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Aborto clandestino en América Latina: cárcel, estigma, negocio y reclamo social

VICE acompañó a mujeres que han padecido el castigo de leyes y mentalidades conservadoras. Hoy iniciamos una serie de historias sobre libertades, derechos y luchas colectivas.

Artículo publicado por VICE México .

Susana, mexicana, estuvo en la cárcel por abortar. Las leyes de un céntrico estado del país consideran que las mujeres que lo hacen son asesinas de bebés. Ariel, como muchas otras salvadoreñas que optan por interrumpir sus embarazos, enfrenta un triple estigma: las leyes las penan, la sociedad las juzga y la religión las condena. Las colombianas que buscan abortar encuentran soluciones en un mercado negro de clínicas clandestinas que no cuentan con regulaciones sanitarias. Mientras el negocio crece, muchas mujeres ponen en riesgo sus vidas. Una ginecóloga argentina nos cuenta cómo muchas pibas han muerto en sus brazos, al tiempo que la sociedad se levanta en una exigencia de derechos. Los pañuelos verdes se han convertido en una bandera de lucha que ya contagió al continente.

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El común denominador en América Latina es la falta del amparo de la ley cuando se trata de aborto. En Argentina hubo vientos de cambio, pero se estrellaron ante el conservadurismo del Congreso. En México cada estado tiene su propia ley y sólo en la capital es legal bajo ciertas circunstancias, pero también implica cárcel si se incumplen.

En esta serie de historias, VICE acompañó a mujeres en su periplo por un terreno que nunca es firme y está lleno de estigmatización. Interrumpir el embarazo debería ser un derecho protegido por la ley, pero hay países, como El Salvador, que persiguen este procedimiento íntimo, lleno de agonías, como si fuera un crimen de la peor calaña.

Solamente en cinco países de Latinoamérica y el Caribe se permite el aborto de manera legal: Uruguay, Cuba, Puerto Rico, Guayana y Guayana Francesa. Por el contrario, en seis naciones de la misma región abortar es un crimen: El Salvador, Nicaragua, República Dominicana, Honduras, Haití y Surinam.

En el resto de los territorios intervienen los matices: se permite, o despenaliza, en ciertas circunstancias, pero no se legaliza. Ese matiz lo puede significar todo para ciertas personas que caen en ese limbo, como Susana, la protagonista de la narración de México, quien está en la calle, libre, pero nadie nunca la declaró inocente. Por el contrario, la señalan con índice de fuego. Es el otro dilema que conduce a la clandestinidad. La falta de amparo legal orilla a la vergüenza social y facilita la opción de clínicas poco serias. Eso, en muchos casos, significa la muerte.

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A lo largo de esta semana publicaremos el especial “Aborto clandestino en América Latina”. Son historias de cárcel, estigma, negocio y reclamo social.

Martes / México: la cárcel de Susana

Miércoles / El Salvador: el caso de Ariel

Jueves / Colombia: en las calles con Stella

Viernes / Argentina: la lucha de Graciela

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