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Así es pasar una noche en un hospital de Venezuela en plena 'crisis humanitaria'

Pedro tiene un tumor en la columna y lleva tres meses de espera; William, leucemia y esperó 14 horas en un sofá. No hay gasas, ni alcohol, ni medicinas. Si la tendencia continúa, el 30 por ciento de los pacientes morirá.
Ana Marcano. Cortesía de la campaña #CrisisHumanitaria
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Son las nueve de la noche del 21 de marzo en Caracas. Una capa de calima cubre toda la ciudad y la ausencia de viento hace que el calor se pegue a la piel. El personal médico del hospital público Clínico Universitario intenta superar los bochornos que se marcan en sus batas y maniobra para conseguir los insumos y medicamentos necesarios que les permitan atender a las casi mil personas que ingresan a diario.

Ahí está Pedro Merchán de 52 años. Tiene voz calmada y sus ojos son reflejo de un prolongado cansancio. Desde hace tres meses espera por el material quirúrgico que le permita a los doctores retirarle un tumor de su columna. Cuando lo ingresaron el 17 de enero, podía caminar y los dolores en su espalda no eran tan fuertes. De inmediato, su médico le anotó una larga lista de materiales y medicinas que tenía que comprar para la operación.

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"Fue una odisea conseguir todo. Mis hermanas tuvieron que recorrer muchas farmacias y llamar a unos cuantos amigos en el interior del país. Para mediados de febrero ya tenía lo necesario, pero desde la dirección del hospital me informaron que el intensificador de imágenes del quirófano estaba dañado. Me pusieron en la lista de espera para operaciones de emergencia", dice Merchán.

'Mis hermanas tuvieron que recorrer muchas farmacias para conseguir medicinas, pero luego me informaron que el intensificador de imágenes del quirófano estaba dañado'.

Mientras Pedro cuenta su historia, una de sus hermanas le pasa galletas con mermelada de guayaba. Le cuesta comer y la circulación de su sangre en las piernas comienza a fallar. "Como he esperado tanto tiempo, los síntomas se intensificaron. Desde hace tres semanas no puedo caminar y me duele mucho el pecho". Él no se queja del trato de los doctores, más bien reconoce el esfuerzo que han hecho para que su operación no se estanque, pero la falta de equipo puede más que las ganas de salvarlo en este hospital.

El Clínico Universitario, uno de los hospitales más importantes de Caracas, cuenta con 25 quirófanos, sin embargo, más de la mitad están cerrados porque tienen algún equipo dañado o están en remodelación desde hace meses.

Hospital Clínico Universitario. Fotografía cortesía de la campaña #CrisisHumanitaria en Venezuela.

Esta situación ha llevado a médicos, enfermeras y residentes a montar una campaña a través de las redes sociales como Facebook y Twitter, en la que muestran fotografías con pacientes que tienen meses esperando por un quirófano, por materiales quirúrgicos para su cirugía o tuvieron que ser remitidos a otros centros de salud debido a que no hay medicinas para atenderlos. Con el hashtag #CrisisHumanitaria le piden al Gobierno Nacional de Nicolás Maduro que atienda la grave situación por la que pasan los hospitales actualmente.

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'Como he esperado tanto tiempo, los síntomas se intensificaron. Desde hace tres semanas no puedo caminar y me duele mucho el pecho'.

La rutina en ese hospital es así: por cada turno de guardia — mañana y noche — se habilitan entre dos y tres quirófanos si hay personal suficiente, y se le da prioridad a las operaciones de emergencia como personas heridas de bala o por accidentes de tránsito; mientras que las cirugías pautadas para combatir enfermedades degenerativas, se dejan para cuando haya oportunidad y tiempo.

Pedro no puede cambiarse a una clínica privada, está fuera del presupuesto.

