Todas las casas, con sus energías, toman forma, tienen una historia, un pasado y un presente que pueden quitarnos el sueño. Hace siete años compartí, durante ocho meses, un departamento con una amiga de la infancia. Había tres habitaciones, pero solo ocupábamos dos; yo dormía en la primera habitación junto al baño, en la del medio dormía mi amiga y en la tercera y última, al final del pasillo, no dormía nadie, a no ser por alguna visita que con mayor frecuencia nos contaba sobre sus pesadillas o nos relataba algunos ruidos extraños que no la dejaba conciliar el sueño. Según mi amiga ese lugar tenía “algo”. Un día decidimos sacarnos la duda y llamamos a Lidia, quien nos confirmó que en esa habitación habitaba una presencia con la que debíamos dialogar para que la convivencia no fuera un problema.
Publicidad
Lidia es una persona que se dedica a la limpieza de energía. Hace limpiezas de manera presencial y a distancia. Tiene distintos métodos que aplica según las personas y las casas a las que recurre. A veces pasa carbones, otras veces prende unas velas y junto a ellas hace una oración para entablar un diálogo con la presencia que está en el lugar. Una vez que termina con el ritual de las velas las rompe y se encarga de despacharlas en un lugar lejano, donde sabe que no va a pasar nadie durante siete días. El otro método que usa es el sahumado, que sirve para armonizar el lugar que “a veces no es necesario limpiar, pero sí armonizarlo, sacar alguna energía que se le pegó a la persona y la llevó a su casa, algo menos invasivo”.Antes de la pandemia Lidia siempre puso el cuerpo, pues le gusta sentir lo que hay dentro de los lugares y las personas están más seguras cuando la ven ahí mismo, haciendo su trabajo. Sin embargo, con el encierro tuvo que reevaluar sus métodos y emplear nuevas herramientas. Por eso comenzó a trabajar únicamente con la Mesa Dimensional Cuántica. La Mesa Dimensional Cuántica es un tablero que tiene distintos elementos, colores y palabras, y la trabaja en conjunto con un péndulo.Antes de llamar a Lidia nuevamente reúno algunos testimonios de personas que conozco sobre experiencias que vivieron en sus casas. Ruidos extraños, objetos que se caen cuando las ventanas están cerradas, luces que se prenden o apagan solas. La sensación de todas estas personas, incluso la mía, es de temor.
Publicidad
Lidia cuenta que en una oportunidad fue a limpiar una casa, y mientras hacía el trabajo de limpieza su marido la esperaba estacionado a la vuelta. Una vez que terminó, salió con las velas apagadas y rotas para tirarlas en algún sitio lejano. En el trayecto hacia el auto notó una brisa extraña, “era un día que no había nada de viento” dice. Hasta que llegó a su destino, levantó la vista y vio cómo el capó del auto se cerró y se abrió a una velocidad que le rompió el parabrisas. “Algo se fue conmigo”, cuenta.Cité a Lidia de manera virtual para preguntarle sobre mi casa y ver la posibilidad de una limpieza o armonización. Ella me aclaró que primero la limpieza me la haría a mí. “Siempre, ante todo, limpio a la persona que habita el espacio, a veces deambulamos con energías que se nos pegan y quizás somos nosotros los que las arrastramos. Después yo evalúo si es necesario limpiar el lugar o simplemente armonizarlo”. Nos conectamos una tarde, y junto a la Mesa Dimensional me hizo una limpieza energética. Me mostró una amatista, una selenita y un ágata verde estallada, me pidió que eligiera una de las tres piedras. Elegí la selenita, que es una piedra natural que te conecta directamente con el registro akáshico. Hicimos una oración y comenzamos. Limpiamos toda mi energía, desde supuestos atrapamientos y pactos, hasta hechizos, juramentos y maldiciones.
Mi limpieza energética
Publicidad
Fue una hora de ver, a través de la pantalla, cómo ella le preguntaba a la Mesa Dimensional sobre mi pasado y mi presente. Hicimos una terapia de reiki, respiramos varias veces de manera profunda, compartimos algunas oraciones y meditamos durante varios minutos. Mi aura estaba limpia, mi energía ya no tenía malos presentimientos o bajas vibraciones. “Te aconsejo que pongas detrás de la puerta una turmalina negra, ponela dentro de un vaso con agua, si alguien entra y la turmalina se rompe, ahí sabrás que ingresó una mala energía a tu casa. Si no tenés una turmalina, pone solo el vaso con agua y fijate si la cantidad de agua varía; si baja abruptamente significa que hay una entidad”, dice.Siento que debo prestarle atención. A veces mi intuición me juega en contra cuando sé que una persona no debería ingresar a mi hogar y de todas formas la invito. Eso me desgasta, me cansa y lo noto cuando esa persona se va, me siento agotada.Terminamos el ritual de limpieza energética y Lidia me dice que armonizará los chacras. Hablamos de los bloqueos energéticos y cargas astrales. Según ella, a veces pueden ser algunos objetos los que tienen mala energía. “A la limpieza hay que saber qué dirección darle, a veces puede ser una entidad, a veces son otras cosas que no se tratan de presencias, sino de objetos que la gente muda. Las cosas de una abuela o cualquier ser querido que falleció, por ejemplo; esos objetos están cargados de emociones. Yo no aconsejo trasladar o llevarse muebles viejos a su casa, porque esas energías se mueven. Es difícil, hay personas que les cuesta más desapegarse de lo material, pero mi consejo es no quedarse con cosas de gente que se fue a otra dimensión”, dice.
Publicidad