Los disfraces más terroríficos de Halloween

Halloween ya está aquí, y con él el imperativo de disfrazarse. De disfrazarse de algo que de miedo. Porque la batalla de que eso es una cosa de yankees y de que si los huesos de santo y el ir a limpiar las tumbas de los seres queridos es lo nuestro ya está perdida. Asúmelo, ya no te vale como excusa. Puedes intentar colar que celebrar Halloween es apropiación cultural y que por eso te niegas a hacer el idiota, pero alguien te saltará con lo de que la americana es una cultura hegemónica y os enzarzaréis en una de esas conversaciones absurdas que llenan Twitter de mierda.

Así que amigo, este fin de semana muy probablemente te tocará disfrazarte. O, al menos intentarlo. Y como vivimos en tiempos en los que la ironía es la máxima aspiración de todo aquel que quiera ser valorado como persona a tener en cuenta y en los que la realidad a supera a veces a la ficción y da más miedo que ella con creces, hemos seleccionado algunas opciones.

Es fácil y sencillo: tienes que ir, simplemente, con un chándal un poco apañao y gloss en los labios mientras finges acento andaluz y dices constantemente términos de la cultura gitana para hacer de rabiar a la peña del Twitter.

Puedes disfrazarte de Santi en su versión oficial, la de facha clásico con camisa ligeramente desabrochada, la de líder de VOX. Pero también puedes optar por la opción B, la que trasciende a la política, que da más miedo aún: Santi en su día a día, Santi yéndose a correr con el reloj que le monitariza las pulsaciones, Santi yendo a comprar el pan a un chino y mirando hacia los lados antes de entrar para que nadie le vea, Santi tomándose unas cañas con los colegas y diciendo que "ahora es que hay que firmar un contrato antes de meterla".

Para este disfraz únicamente tendrás que estudiarte la última polémica del feminismo de keyboard, ese que se centra casi por completo en lo simbólico y da muchos retuits y likes y repetirlo con el tono más condescendiente que puedas. Que si las piernas sin depilar de Amaia son súper empoderadoras, que si los personajes secundarios femeninos de las películas son personajes secundarios, que si cuando algo es horrible decimos coñazo pero cuando algo mola decimos que es la polla. Cosas que nunca antes se le hayan ocurrido a nadie, vaya, y que sean muy muy útiles para la consecución final de los objetivos del feminismo.

Dí cualquier cosa y que tu grupete de amigos haga las veces de turba tuitera con aclaraciones relativas a su género/ideología/a lo que le gusta follarse/a lo que les mola comer en la bio y ya estaría: el disfraz de Soto Ivars, de señoro definitivo. Eso sí, de tanto en tanto suelta alguna barbaridad para que los pobres chavales tengan razón de vez en cuando.

Tómate dos copas y ponte un vestido rosa de 10 pavos del Okeysi. El resto saldrá solo.

Pero no del youtuber, que de eso va a ir todo Dios: de muchacho caucásico heterosexual y cisgénero. Con sus privilegios y con sus cositas: comentarios sobre tetas y culos, incapacidad para expresarse emocionalmente, conciencia de estar en lo más alto de la pirámide de la opresión y visión para aprovecharse todo el rato de ello…

Porque que una persona lo pete en la tele por vocearse con otra señora de nombre Miriam y la causa sea no un hombre sino Carlos Lozano -ESE HOMBRE- ya es lo suficientemente terrorífico, ¿no?

Sé malísimo haciendo rap pero mete por ahí una amenaza al Rey. Conviértete luego en un exiliado político gracias a nuestra maravillosa justicia y una vez fuera de España di barbaridades como que Puigdemont en verdad es un anarquista o que sigues siendo comunista pero que ojalá la independencia, que lo de que CIU esté en tu equipo ya tal. Imprescindible camiseta de marca Lacoste, Ralph Lauren y iPone para que puedan decirte eso de "¿Y si tan comunista eres por qué llevas…?"

De traperta treintañera -sé tú misma-, de activiste, de cretino que va por la calle en patinete eléctrico, de Albert Rivera pasando el control del aeropuerto, de persona que está en la cola del MadCool, de Amaia intentando ser indie…