Actualmente en Venezuela, con una inflación montada en los tres dígitos, este tipo de operaciones y tratamientos resultan inalcanzables para el ciudadano promedio. El salario mínimo está en 11.578 bolívares [unos 46 dólares al mes si se calcula a la tasa oficial de 249 bolívares por cada dólar]. Ahora, si hacemos el cálculo a la tasa del mercado negro donde un dólar se vende a más de 1.000 bolívares, el salario sería de unos 10 dólares. Un rasgo distópico producto del control de cambio que vive el país desde hace 15 años.

Pedro comenta que ha averiguado en varias clínicas cuánto costaría la operación para extraerle el tumor de su columna. Necesitaría al menos 300.000 bolívares o un poco más de 1.200 dólares a tasa oficial . "No cuento con seguro médico. Y todo lo que ahorré, lo invertí en conseguir los insumos para que me operen en este hospital".

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Hospital Clínico Universitario. Fotografía cortesía de la campaña #CrisisHumanitaria de Venezuela

La lucha por una cama

Desde planta baja hasta el piso 12 el Clínico Universitario fue diseñado para ofrecer servicios médicos de primera línea. Fue planeado durante la presidencia del general Eleazar López Contreras en 1943, por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva, con el fin de darle un respiro al hospital José María Vargas, que era el único centro de salud de envergadura en aquella época, y que funcionaba en Caracas desde principios del siglo XX.

Inaugurado en 1956 bajo la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, el área de hospitalización en el piso tres del Clínico Universitario tiene 140 camas. Cifra que no ha cambiado desde entonces.

'Los de urgencia reciben el primer cupo, y los que pueden esperar un poco más procuramos darles los primeros tratamientos. Pero todo se complica al no haber antibióticos'.

Daniel Figueroa, médico internista del hospital, indica que no hay espacio para tratar a todos los pacientes. "Tenemos que clasificarlos por su estado clínico. Los de urgencia reciben el primer cupo disponible, y los que pueden esperar un poco más procuramos darles los primeros tratamientos. Pero todo se complica al no haber antibióticos".

Hospital Clínico Universitario. Fotografía cortesía de la campaña #CrisisHumanitaria en Venezuela.

Por ejemplo, por emergencia acuden al menos doce personas a la semana que necesitan una diálisis. Pero sólo hay dos máquinas operativas para este tratamiento en todo el hospital. Las enfermeras hacen el ingreso, evalúan la gravedad del paciente y hacen una lista de espera que le entregan a los médicos de guardia para que vayan pasando al que le toca cuando se desocupe uno de los equipos. Un hospital de esta envergadura debería tener al menos 350 camas operativas para hospitalización según regulaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero la última vez que el Clínico Universitario tuvo un ampliación fue a principios de los años 90 cuando se remodelaron las áreas de emergencia y medicina interna.

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William Bermúdez de 44 años, habla con pausa y con cierta melodía. Padece de leucemia en su cuarta etapa y llegó el viernes 18 de marzo a las cuatro de la tarde con una diarrea crónica y las plaquetas en niveles muy bajos. "Sentía que me estaba muriendo. Un amigo que es moto taxista, me dio la cola desde mi casa en El Valle — urbanización al suroeste de Caracas — hasta acá. Cuando llegué, los doctores me dijeron que no había cama para hospitalizarme. Me mandaron a esperar mi turno sentado en un sofá".

'Sentía que me estaba muriendo. Un amigo que es moto taxista, me dio la cola desde mi casa hasta acá. Cuando llegué, los doctores me dijeron que no había cama para hospitalizarme'.

Y así lo hizo. Esperó 14 horas hasta que le consiguieron una camilla en emergencias. Cuenta que le duele la espalda y el pecho. También, confiesa que le cuesta mucho moverse y tuvo que orinarse encima porque no había nadie que le cuidara sus cosas mientras iba al baño. "No quiero que me roben aquí". No llora, no se amilana y se ve que es un hombre con mucha fortaleza a pesar de sus 48 kilos.

