970, contribuyendo con su esfuerzo a mantener la reputación que el país anglosajón pudiera conservar respecto a la producción de grandes películas del circuito independiente.

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En 1987 ganó un Óscar a la mejor fotografía por El último emperador, y sin él jamás podrías haber visto Sexy Beast, Solo los amantes sobreviven, Feliz navidad, Mr. Lawrence y una larga lista de otras producciones que le provocan a uno el deseo de dejar su trabajo y coger un cámara. El elenco de directores con los que ha trabajado Jeremy Thomas es impresionante: Bernardo Bertolucci, Nicolas Roeg, Terry Gilliam, Jim Jarmusch, David Cronemberg, Takeshi Kitano, Jonathan Glazer y Nagisa Oshima son solo unos cuantos. En resumen, este hombre ha hecho muchas películas y la mayoría de ellas son muy buenas.

Su próxima producción, bajo la batuta de Ben Wheatley, es High Rise, una adaptación de la novela de J. G. Ballard. Este no es el primer tango de Thomas con Ballard: en 1996, produjo la adaptación cinematográfica de Crash. Hace poco su trabajo recibió el reconocimiento del Instituto Británico de Cine (BFI) con una retrospectiva de su obra. Días después de que diera una charla allí, fui a su oficina para charlar con él sobre su vida en el cine.

Thomas (centro) en la ceremonia de los Óscar, después de que El último emperador obtuviera nueve estatuillas

VICE: Empezaré por lo más obvio: ¿qué hace un productor?

Jeremy Thomas:Bueno, hay una cosa segura: no se haría ninguna película sin productor. Tienen que haber un intermediario entre el dinero y la creatividad. Un productor como yo –independiente- es una persona que lleva un negocio, arriesga dinero para conseguir libros y guiones y luego se dedica a formar un equipo de personas que los lleven a la gran pantalla. El productor es el fabricante, el que controla, el instigador y quien lleva la película desde su primer aliento hasta su última exhalación. Para mí, esa exhalación significa que ahora mismo sigo cuidando de mis pacientes –las películas que hice en la década de 1970-. Todavía hoy sigo cuidando de los negativos e intento promocionarlos.

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O sea que, en cierto modo, el trabajo nunca se acaba.

Sí, sí. Es cierto que existe el estereotipo del productor escandaloso y desagradable, acompañado siempre de una jovencita y fumando un puro. Eso es una herencia de las películas de Hollywood y de los Hermanos Marx, un tópico que ha sobrevivido la era de los peces gordos de la industria que decían, "Me gusta, quiero hacerlo. Toma mi dinero". Alguien de la talla de Spielberg o Tarantino probablemente podrían hacerlo, pero esa perfil de "jefe" casi no existe hoy en día debido a las temidas palabras, "tenemos que repasar las cuentas". Esto supone una restricción en cuanto a qué tipos de película se pueden hacer, ya que estas deben encajar en un modelo de éxito que permita que se proyecten en miles de salas de todo el mundo.

Como productor independiente ¿cómo ha sido tu relación con los grandes inversores y los estudios?

La verdad es que no estoy en esa estructura. Hubo ocasiones en las que me vinieron ganas de entrar en la rueda, pero mi gusto no me lo permitía. Si miras las películas que he producido, ves que no buscan entrar en lo que se considera lo más popular; no hay comedias románticas. De esa forma he logrado mantenerme en este negocio más tiempo que nadie.

¿Ha habido tentaciones?

Estuve muy tentado después de El último emperador. Lo de ganar nueve Óscar fue como ser atravesado por un rayo. Después de aquello me sentía atraído por Hollywood, e incluso he tenido oficinas allí y he pasado varios meses viviendo allí en casas de alquiler. Pero soy europeo y necesito el oxígeno de aquí para obtener mi energía, no el oxígeno de altura de Hollywood. El otro día dije en broma que no puedo pasar demasiado tiempo en Hollywood porque, si no, sentiría celos de Jerry Bruckheimer. Y en parte es verdad, porque las aspiraciones que tenemos aquí son totalmente diferentes. La industria cinematográfica es mucho más poderosa allí que aquí.

