Coronavirus

Los 10 tipos de persona que te encontrarás en la desescalada

El que no se ha enterado de una mierda, el que, por su compromiso con el civismo, se quedó en Madrid, el que va a seguir saliendo al balcón hasta el 1 de agosto, el que tiene agendadas ya las cuatro fases....
TIPOS_PERSONAS

El martes conocimos, por fin, cómo será la desescalada. Pedro Sánchez compareció ante los españoles para explicarnos las cuatro fases de las que constará el fin del confinamiento, que dará lugar a ese oxímoron llamado NUEVA NORMALIDAD, que parece el nombre de un grupo de punk que le canta en español a la neoservidumbre de las pantallas cuyos miembros se creen herederos de Parálisis Permanente pero en realidad suenan más a Pignoise.

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El caso es que Pedro compareció y nos contó lo de la desescalada y lo hizo como uno de esos profesores que, el primer día de clase, te explican una guía docente demasiado ambiciosa cuyo cumplimiento duda incluso él mismo. Pero qué más da, si nadie se está enterando de nada. Los memes y los chistes se hicieron solos, con especial relevancia a ese que reflexionaba sobre cómo habría sido esa explicación si le hubiera tocado hacerla a Rajoy.

Pero sea como sea y estés en la provincia que estés, esta desescalada dará lugar, como ya hizo el confinamiento, a arquetipos de personas, clasificables según sus pareceres, comportamientos y reacciones ante esta nueva situación. A eso y a seguir perpetuando lo de echarnos la culpa los unos a los otros, claro. Primero fueron los madrileños, luego los dueños de los perros, después los de los críos, este fin de semana serán los runners y, seguramente para mediados de mayo le haya tocado el turno ya a los levantinos que petarán las playas, en un giro de justicia poética de los acontecimientos.

El que no se entera de una mierda

Aproximadamente el 80% de la población española. Entre el 20% restante hay un 10 que sí tiene ligeras nociones de cómo se va a producir la desescalada y el otro 10 hace como que las tiene pero en realidad no las tiene. Son los que se han hecho muchas preguntas desde que ayer Pedro Sánchez saliera a comparecer. Preguntas como ¿en serio voy a poder irme a una terraza pero no a ver a mis padres? (sí, es en serio, parece), ¿el paseo puedo darlo hasta donde me de la gana?, ¿cómo cojones van a saber si llevo una hora o dos o tres en la calle?, ¿en qué etapa está permitido follar?, ¿desde cuándo tenemos en nuestro haber los españoles una isla denominada "La Graciosa" y cuál es su gentilicio?, ¿se va a resumir la desescalada en Benidorm petado y yo, que vivo en Madrid, en mi puta casa? Respecto a esta última sí, es muy probable que se resuma en eso.

El que ya tiene agendadas las cuatro fases

La primera semana paseíto para saludar a todos los conocidos que tiene en el barrio, aunque sea desde el balcón. Lo piensa hacer enfundado en un chándal de color flúor y con todos los accesorios del iPhone que se compró el mes que le dio por hacerse runner pero nunca llegó a usar, porsiaca. En la fase uno, barbacoa en la terraza de un colega. La terraza no es suya y el colega aún no sabe lo de la barbacoa, pero eso da igual. Tiene ya planeadas las visitas a caraperro a todos los ligues de cuarentena y baraja incluso la posibilidad de ir a misa aunque no ha pisado una Iglesia desde que hizo la Comunión, pero ya que desescalan habrá que aprovechar. Igual se va a Chinchón a pasar una noche, porque han abierto los hoteles pero no se puede salir de la provincia y porque en Chinchón se come muy bien. Por supuesto, ya sabe a qué bares va a ir a tomarse unos cafelitos y unos vermús y sigue creyendo -angelito- que el Primavera Sound se celebrará "no le han dicho de que se cancele". Ha interiorizado ya el término "nueva normalidad" y lo usa con frecuencia.

El único que se ha enterado de algo

Probablemente es también el único que ha estudiado una carrera de verdad en su grupo de amigos. Responde pacientemente a las preguntas por WhatsApp de todos ellos y cuando llega la noche se siente Fernando Simón. Se mete en la cama con la tranquilidad del deber cumplido, pero también sintiendo que está estafando a los suyos porque al final las cosas no serán como el jodido cuadrante de "Las cuatro fases del desconfinamiento" dice que serán. Los tiene guardado en formato PDF y en Word, tanto el cuadrante como el anexo.

