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Por el amor de Dios, dejad de dar de comer a este perro

Se ha pedido a los estudiantes de Taiwán que no alimenten al perro guardián de su colegio, que ya pesa 50 kilos.
Drew Schwartz
Brooklyn, US
DS
traducido por Daniela Silva
MC
traducido por Mario Clavero Ramos
Screengrab via TTV / YouTube

Nos gustan las mascotas gordas: un gato con forma de bombilla que se mantiene vertical de milagro y que sale caro mantener, el perro salchicha con forma de globo al que tuvieron que desinflar debido a un extraño problema médico… Todos nos hemos reído al ver a estos muchachos tan queridos que hacen de internet un lugar un poco más disfrutable, sabiendo que es su tamaño lo que les hace especiales.

Sin embargo, el miércoles conocimos a una mascota única que nos ha hecho cortarnos un poco y posponer nuestra carcajada adorable con precaución y preocupación. Os presentamos a Little White Socks, un perro de Taiwán que no sabemos cómo ha llegado a la insana cifra de 50 kilos.

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Este chucho enorme fue adoptado por el Colegio Wenhua como perro guardián, según el Daily Mail. Los alumnos, los profesores y los trabajadores de la cafetería han admitido haber alimentado al animal a lo loco durante más de ocho años con restos de sándwiches de mantequilla de cacahuete, gominolas y otras basuras llenas de azúcar que los niños comen hoy en día. En una televisión local, se le ha presentado como el Godzilla del mundo canino, una encarnación de la bestia de la película Nuestra pandilla, pero, en realidad, es todavía mucho más grande.

Con 50 kilos, Little White Socks corre el riesgo de lesionarse las articulaciones, tener diabetes o una enfermedad cardiaca (si no ha pasado ya) y vivir con problemas digestivos, entre otros. Es tan peligroso que haya crecido tanto que el propio colegio ha tenido que pedir a los alumnos y a los trabajadores que dejen de darle de comer y lo han puesto a “dieta estricta”.

Al fin y al cabo, puede que los chavales del colegio Wenhua hayan mimado demasiado a Little White Socks, mostrando su devoción compartiendo sus galletas de queso con su compañero de cuatro patas, pero hay otras formas de cuidar a un perro que no incluyan atiborrarlo hasta que llegue al borde de la combustión. ¿Por qué no lo sacan de paseo, juegan a lanzarle un frisbee o cualquier otra cosa, prueban a ver si le gusta la cinta para correr o van a nadar con él? O simplemente acariciarlo, si son demasiado vagos.

Buena suerte, Little White Socks. Por muy redondo y precioso que seas, esperamos que tus compañeros de colegio se guarden los caramelos o lo que sea y te ayuden a poder volver a un tamaño sano y adecuado.

Sigue a Drew Schwartz en Twitter.

Este artículo apareció originalmente en VICE US.