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David Bowie en Feliz navidad, Mr. Lawrence (1983)

Cuando dices que sentirías celos de Jerry Bruckheimer, ¿quieres decir que cambiarían tus prioridades?

Bueno, ¿cuál es la meritocracia que impera en los EUA, en general? La del dinero. Aquí puedes ser un hombre respetado sin ser el más rico ni aspirar a serlo. Puedes sobrevivir de un modo diferente sin que se considere una especie de rarito o un perdedor por hacer las películas que hacemos.

Pero parte de tu trabajo consiste en tener en cuenta el mercado, ¿no?

Intento hacer que las películas aporten beneficios y que sean interesantes, a la vez. Mira mi última producción con Jim Jarmusch, , Solo los amantes sobreviven: es una película muy modesta con un reparto y un director muy interesantes. Es fantástica, pero no está hecha para el público general.

Incluso aunque aparezcan vampiros en ella.

Es una película de vampiros especial. Por eso accedí a hacerla, como pasó con Sexy Beast; era una película de delincuentes especial. A duras penas podíamos hacer un tráiler, porque no había más que insultos y tacos, y fue muy difícil de traducir al francés y al español.

Ben Kingsley y Ray Winstone en Sexy Beast (2000)

¿No tuvo un éxito enorme?

No. Como ha pasado con otras películas que hemos hecho antes –Contratiempo, Crash, El almuerzo desnudo-, ha tenido una vida larga, porque a la gente le interesan. Esas películas siempre van a ser ricas, como un libro de Albert Camus. Siempre van a vender. ¿Cómo se juzga una obra de arte? Está la meritocracia, pero también juzgamos las cosas por su longevidad. Valoramos a Picasso, Van Eyck, Beethoven o el blues por el hecho de haber resistido la prueba del tiempo. Algunas cosas perduran, otras se quedan en el camino, incluso aquellas que una vez fueron increíblemente populares.

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El arte a veces también se pierde de forma permanente o se redescubre.

Yo hablo de ese redescubrimiento. Hubo mucha indignación cuando se estrenó Ciudadano Kane. Todo el mundo se sintió ofendido y su estreno estuvo rodeado de polémica.

En tu caso, ocurrió lo mismo con Crash: se prohibió su proyección en Westminster y también causó un enorme revuelo.

Solo pasó en Gran Bretaña y fue como una proclama político-moralista. Los políticos que la prohibieron ni siquiera vieron la película. Fue muy extraño sentirme odiado, pero la película era fantástica y tenía que defenderla. El Mail y el Standard lanzaron una campaña contra ella. Yo estaba en un pub en la isla de Man, donde hace solo 15 años azotaban a la gente, y escuché a la gente hablar indignada sobre Crash y los choques de coches y la pornografía. Pensé Aquí podrían lincharme. Desde luego, la película no trata sobre eso, y la gente que va a verla con esas expectativas se lleva una decepción.

Thomas con Peter O'Toole durante el rodaje de El último emperador (1987)

Por otro lado, tanto tú como Bertolucci recibisteis mucho apoyo por parte de los italianos con El último emperador.

La película tuvo muy buena acogida en Italia. Querían apoyar a su púgil, Bertolucci. En Inglaterra no tenemos un perfil similar. Es decir, Fellini, Pasolini, Rossellini, Antonioni… son todos personajes muy importantes de la cultura italiana. En Italia se enorgullecen de tener a alguien como Fellini y, en cambio, nuestros directores nos importan una mierda. ¿Michael Powell? ¿Nic Roeg? ¿Quién? ¿Qué? No tenemos esa cultura.

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Cierto. Y ¿por qué no?