Por otro lado tenemos a Silverio González de 32 años. Oriundo de Puerto Ordaz, ubicada al oriente de Venezuela, se trasladó a Caracas el 3 de marzo luego que le removieron un cáncer tiroidal en un centro de salud de su ciudad. Mientras cumplía con la quimioterapia, tuvo complicaciones respiratorias y fue sometido a una traqueotomía de emergencia. Su esposa, Thailett de González es quien lo cuida.

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"Nos han tratado muy bien. Sin embargo, no hay gasas, alcohol, o Povidine [desinfectante para heridas]. Yo soy quien le atiende la herida en la garganta, y me ha tocado dejarlo sólo un par de veces para salir a las farmacias y ubicar los insumos que me hacen falta".

Ella tiene mucha fe de que Silverio saldrá caminando del hospital. Tienen casi un mes viviendo en una de las habitaciones dispuestas para los pacientes que deben cumplir con quimioterapia en el piso tres. En su mirada se nota la rabia de tener que acumular una decena de botellas con agua potable por toda la habitación porque en el Clínico no hay. También, limpia todas las noches porque el personal de mantenimiento no tiene desinfectante o cloro para los pisos.

'Nos han tratado muy bien, pero no hay gasas, alcohol, o Povidine…. y yo soy quien le atiende la herida en la garganta'.

Mientras conversamos, una enfermera llega para instalar en la vía de Silverio una bolsa de sangre. El tubo está un poco roto por lo que gotas rojas caen sobre la cama y el piso. La enfermera arregla el desperfecto y balancea entre los dedos de Silverio el tubo para que no se vuelva a dañar. Cuando salgo de la habitación, veo que él procura no mover su brazo derecho para que la vía no se rompa y con la mano izquierda lee una pequeña Biblia que le trajo su mujer. Los pasillos están mal iluminados. En el piso hay sangre seca. Los baños están dañados.

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Hospital Clínico Universitario. Fotografía cortesía de la campaña #CrisisHumanitaria

Las cifras del terror

La ministra para la salud de Venezuela, Luisana Melo, entregó en febrero a la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional, la Memoria y Cuenta de 2015. De este documento oficial se desprenden todos los datos que enumeramos a continuación.

Llama la atención, por ejemplo, el aumento de muertes en altas hospitalarias de 2014 a 2015. El año pasado esta cifra fue del 31 por ciento en los 241 hospitales instalados en el país, frente al 5 por ciento del 2014.

Si la tendencia se mantiene, esto significa que de cada 100 personas que son ingresadas actualmente en un hospital público de Venezuela, al menos 30 morirán.

"Esto es un reflejo de la mala administración hospitalaria que ha tenido el gobierno de Venezuela durante los últimos 16 años. Nuestro país llegó a estar en la vanguardia sanitaria en los años 60 con la erradicación del paludismo y la profesionalización del parto. Ahora, no contamos con materiales tan básicos como gasas o alcohol y padecemos del abandono en que se encuentran los recintos públicos de salud", comentó vía telefónica Gustavo Villasmil, secretario de salud para el estado Miranda en el centro del país.

Otro número que llama la atención es el aumento de las muertes neonatales. Durante 2015 fue de 201 decesos por cada 10.000 nacidos, mientras que en 2014 la cifra se ubicó en cinco ecesos por cada 10.000 nacidos.

Del mencionado reporte también observamos que de las 25.909 camas hospitalarias activas que tiene el país, solo se usaron 10.363 durante 2015. ¿El motivo? Muchas están deterioradas o no hay suficiente personal para atenderlas. Además, de los seis hospitales planeados para construirse no se levantó ni una viga, a pesar que se ejecutó en un 24% el dinero dispuesto para estas obras.

Pedro, William y Silverio son sólo tres historias, de entre las miles y miles, que han ido construyendo esta dolorosa #CrisisHumanitaria.

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