Al que no le ha hecho gracia que esto se acabe tan pronto pero no lo dice

Tiene que fingir alegría porque estaría feo decir que a él no le ha parecido del todo mal la movida esta del coronavirus aunque hay más de 20 000 muertos. Tiene que fingir alegría porque no estaría bonito reconocer que no, no tiene tantas ganas de ver ni a su familia ni a sus amigos, que no echa de menos las tardes en una terraza hablando de absolutamente nada y poniéndose como la moñoña ni tener que salir de fiesta o irse de afterwork -esa palabra- casi por imperativo legal. Tiene que hacer como que está contento, como que no piensa que el teletrabajo es infinitamente mejor, tiene que fingir que no le ha molado lo del confinamiento, como fingía antes de él que le gustaba la socialización extrema, sin sentido y por defecto.

El que se ha dado cuenta de que ya no le da para escribir el libro

Ni para quitarse esa barriga ni para que le salgan abdominales ni para ligarse al que se cree que los stories son el Only Fans ni para aprender a meditar, a hacer puto pan o a construir en el Fornite.

El que quizá haya desarrollado un ligero problema de alcoholismo

Con la cuarentena se empezó a plantear que igual no era bebedor social y probablemente tampoco esnifador de rayas sociales. Su camello habitual no se hizo ningún ERTE a sí mismo así que ponerse hasta el culo mínimo dos días a la semana fue su manera de aprovechar la cuarentena, ¿no decían que era lo que había que hacer? Le va a echar a este confinamiento la culpa de sus problemas con los psicoactivos, como antes se la echó a esa novia que le dejó roto y cuando estaba con ella al estrés y la precariedad laboral y antes de estar con ella a la necesidad de experimentación y cuando llegue la nueva normalidad se la echará a la euforia por el desconfinamiento definitivo.

Los provincianos que se portaron bien y se quedaron en Madrid y ahora se están cagando en la puta

En esos días en que "los madrileños" -sea lo que sea eso y si es que existe tal cosa- salieron por patas y se convirtieron en el blanco de la ira nacional, ellos se comprometieron con el Estado y el civismo y se quedaron en Madrid. Más concretamente, en su piso de 30 metros cuadrados de Madrid. Eligieron eso por el bien común en lugar de irse a sus provincias a pasar la cuarentena con sus familias, en una casa que tiene un patio que da gusto verlo, dando paseos desde el día uno y comiendo lentejas en vez de pizzas Casa di Mama. Como consecuencia, en pago por su compromiso para con el resto de ciudadanos y el Gobierno progresista, se pasarán cuatro meses sin ver a sus seres queridos. Quien con niños se acuesta, mojado amanece.

El que a ver cómo gestiona las cuatro fichas que tiene echadas y han colado

Esto iba a pasar. Uno echa la red y a veces caen peces y otras no, pero en la cuarentena, por lo que sea, resulta que han caído más de los esperados. Ahora anda haciendo cábalas y echando cuentas sobre cómo va a gestionar esas relaciones cuando deje de ser necesario que en ellas medie una pantalla. Y leyendo blogs de internet y a Brigitte Vasallo y sus movidas de que si el poliamor y que si los del amor romántico como una escisión de la ETA, por la cuenta que le trae. Piensa que hacer la metáfora agraria de que el monocultivo se carga la tierra mientras que el policultivo no es una idea brillante y no sospecha siquiera que es una conversación recurrente en cada mañaneo de cada rave desde hace veinte años.

El que lleva de desescalando desde el 15 de marzo

Véase Cristina Morales, Arcadi Espada, Rajoy, tu vecino el del ático que no ha parado de organizar fiestas de chemsex desde la declaración del estado de alarma o el viejo que va por la calle murmurando que no se quedó en su casa el 23-F se va a quedar ahora.

El que seguirá saliendo a aplaudir al balcón

Hasta agosto. Hace semanas que no sabe ni por qué ni por quién aplaude, pero le da lo mismo.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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