Porque nuestro sistema de clases es distinto al de otros lugares. En Francia es todo un orgullo tener una empresa cinematográfica. En Inglaterra, el cine está el último en la cola. La metáfora de ello se encuentra en el BFI, institución que adoro. Cuando se construyeron el Royal Festival Hall y el National Theatre, el mundo del cine dijo, "¿Qué pasa con nosotros?". La respuesta fue, "Vale, os ponéis debajo de un puente y os quedáis ahí durante los próximos sesenta años".

Cuando ganaste el Óscar por El último emperador, afirmaste que el cine independiente podría ser increíble, "épico y popular". ¿Todavía lo crees?

No, ya no puedo disponer del dinero para hacerlo. Fui a China con cientos de personas, vehículos, comida y tiendas y no teníamos sistemas de comunicación digital. Crucé el desierto del Sáhara con 400 personas. Escalé la cima de las montañas de Bután, y todo eso lo hice de verdad. Sin efectos especiales ni trucos. Ya no es necesario hacerlo. Ya ni siquiera hace falta ir a China para hacer una película ambientada en China. Basta con hacer un par de fotos a la Gran Muralla y usar efectos digitales para introducir a 300 personas luchando delante. Actualmente las películas se hacen de forma muy distinta. La imagen está ahí, en el fondo, pero la forma de llegar a ella ha cambiado.

La forma de distribuir también ha cambiado. A mí me gusta ver las películas en la pantalla grande, pero reconozco que ahora todo el mundo ve películas en casa. Eso supone una buena oportunidad para gente como yo de prescindir de intermediarios. Yo tengo la mirada puesta en el futuro, en un tiempo en que, si vivo lo suficiente, pueda finalmente acercarme a mi mercado.

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Tilda Swinton y Tom Hiddleston en Solo los amantes sobreviven (2013)

A muchos de los directores con los que has trabajado habitualmente en Hollywood se los consideraría díscolos.

Por eso trabajo con ellos. No podría permitirme trabajar con los grandes de Hollywood, sus honorarios seguramente son mucho mayores que el presupuesto de mis películas.

¿Resulta difícil trabajar con alguno de ellos actualmente?

No. Lo de "díscolo" es una etiqueta que se le pone a alguien –a mí también me la han puesto- para indicar que esa persona no se comporta como el resto, que no sigue la tendencia general. Terry Gilliam, por ejemplo, sigue la tendencia, pero tampoco de forma extrema.

Tu próxima película es una adaptación de Ballard, con quien, al igual que con otros directores, mantenías una buena amistad desde hacía tiempo.

Me porté bien con él. Me gustan sus libros. Creo que J. G. Ballard es uno de los mejores escritores de la historia reciente. Podrían hacerse adaptaciones de muchas de sus obras.

¿Qué relación tenías con él?

Hicimos Crash y le gustó. Yo había leído mucho de él, compartíamos intereses y, además, él era un hombre maravilloso. Di un discurso en su funeral… Era un tipo muy especial y diferente. Escribía cada día sobre la vida y situaciones que habíamos vivido.

Mucho de lo que escribió tiene cierto componente profético.

Todas las situaciones llegaron a suceder. Era un hombre muy feliz, pero estoy seguro de que también le inquietaba el mundo. ¿A quién no?

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¿Te satisface echar la vista atrás y contemplar toda tu obra?

Sí, pero también asusta pensar lo viejo que eres, y no sé cómo he llegado a hacer todo eso. La figura del productor suele permanecer en la sombra, pero creo que mi toque personal está presente en todas mis películas. Yo escojo lo que hago e intento hacer lo que me gusta. Eso sorprende a la gente, pero ¿de qué otro modo puedes valorar las cosas? O me gusta o no me gusta. O lo odio. Yo valoro si algo me gusta o no, y eso es muy poco frecuente en la industria del cine.

¿Crees que hay alguna película tuya que no haya recibido la atención que merece?

Creo que ninguna de ellas.

Gracias, Jeremy.

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